Capítulo XXXIII : Una Dolorosa Despedida.

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La muerte de Isabella y Santino sorprendió muchísimo a Alan, para él fue duro ver como su novio lloraba a sus últimos parientes en sus urnas, estaba alejado de las personas porque una parte de él odiaba no haberlos esperado, se sentía culpable y se repetía esa palabra varias veces por no ser paciente. Estuvo a punto de cometer una locura ya que él mismo quería buscar a Sabine para hacer justicia por mano propia, todos los detuvieron terminando alejándose de los demás. Muchos le daban el pésame por la muerte pero Camilo estaba con una cara inexpresiva, era como si estuviera reteniendo sus emociones cosa que Alan no tomó muy bien ya que eso podría hacerle daño.

—¿Cómo te sientes amor?—le pregunta dándole un beso en la frente.

—En realidad no lo sé, molesto, dolido, son muchas cosas que están dentro de mí en este momento.

—Sabes que aquello no iba a funcionar, Sabine logra esconderse muy bien.

—Claro como ella no fue quien mató a tus abuelos—escupió con rabia.

Alan al escuchar eso se sintió muy ofendido y terminó yéndose del lugar en silencio, aquella respuesta tan violenta por parte de su novio fue como un golpe en el pecho nunca se había comportado de esa manera era como si fuera otra persona, Camilo lo único que necesitaba era su espacio aunque tampoco fue la manera correcta de dar una respuesta. Intentaba decirle algo a Alan pero ya era demasiado tarde, el daño ya estaba hecho provocando que su culpa creciera más hiriendo a la persona que prometió jamás hacerle daño.

Clarisa se dio cuenta que su mejor amigo tenía los ojos irritados el cual le pareció un poco extraño, por eso decidió llegar en donde estaba sentando y preguntarle qué le sucedía.

—¿Qué paso? En cuanto entraste te vi que estabas llorando.

—Nada, solo que estoy un poco afectado por la muerte de Santino e Isabella.

—Alan te conozco, los vi discutir.

—La verdad no sé qué le está pasando, de un momento cambió su actitud. Está lleno de odio por lo que hizo Sabine.

Tras desahogarse con Clarisa ya se sentía un poco mejor por lo ocurrido anteriormente, Camilo seguía sin comunicarse con nadie solo estaba al lado de sus urnas viendo hacia la nada, por ningún motivo nadie se le acercaba porque su semblante decía todo. El ambiente estaba tenso, su mente maquinaba que haría justicia por su propia mano al momento de que entierren a su abuelos el mismo buscaría a Sabine para matarla como lo hizo con ellos. La tarde estaba completamente gris, todo lucía triste inclusos las rosas de Isabella estaban completamente caídas como si no las hubieran regado con agua, una leve llovizna se hizo presente.

Se dio la orden de que ya era hora de enterrarlos y no querían que el estado del tiempo empeorara, todos se fueron retirando hasta quedar Alan y él solos en la misma sala de la funeraria, el pelinegro quería hablarle pero temía que volviera hablarle de misma forma que lo había hecho antes. Solo lo vio para luego darse la vuelta sin pronunciar algo, mientras iba caminando Camilo lo alcanzó y lo cogió del brazo sin duda lo tomó por sorpresa lo observó quedando sorprendido por el beso que le estaba dando cerró sus ojos y se dejaron llevar por el momento.

—Perdóname, nunca debí hablarte de aquella manera—le dijo en voz baja.

—No tengo nada que perdonar, fue tu reacción por tanto dolor que sientes—exclamó Alan besando su mano.

—No quiero que me dejes solo.

—No lo haré, vamos es tiempo de irnos.

La lluvia se hizo más densa y todos estaban con sus paraguas negro, era devastador ver las dos urnas siendo enterradas por la tierra, nuevamente el castaño estaba llorando mucho porque le costaba despedirse de los dos, se arrodillo al suelo y tomo...

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La lluvia se hizo más densa y todos estaban con sus paraguas negro, era devastador ver las dos urnas siendo enterradas por la tierra, nuevamente el castaño estaba llorando mucho porque le costaba despedirse de los dos, se arrodillo al suelo y tomo un puñado de tierra para decirles:—Su partida es el dolor más grande que tengo, pero les prometo que buscara a Sabine y yo mismo la matare—todos se quedaron sorprendidos por lo que dijo Camilo se limpio las lagrimas de su rostro y agarro de la mano a su novio.

Llegaron al departamento Alan no quería preguntarle que porque dijo eso en el cementerio, solo estaba acostado de lado en el mueble, el pelinegro le comunica que descansará en su cuarto que iría en unos minutos para acompañarlo, se levantó y acarició su rostro para luego marcharse a la habitación. Tras el desastre que hubo en el departamento por el enfrentamiento de Sabine y Clarisa, Alan estaba recogiendo algunas cosas que no fueron ordenadas a tiempo por eso se tomó unos diez minutos para ordenar y limpiar algunos vidrios que quedaron en el suelo.

Llegó al cuarto observó a Camilo que aun estaba llorando pero no emitía algún quejido solo dejaba que las lágrimas recorrieran sus mejillas rojas, se acostó en la cama a su lado y lo abrazó para darle el apoyo que necesitaba, repetía una y otra vez que fue su culpa porque debió haber sido paciente, logró sacar un llanto ahogado porque su garganta sentía una presión fuerte en ella.

—Camilo no te sigas torturando, eso te hace daño, no fue tu culpa—le alegó Alan abrazándolo.

—Claro que lo es, porque yo debí protegerlos de ella. Nunca debí darles la espalda.

—¿Qué piensas hacer?—pregunta Alan.

—Tú ya sabes la respuesta.

—Eso no los traerá de vuelta, mancharas tus manos de sangre. Lo peor de todo es que te puedes convertir en un asesino igual que ella, tenemos que dejarles ese trabajo a las autoridades por favor para esto, que no ves que yo también estoy sufriendo. Si llego a saber que ella te hizo algo o peor, que te haya matado—comenzaba a llorar—yo ese día me muero de la tristeza.

Aquellas fuertes palabras hicieron que Camilo se quedara callado, su novio tenía razón de lo que estaba diciendo, si él llegara a matarla podría ir a la cárcel y eso sería peor porque el afectado sería Alan. Todo aquello que dijo era por la rabia que estaba sintiendo porque nadie fue tan cruel para planear un asesinato de tal magnitud, solo por un capricho de una mujer que no estaba en sus cávales desde hace un buen tiempo. Estaba recapacitando y era cierto que no estaba pensando bien, lo importante era que Sabine fuera capturada lo más rápido posible porque seguiría haciendo daño incluso podría buscar otras víctimas más, finalmente se convenció de que lo iba hacer podría ser el error más grande su vida.

Sabine solo llegó para crear caos y muerte, no se detendría hasta obtener la atención de Camilo pero esta vez supero los limites acabando con la vida de las únicas personas mas importante de su vida, por ahora no se sabía cuál era su siguiente plan por eso todos debían estar atentos a su próximo ataque. 

ALAN© [COMPLETA] (Libro 1)Where stories live. Discover now