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4, Octubre
MADDIE POV

Han pasado exactamente dos semanas, desde que regresamos de Bois. Thomas y yo estamos literalmente solos, todos nuestros amigos volvieron a sus casas, a excepción de Jace, ya que es mi asistente personal, pero el día de hoy está totalmente libre, ya que asistiré a una gala demasiado formal, junto a Thomas y el Rey Connor.

—Toc toc—Escuché, volteé a ver la puerta y el chico más guapo del mundo, estaba parado justamente en mi habitación— ¿Como estoy? —Preguntó mientras hacia una pose bastante ridícula, la cual me hizo reír demasiado.

—Hermoso—Mentí, él sabía que me estaba burlando de su magnífica pose, y no dudo en acercarse hasta donde yo me encontraba, arrinconándome contra la pared.

—Estas mintiendo—Se mordió el labio, y a los pocos segundos se abalanzó sobre los míos.

—Thomas—Dije entre pequeños gemidos, mientras que mis manos apretaban con suavidad su trasero.

—Quiero...tenerte...ahora—Su respiración estaba entrecortada, y su deseo era igual, o más grande que el mío.

—Soy toda tuya—Susurré cerca de si oído, su miembro estaba creciendo demasiado rápido, coloqué mis manos en su abdomen, y lentamente comencé bajando mis manos, hasta que ya estaban sobre lo que quería sentir desde un principio.

— ¿Quieres ser mía? —Preguntó, mientras besaba mi cuello.

—Siempre—Sonreí, y rápidamente dejé que una de mis manos se adentrará dentro de su pantalón y ropa interior. Soltó un gemido.

—Te amo—Continuo con su sesión de besos, y con mi mano, comencé a masturbarlo con lentitud, para que todo fuera más placentero, pero el sexo tuvo que esperar, ya que escuchamos los pasos de alguien y Thomas no había cerrado la jodida puerta.

—Con permiso—Dijo una de las empleadas, antes de adentrarse a la habitación.

— ¿Sí? —Pregunté con una sonrisa.

—El rey Connor los está esperando—Trato de parecer ingenua, ya que era inevitable quedarse viéndonos. Mi peinado estaba desordenado, y la camisa de Thomas, estaba afuera de sus pantalones.

—Debemos posponerlo—Me susurro cerca de mi oído, para luego besarlo y lamerlo.

—Lástima—Me acerqué a él y comencé a tocar y apretar su miembro desde su pantalón, me incliné hacia él y cuando estaba a punto de besarlo, me quité aquel pequeño broche, para que mi cabello quedara completamente suelto.

—Maddie—Dijo molesto, le di un beso en la mejilla, caminé hacia una pequeña mesita que había en la habitación.

— ¿Enserio debo colocarme esto? —Enseñe una pequeña tiara, llena de diamantes.

—Era de mi madre—Sonrió, y me sorprendí.

—Debe ser muy valiosa para ti—Se acerco con lentitud.

—Tú eres igual de valiosa—La tomó entre sus manos—Por eso quiero que la tengas...para siempre—Me la colocó sobre mi cabello—Te ves hermosa—Susurró, para luego dejar un dulce y tierno beso en mis labios.

—Creó que ya se nos hizo muy tarde—Solté una pequeña risita y él me acompañó.

Entrelazo nuestras manos, para luego salir los dos de mi habitación. Comenzamos a caminar por el inmenso pasillo, hasta que por fin habíamos salido del palacio. El Rey Connor nos estaba esperando junto a un auto, y a los pocos segundos Joe, se bajó de aquel auto. Ambos estaban observándonos con una enorme sonrisa, el rey estaba más feliz que todos, no podía entender porque, aunque el estar con Thomas era parte de su felicidad. Él me ayudo a subir al auto, luego mi queridísimo novio, se subió a mi lado, mientras que el rey se sentó al lado de Joe, en el asiento del copiloto. Durante todo el camino, mi mano estaba entrelazada junto a la de Thomas, nos mirábamos por largos minutos, soltamos pequeñas risitas, y mi mirada volvía a posarse sobre él, y la de él sobre mí. No me aburría de verlo, es más, me sentía bastante bien, feliz.
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Había demasiada gente, y muchos, pero demasiado reporteros, tomando demasiadas fotografías, y con solo verlos, mis nervios comenzaron a desbordarse de mi cuerpo, mi respiración se aceleró, y tenía miedo, literal no quería bajarme del auto, estaba asustada por todo lo mal que probablemente haría en ese lugar, Joe se bajó con rapidez, le abrió la puerta al Rey Connor y todo el mundo comenzó a tomar fotos, mientras que las reporteras lo llamaban para hacerle un par de preguntas.

—Tengo miedo—Solté sin querer.

—Yo estoy a tú lado—Sujeto mis dos manos y se las llevo con lentitud a su boca para depositar un beso en ellas.

— ¿Y si algo me sale mal? —El miedo había comenzado a vivir en mi cuerpo.

—Nada va a salir mal—Él con su hermosa sonrisa, y mientras acariciaba mi mejilla con lentitud, intentaba tranquilizarme.

— ¿Vas a estar conmigo? —Pregunté como una niña pequeña.

—Siempre—Sonrió, se deslizó hasta la puerta, la cual ya estaba abierta, estiró su mano para que la tomara.

—Gracias—Me acerqué a él y dejé un beso en su mejilla.

