Hipnotizado

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Tony me llevó a casa en el coche de su padre, el mismo que solía usar a escondidas cuando este salía de viaje por unos días y no había impedimento para lucir su reluciente y bien cuidado Chevrolet negro.

Las pláticas con él no eran bastante recurrentes si no se trataba de algun tema en particular de la universidad, de los pocos cursos que llevabamos juntos la mayoría eran tan pesados como para mantenernos un buen rato quejándonos de las pesadas exigencias de los maestros y lo chica que nos quedaba la semana para terminar todo a tiempo. En particular todas eran bastante agradables para mantenerme entretenida, sin embargo descubría que cuarenta minutos en coche con él se me estaban haciendo algo incómodos entonces. Tony se pasó todo el trayecto preguntándome sobre mi ficticio accidente, al cual yo traté de responder con total naturalidad. No era muy buena mintiendo, pero terminé contándole cosas en parte ciertas y en parte inventadas sólo para no sentirme tan culpable. Me obligué a prestarle toda la atención posible mientras me explicaba las extremas complicaciones que se podían sufrir a partir de una herida, pero sentí cierto alivio en cuanto el auto disminuyó la velocidad y comprobé por la ventanilla que ya habíamos llegado a mi casa. Una vez estacionados me quité el cinturón de seguridad para bajarme del auto pero Tony me pidió que lo esperara un segundo antes de salir del coche y dirigirse hacia la puerta del copiloto. Fuí más rápida y abrí la puerta antes de que él llegara y me bajé de un salto. Apreciaba su caballerosidad, pero comenzaba a irritarme que me tratase como si me hubiera fracturado una pierna.

Me colgué la mochila al hombro agradeciéndole amablemente el viaje, y tras un pequeño sermón de parte suya por cuidar mejor de mis pasos, Tony me ofreció la más encantadora de sus sonrisas y partió finalmente en su vehículo.

Agotada entré en la casa para encontrarme con el tétrico silencio que habitaba dentro. Sólo una nota sobre la mesa del comedor me puso al tanto de que mis padres ya habían partido junto a Mercedes y Tatiana, pero me puso más entusiasta saber que me habían dejado la cena en el microondas. Hambrienta, puse a calentar la comida mientras ponía un poco de orden en la sala y la cocina antes de que llegaran mis padres aún sabiendo que eso podría ser algo tarde, pero para cuando ya había terminado mi apetitosa cena adelantada y lavado los trastes me invadió nuevamente la flojera.

Subí a mi habitación con desgano teniendo en mente que tenía tarea por hacer, pero antes de sumergirme en ello tomé una ducha fría que en vez de ayudarme a recuperar fuerzas me provocó más ganas de acurrucarme dentro de la cama. Por supuesto el clima tampoco ayudaba, pero aún así me obligué a encender la lamparilla y tomar asiento frente al escritorio para concentrarme en la lectura. Mientras lo hice luché contra la voz de mi cabeza que me sugería continuar en la comodidad de mi cama, ignoré la idea a toda costa sabiendo que dentro de las cálidas sábanas sería más fácil quedarme dormida. No obstante, tras una hora de incontables pestañazos, todo frente a mis ojos perdió el sentido.

Álex me llamaba desde algún rincón oscuro del bosque, el que por cierto estaba segura de no haber visitado antes. Su voz se oía desesperada entre los altísimos y viejos troncos cubiertos de musgo, la tierra olía fuertemente a humedad y yo me encontraba rodeada por un círculo de árboles teniendo muy por seguro que estaba soñando.

-Megan, te quiero. Ella no fue nada para mí, tú eres la única persona que necesito.

Aunque sabía que todo lo que estaba escuchando era producto de mi subconsciente aquellas palabras resonaron fuertemente en mis oídos, y a pesar de que intenté con todas mis fuerzas no conmoverme me invadió cierta frustración escuchar aquello de su propia voz.

-Megan, créeme, por favor. Dónde estás.

Caminé intentando seguir el camino que dejaba el sonido de su exasperante voz, la que cada vez se hacía menos soportable por el sufrimiento que expresaba. Un montón de ramas y arbustos entorpecieron mi paso hasta que luego de un rato caminando en círculos en la misma situación estuve a punto de darme por vencida, parecía no estar yendo a ninguna parte, hasta que un último llamado suyo se logró escuchar más cerca de lo que creí.

Cuando caiga la luna. (Editando)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon