Capítulo 6

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El viento movía las cortinas azules de su oficina

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El viento movía las cortinas azules de su oficina. Estas ondeaban en un delicado movimiento, cuyo color se reflejaba en dicho lugar, tiñéndolo todo de azul. Y la luz intensa que se filtraba, hacía que su cabello negro resplandeciera con toques blancos y azulados

Se encontraba sentado en su escritorio, como todo el tiempo. Sus ojos intensamente azul hielo, resplandecían luminiscentes ante el brillo de la pantalla del ordenador, y su cara, que usualmente era un iceberg, mostraba concentración. Solo a solas se permitía un respiro, un respiro que le hacía bien para poder controlar la neutralidad de sus emociones desembocadas. Como odiaba sentir tanto.

No había parado desde hace dos horas, organizando los documentos de contabilidad y organizándolos de una manera mas ordenada. Tenía un ligero dolor de cabeza, por el fastidio que esto le suponía, y los músculos de sus piernas se quejaban por estar sentado tanto tiempo.

Pero el trabajo era el trabajo.

Su vida era mecánica, eficiente, y exitosa. Pero pronto, empezó a descubrir que se estaba aburriendo.

Pasó tres años viajando por el mundo, recorriendo los lugares mas exóticos, y disfrutando de vistas gloriosas. Todo financiado por el Pacto. Sin embargo, ya hace mucho tiempo de eso, y lo extrañaba.

Pero sabía que extrañaría también a Richelle.

Richelle, su tonta hermana rebelde. Había veces en las que no sabia qué hacer con ella. Richelle había llegado a su vida para alterar la poca paz que tenía, sin embargo, también hacia todo mas divertido. Ella era la que le quitaba la monotonía a su vida y la hacia menos aburrida.

Cuanto le gustaría llevársela con él. Pero no podría. Richelle es obstinada y terca. Jamás aceptaría irse y dejar a sus amigos por mucho tiempo. Era una chica demasiado leal.

Se rascó un poco la nuca, pensando. Tal vez ya era demasiado tarde.

La continuidad y la costumbre lo habían absorbido completamente.

No sabía cómo era que Helga vivía tan feliz con todo esto. Para ella, no había nada mejor que la rutina.

Pero Adrián era diferente. Poseía un espíritu aventurero muy difícil de explicar. Si por él fuera, ya estaría en cualquier parte del mundo, disfrutando de nuevos aires, conociendo.

¿Pero qué era lo que lo tenía bien atado en Hillwood? Richelle, por supuesto. Porque sabía que la extrañaría, porque el viajar no sería lo mismo sin ella. Y porque ella no quería moverse, así de simple.

Así que solo le quedaba seguir con su rutina. Una rutina demasiado aburrida.

Creyó que había acabado con el papeleo tan aburrido, hasta que escuchó el teléfono sonar. Dio un largo suspiro y lo levantó sin tardanza.

―¿Hola? ― contestó con su voz inexpresiva de siempre. Una voz que él mismo no podía evitar dejar de hacer constantemente.

―¿Adrián Walker? ― Preguntó el interlocutor. Adrián pensó de inmediato que esa voz le parecía conocida.

En Busca de un SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora