La boca del lobo

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Capítulo 7

El televisor estaba encendido, pero yo tenía el mínimo interés sobre él.

Horas antes me hubiera parecido algo más que una locura, una buena razón para que alguien creyera que necesitaba ayuda seriamente, pero después de pasar la siguiente noche sin dormir y estar a punto de tomarme la cuarta taza de café para no cerrar los ojos cada vez que me sentaba había decidido que esa fue la gota que rebalsó el vaso y colmó definitivamente mi paciencia.

No obstante, esa tarde de verano sentada en la sala de mi casa me mantuve en calma. Si había decidido hacer algo, tenía que hacerlo bien.

Se oyó una puerta cerrar en la segunda planta y unos pies que caminaron hasta aparecer por las escaleras detrás del televisor. Mis latidos retumbaron mi pecho y se presentó un hormigueo exasperante en mis piernas. Con una blusa sin mangas y una falda de botones, idéntica a la que yo llevaba puesta, Mercedes bajó sin prisa las escaleras mientras se colgaba la mochila en el hombro. Había acertado, sabía que cada miércoles a la misma hora de la tarde Mercedes tomaba sus cuadernos e iba a casa de Tatiana para hacer la tarea juntas, pues iban en el mismo grado y el mismo colegio.

Sentí por un momento que estaba tomando a mi hermana como conejillo de indias, pero me obligué a quitar todo pensamiento que me hiciera retroceder.

Ella abrió la puerta.

-¡Ya regreso! Estaré en casa de Tati.

Gritó hacia el comedor, donde se encontraba mamá con la mirada puesta en su ordenador y un paquete de galletas al lado. Ella asintió con la cabeza y levantando la vista se despidió con una sola palabra. La puerta se cerró con un sonido que habría sido normal para mi madre, pero que fue estruendoso para mí. Apreté el botón de apagar del control remoto y me apuré hacia la puerta, avisándole a mi madre que saldría también. Una vez afuera, Mercedes se encontraba a una corta distancia de la casa de los Hansson y tuve que acercarme a zancadas hasta su lado.

-¡Mercy!-exclamé en cuanto la tomé por los hombros.

Ella dio un pequeño saltito al sentir mis manos.

-Ya te dije que no me llames así-arrugó la nariz con fastidio y se apartó de mi agarre-¿Y qué haces? ¿Vas a alguna parte?

-Sí-volví a colocar las manos sobre sus hombros- Quería decirte que creo que ha pasado mucho tiempo desde que nos juntábamos como antes cuando íbamos juntas a ver a Tati, y la verdad este me parece un buen momento para hacerlo de nuevo así que iré contigo.

Ella se detuvo en seco y se alejó nuevamente de mí.

-Espera, ¿qué?

Levanté los hombros y puse gesto desentendido. Intuía que mi hermana no se comería el cuento, pero no esperaba que fuera tan dramática.

-Que de qué. Te estoy diciendo que iré contigo, a pasarla un rato, a conversar. ¿Qué hay de malo?

-Tú dejaste de acompañarme a la casa de Tatiana a los trece años.

Rodé los ojos-Y eso qué Mercedes. Nunca es tarde para volver a revivir cosas y recordar también buenos...

Su cara larga me quitó toda excusa. Ella me conocía perfectamente.

-Esta bien, como sea. Estoy aburrida, ¿me dejas ir?

-Por dios, pero claro que n...

-Qué bien, gracias, vámonos.

Le tomé el brazo y antes de que protestara nos apresuré hacia la entrada de los Hansson. Esperé a que ella tocara la puerta pero sólo se limitó a mirarme fulminante, entonces toqué el timbre.

Cuando caiga la luna. (Editando)Where stories live. Discover now