Agridulce Desastre

Capítulo 10: El desastre ha ocurrido.

El desastre ha ocurrido,

y sólo por esta noche, no se sentirá tan mal.

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"¿¡Pero en qué estaban pensando?!"

"..."

"¿¡Qué fue eso?!" La cara de la maestra ya se había puesto verde de la ira, una vena se le marco en la frente y su voz ya se escuchaba rasposa, "¿¡Cómo van a arreglarlo?!"

"¡Ya deje de gritar!" Castiel le contestó, de igual manera que hacía con todos sus superiores cuando creía que estaban pasándose. Nathaniel suspiró, era uno demasiado exasperado.

El infierno se había desatado en su vida y todo gracias a Castiel.

Era un desastre.

Y aunque estuviera increíblemente molesto, ahora debía encontrar una forma de arreglar las cosas ahí afuera, en el escenario.

"Tengo una idea." Rosalya entró, aunque sus ideas consistían en menos de tres personas resultando impunes por ahora la deberían escuchar, a menos que a alguien se le ocurriera otra maravillosa idea, "Continuemos la obra, pero con un pequeño cambio."

Nathaniel levantó una ceja, Rosalya estaba fresca, orgullosa de su idea.

"Podemos decir que Teobaldo y Romeo tenían 'historia' juntos." Los murmullos se levantaron entra las cortinas que dividían al publico de ellos, algunas confusas, otras en desaprobación; la mayoría confusas.

"¿A qué te refieres?" La novia de la chica interfirió, Rosa sonrió astuta.

"¿Y si al final Romeo se casa con Teobaldo?"

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"Y así, una tragedia fue evitada, y los Capuleto y Montesco cerraron sus diferencias." Los aplausos se dispersaron asimismo algunos gritos del resto de la preparatoria.

Al final consiguieron crear una perfecta comedía basada en la tragedia de Shakespeare. Y por suerte, la gente no se tomó nada en serio, la madre de Iris fue a felicitarlos a todos, diciendo que a ella y a otros padres les causo bastante gracia y que estaban demasiado cansados de tanto reír.

Esto pareció relajar claramente a la maestra Reyna.

Pero a pesar de la gente estando agradecida y con una carga menos, todavía quedaba alguien con la ira en creces.

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"Castiel..." El rockero había entrado al pasillo principal para alejarse del gentío de fuera. Le tomó por sorpresa el hecho de escuchar una voz llamándole. Aunque claro, a este punto de la noche tan acostumbrado estaba de oír esa voz que le fue imposible no reconocerla en un momento. Aunque aquella voz no se encontraba para nada agradable aquella noche.

"¿Nathaniel...?"

Escuchó pasos acercándose rápidos e intimidantes, Nathaniel estaba enfrente de él. Agarrándole del cuello de la camisa el chico lo empujó contra los casilleros. No le estaba lastimando, pero el agarre no le dejaba ir, tampoco intentó forcejear, no es que quisiera empezar otra pelea.

"¿¡Qué te pasa?!" Castiel le replicó. Más confundido que enojado.

"¿Que qué me pasa? ¿¡A mí?!" Rio sarcásticamente, demasiado hiriente, "¿¡Qué te pasa a TI?!"

El pelirrojo no entendía, tenía una idea, pero no le gustaba. Por ahora seguiría con un farol, "¿A mí?"

"¡Sí! ¡A ti! ¿¡Por qué hiciste eso?!" Era exactamente lo que pensaba, aquél beso que le dio en el escenario, "¿¡Por qué?!"