Capítulo 13

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___POV MAGNUS___

Alec tiene la nariz rota.

El doctor me explicó el procedimiento que siguieron para arreglar esta, el tiempo que tomaría para curarse completamente y las cremas que necesitaría. Anoté en mi mente todas y cada una de las palabras que salieron de su boca.

Los padres de Alec estaban sentados algo alejados de nuestra conversación, su madre movía falsamente el pie, queriendo fingir estar impacientada por algo.
De seguro, impaciente por salir de ahí y volver a su trabajo.

-Puedes pasar a verlo si quieres, habitación 184-
Señaló un camino por el pasillo para que siguiera.

Suspiré y me dirigí a paso lento hacia el lugar donde Alec estaría recuperándose. Quería verlo, pero tenía miedo, miedo de como se sentiría, de como saldría adelante luego de esto, temo por él.

Abrí lentamente la puerta y miré dentro con completo silencio, el cuerpo de Alexander yacía completamente inconsciente sobre la blanca camilla, tan solo tenía dos vías, una con suero y otra con una transfusión de sangre.

Me acerqué a su cama luego de cerrar lentamente la puerta y tomé las mantas que lo cubrían para acomodarlas y arroparlo mejor, miré su cara a pocos centímetros de la mía centrándome en la herida de su nariz, acompañada de esta tenía dos cortes, uno en su ceja y otro en su labio inferior.

-Mi pequeño... mira como te han dejado...-
Murmuré acariciando lentamente su cabello, su negro y hermoso cabello.

Alec pareció removerse, alejé mi mano unos segundos prestando atención a sus movimientos. Él se acomodó un poco y luego de un suspiro de alivio dejó de moverse para seguir descansando.

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*4 dias después*

Hoy al fin Alec tenía permitido volver al instituto, apenas fue dado de alta sus padres lo arrastraron de nuevo a su casa sin dejarme siquiera despedirme, por lo cual fueron cuarto largos días sin verlo.

Estaba esperándolo a un lado de la puerta principal, las personas pasaban a mi lado luego de darme una mirada que parecía ser de inquietud, no entendía el por qué, quizá tenían algo de miedo de la única persona que se atrevía a enfrentar a Sebastian.

Aunque deberían de sentir lo contrario a miedo, yo no quiero asustar a nadie, quiero que dejen de molestar al hermoso chico que no sale de mi mente. Es una lástima que él no sienta lo mismo por mí, pero si lo único que puedo hacer por él es ayudarlo, entonces lo haré.

Noté una figura vestida de colores oscuros resaltar entre algunas figuras medio coloridas, Alec caminaba a paso lento, a su ritmo mirando el suelo y con sus auriculares puestos, cuando llegaba a mí, siquiera se percató que yo me encontraba delante suya, fue en cuestión de segundos que se chocó conmigo. Sin siquiera levantar la cabeza pude ver su mano temblar.

Decidí sacar uno de los auriculares con delicadeza y acaricié con ternura su mejilla.

-Buenos días Alexander, ¿Cómo has estado estos cuatro días sin mí?-
Murmuré gracioso antes de depositar un corto beso en su frente.

Alec me miró fijamente analizando mis palabras, luego de eso me dedicó una hermosa sonrisa amplia, seguida de un gran abrazo que acepté gustoso. Sentí el pecho de Alec vibrar levemente a modo de risa.

-Tonto, me asustaste.-

-Tu chocaste contra mí, Nefilim estúpido.-

-Veo que los apodos no son lo tuyo-

-Cariño, mis apodos son lo mejores en este mundo-

-Lo que digas, Bane. ¿Vamos a Clase? El profesor de física llega 5 minutos antes y empieza a dar clase antes de tiempo-

Asentí levemente y lo acompañé a su casillero, lo observé mientras el llegaba a este y fijaba la mirada a una escritura de tinta blanca en la parte superior izquierda de su casillero. Sonreí levemente al notar emoción en su mirada al leer la frase "Sonríe más a menudo, alumbras mi vida".

Lo miré atentamente mientras dejaba su sonrisa desaparecer y abría su casillero para sacar cosas de este. Genial, cuarta vez que dejo un mensaje y el no nota que son míos. Centré la mirada en las vendas que yacían sobre su nariz y al ver que estas le daban un toque gracioso reí levemente, a lo que Alexander me miró atento.

-¿De que te ríes?-
Murmuró confundido.

-Esas vendas... te ves gracioso-
Dije entre risas.

-Ti vis griciisi... chino idiota-
Me imitó sonrojado para esconder la cara en su casillero.

-¿Oye cómo que chino?-

-¿No eres chino?-

-Claramente no, Alexander-

-Pero tus ojos...-

-Soy indonés-

-Ohh... tiene sentido...-
Dijo avergonzado provocando que volviera a reirme.

-...¡Ya para de reírte!-
Insistió con un sonrojo más fuerte y una sonrisa que intentaba ocultar.

-Ya, ya... lo siento-

Alec cerró su casillero y caminamos juntos hacia el salón de física, en el camino hablamos sobre como fueron esos 3 días, dijo que sus padres extrañamente no habían molestado mucho, tan sólo cenaban en la casa y dormían, no estuvieron muy presentes estos días.

Me alegro que al menos haya tenido una recuperación tranquila en casa.

Luego de llegar al salón tomamos asiento en una fila intermedia del salón, Alec tocaba algo incómodo sus vendas, a lo que me percaté.

-¿Qué tienes?-

-¿De verdad me hacen ver gracioso?-
Murmuró en un tono preocupado intentando de alguna forma acomodar las vendas. Se lastimaría si seguía así.

-Ya para, te vas a lastimar. Sólo estaba bromeando, te quedan mejor de lo que imaginé-
Le respondí sincero y le dediqué una sonrisa volviendo a acomodar las vendas con sumo cuidado.

Alexander desvió la mirada segundos más tarde y apartó esta casi al instante. Me giré hacia el lado que el había mirado posteriormente y me percaté que habían dos rubios sentados dos filas más atrás, mirándonos fijamente.

Jace me miraba con recelo, como si hubiera tocado algo que le pertenece. Por lo que tomé la mano de Alexander y lo miré desafiante.

Alexander no es un juguete, maldito idiota, si quieres que sea tuyo al menos tratalo bien.

Salvado por el chico nuevo.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