Cruzando los limites

190 15 0
                                    


No se cuanto timepo pasé obsrevando el fuego, pero se que me devolvió al mundo real un grito de Cloe desde el baño.

Corrí hacia donde ella se encontraba con la esperanza de que no fuera nada.

La vi, completamente desnuda saliendo de la bañera con algunos problemas. Se agarrraba de un costado, como si le doliera.

- ¿Que te pasa? - pregunté preocupada acercandome a ella.

En ese momento ella me miró y se resbaló en la toalla que había colocado en el suelo.

Fuí bastante rapida al abalanzarme hacia ella y cogerla entre mis brazos para que no se golpeara contra el suelo. La golpeada fuñi yo, pero eso no importaba.

- Lo siento, te has echo daño por mi culpa. - dijo ella con cara de tristeza.

Sonreí y la miré a los ojos.

- Tranquila, no pasa nada. Mejor que me golpee yo que tu, que ya has tenido bastnate. - dije mientras la ayudaba a levantarse de encima de mi, pero sin dejar de roderala con mis brazos.

- Gracias, es lo único que puedo decirte, muchas gracias J. - dijo mientras me besaba tiernamente en la mejilla.

Segundos después estaba ayudando a que se pusiera el pijama y acompañandola al salón para que se sentara. Yo me dispuse a ir a la cocina a calentar los cafes, que se habían enfriado.

- ¿Quieres algo para el dolor? - dije desde la cocina.

- No gracias, estoy bien. - dijo desde el salón.

Me senté a su lado y le pase su café. Nuestras manos se rozaron y la piel se me puso de gallina, como si una corriente atravesara tod mi cuerpo y en ella pasó lo mismo.

- ¿Seguro que no quieres nada para el dolor? - volví a insistir.

Dejó la taza en la mesita y me miró fijamente a los ojos.

- Estoy bien. - dijo muy cerca de mi rostro.

Se acercó un poco más hasta que la punta de mi nariz quedó pegada a la suya. Podía notar como su aliento y el mio se juntaban en ese pequeño espacio que había dejado entre nuestas bocas.

Entrecerró los ojos y sus labios rozaron los mios.

- Ahora estoy bien, mucho mejor. - dijo mientras acariciaba tiernamente mi mejilla con el dorso de su mano.

Me quedé petrificada... Nos habíamos besado, más bien ella a mí.

¿Donde había quedado el codigo de amigas de no liarse entre nosotras?

El amor y la amistad siempre van de la manoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant