Capítulo 1: Desastre

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Tiempo presente

— ¡¿Qué demonios....?! — gritaba una mujer, guapa y que tenía el cabello de color rojo cereza a la altura de sus hombros, también era poseedora de unos ojos rasgados amatista cuyo color se asemejaba al de sus bragas, que era la única prenda que vestía en ese momento. Estaba atónita, se levantaba alteradamente de la cama en la que había despertado ese día, esto, al darse cuenta que la chica junto a ella era la persona con la que menos se imaginó encontrar en esa situación.

— ¡¿Pero qué carajos pasó aquí?! — gritaba igual de sorprendida que la anterior, una chica de cabello negro, lacio y con ojos color escarlata que aparentaba ser una adolescente por su tamaño y rasgos. Ella de manera lenta y confusa se apartaba de la cama que había estado compartiendo segundos antes, cubriendo su cuerpo con una sábana.

— ¡Eso quiero saber yo! ¿Qué haces tú aquí?— reclamaba la pelirroja, acto seguido observó y analizó la escena. Estaban en lo que parecía la habitación de un hotel, pero ¿Por qué estaban ellas juntas y desnudas? pensó. Una respuesta lógica le llegó a su mente — No me digas que... hicimos... tuvimos...— decía intranquila al mismo tiempo que se señalaba simultáneamente a ella y a la otra chica .

— ¿Qué? ¡No! — la interrumpió la pelinegra con una sonrisa nerviosa, entendiendo a lo que se refería la pelirroja — No te atrevas a siquiera decirlo — se exaltaba cada vez más — No, no, no, no ¡Claro que no! ¡Contigo nunca! — remató, tenía metafóricamente la palabra "angustia" tatuada en la frente, paseaba su mano desde frente hasta cubrir su boca.

Las dos se observaron detenidamente con preocupación, ansiedad y sorpresa al verse desnudas, aquello último provocando un ligero sonrojo en sus rostros para finalmente desviar la mirada a otro lado.

— Por supuesto que no — dijo la pelirroja finalmente rompiendo con ese embarazoso ambiente, se notaba una ligera molestia en su tono de voz, se entendía claramente que la pelinegra no era de su agrado pero en la postura en la que se encontraban la hizo manifestar su intranquilidad — ¿O sí?

Mantuvieron otro silencio incómodo después de eso, contemplaron nuevamente el escenario en donde se encontraban; su ropa, a excepción de la escasa que traía la pelirroja, estaba regada por todos lados de la habitación, así como un par de botellas de alcohol. Clara evidencia de que habían estado ebrias con la cama revuelta y en sus cuerpos se observaban pequeñas marcas que parecían haber sido hechas en un momento de calentura. El pesimismo junto al desagrado llegó a sus rostros pues todo indicaba que ese par había tenido una noche de copas y de placer.

En un momento de asimilación, la más baja comenzó a mostrar ansiedad, cuando de pronto, una duda le surgió haciéndola preguntar de manera rápida — ¿Traías alguna protección verdad?

La pelirroja que se encontraba con la mente en blanco y se había sentado en el borde de la cama pero al escucharla, volteó a verla quedando en shock por un segundo — Yo....— haciendo una pausa en la frase y tratando de recordar.

La enana, más insistente se posicionó enfrente de ella intentando que la chica le respondiera correctamente — ¡Dime que tú sí traías algo que pudiéramos usar! — parecía que sus ojos se le comenzaban a desorbitar.

La de ojos amatista reanudó — ¡Sí! Yo, claro que sí... siempre llevo conmigo... para estos casos — con una leve sonrisa nerviosa a la vez que se acercaba a sus pertenencias para empezar a indagar entre ellas en busca de aquel preciado objeto que, dada la situación en la que se encontraban, esperaba hubieran usado responsablemente.

La pelinegra la miraba con inquietud cómo revolvía las cosas en busca de "eso", obviamente utilizado, con esperanza de no haber cometido un enorme descuido. Era algo serio y de ser posible quería llegar al acuerdo de negar lo que sea que hayan hecho la noche anterior, vestirse y salir de esa habitación como si nada hubiera pasado.

De repente, la pelirroja se detuvo, había localizado aquello tan valioso. Efectivamente, ella siempre llevaba protección (anticonceptivos de ese mundo) pero para su desgracia este se mostraba cerrado y sin usar — Oh no — dijo con incertidumbre.

Ambas quedaron pasmadas dejando de lado todas las esperanzas que tenían, cruzaron la vista con la otra, la decepción surgió en sus rostros al caer en cuenta de que su vida iba a dar un giro de manera inesperada y lamentable.

Continuará...

Para entender algunas cosas les recomiendo leer el PRÓLOGO.

Ok, estoy afinando detalles en los siguientes capítulos, la verdad quiero publicarlos hasta que me convenzan mínimo en un 90% jaja.

La chica que más odioWhere stories live. Discover now