Salimos, una gran multitud de chicas gritaban, lo que al parecer era un club de fans, de Thomas. Él jamás soltaba mi mano, cada cinco segundos las cámaras lanzaba ese pequeño e irritante flash, suspire de alivio, cuando ya estábamos dentro del lugar donde darían "La gala". Pero no había descansado del todo, muchas personas "Millonarias", importantes de Villandry, y uno que otros invitados de otros países. "Dios", estaba asustada, y los nervios jamás desaparecieron, literal se habían escondido, pero al ver a todas las personas, se dispararon dentro de mí.

— ¡Thomas! —Aquellas voces chillonas e irritantes, resonaron a lo lejos, los dos dimos la vuelta y eran nada más que "Cosa número uno" y "Cosa número dos".

— ¿Como has estado? —Katty abrazo a mi novio, y este sin querer, se vio obligado a soltarme.

—Te ves bastante guapo—Dotty sonrió, para luego lanzarle un beso a Thomas.

—Chicas—Mi novio las separó de él con cuidado—Por si no lo ven...se acercó nuevamente hacia donde me encontraba de pie—Estoy con mi novia—Sonreí, los nervios habían desaparecido, y podía decir que me sentía extasiada por como él me había dado mi lugar—Con su permiso—fue lo último que dijo antes de que ambos nos marcharemos de aquel lugar.

Me sentí bastante bien, el saber que Thomas no estaba cometiendo los mismos errores, que la cena que organizo el primer ministro.
Llegamos a un salón lleno de mesas redondas, y enfrente, un hermoso escenario, varias personas se acercaban a saludarnos con amabilidad, varios aduladores aparecían, apreciando todo lo bueno que el Rey Connor, junto a su hijo Thomas habían hecho en el país, pero mientras que existían personas amables y también, el lugar estaba repleto de mujeres y un par de hombres, que les molestaba mi presencia, principalmente por no pertenecer a la realeza, o ser alguien importante en el mundo, literal soy una chica amable, y he sobrevivido junto a mi padre a muchas cosas, y eso a ellos no les importa para nada, debes tener literalmente "Sangre azul", como algunos suelen llamarlos. Suspire, Thomas al notar mi "Aburrimiento y desinterés", se acercó, tomó mi mano y nos encaminamos hacia una de las mesas.

— ¿Estas bien? —Preguntó con preocupación—Porqué si no lo estás, podemos largarnos de aquí—Sonrió, con unas inmensas ganas de besarme.

—Bésame—Susurré, nadie nos escuchó.

—No puedo hacerlo—Susurró.

— ¿Que te detiene? —Mis palabras cada vez más, lo estaban provocando, se notaba las ganas que él tenía para besarme, pero como siempre, el estúpido "Que dirán", de las demás personas, podría dañar la reputación del príncipe de Villandry.

—Sabes que no puedo—Fueron sus últimas palabras mientras que todo el mundo comenzaba a organizarse.

Al parecer todo iba a ser algo cultural, lleno de cosas, costumbres, leyendas que conforman toda la historia de Villandry. Sonreí, una obra de teatro estaba a punto de iniciar, "La Rosa", era el título de aquella obra, todo estaba ambientado en la época de la conquista de este lugar, varios guerreros Alemanes y Franceses, habían unido fuerzas, para librarse de todos los Vikingos que invadían estas tierras, "Todo lo que vimos en clase de Historia", pensé, recordando detenidamente todo lo que vimos aquel día, la escena terminó con la coronación de los primeros reyes, un cartel, donde decía "Cuarenta y ocho años después", Una hermosa chica, llamada Hilde, era la hija menor de Sylvain, uno de los cuatro hijos del primer rey. Caminaba lentamente entre un pequeño jardín, hasta que, a lo lejos, logró divisar a una mujer moribunda, con una sábana roja sobre esta. "Jamás había oído hablar de aquella historia", todo estaba interesante, mientras que Thomas entrelazaba nuestros dedos. Hilde ayudó a la mujer, y ella para recompensarla le brindó una hermosa rosa de oro, brillaba demasiado, pero ella al principio no quería recibirla, aquella mujer insistió demasiado, hasta que logró convencerla, y hasta ese momento pude prestar atención.

Una mano de Thomas se instaló sobre mi pierna, mientras acariciaba lentamente, y cada minuto, subía cada vez más la mano, hasta que en media obra de teatro, ya estaba en mi entrepierna. Suspiré, no quería que él fuera así conmigo, recordé lo que habíamos empezado en el castillo, y porqué no...podríamos terminarlo en este lugar. Quité su mano de mi entrepierna, tratando de parecer la persona más molesta del mundo, y él pareció creerlo, sonreí por mi primera pequeña victoria, "Ahora el paso dos", dije con lentitud en mi mente. Ahora debía ser yo quien posara mi mano sobre su pierna, y como él creé que estoy enojada, se dejará hacer todo lo que yo quiera para que mi "Enojo" desaparezca. Comencé a hacer pequeños círculos sobre su pierna, con las yemas de mis dedos, nada interesante todavía, poco a poco subía mi mano, hasta que esta estuvo cerca de su miembro, no estaba para nada excitado, su mirada la tenía clavada en la obra de teatro, entonces con mi mano acariciaba lentamente todo su miembro, para que este se despertara, y este estaba haciendo todo lo que yo quería. La mano de Thomas tomó la mía, por la muñeca, tratando, con todas sus fuerzas, quitarla de su camino, pero yo estaba dando la pelea debajo de aquella mesa. Ninguno de los que estaba allí presente, se estaba dando cuenta de lo que el príncipe y yo estábamos haciendo. Tiré mi mano con algo de fuerza, logrando zafarme de su agarre, y con rapidez me adentre al interior de su pantalón, haciendo exactamente lo mismo que había empezado en la habitación. A él comenzó a gustarle y en vez de tratar de que yo quitara mi mano, él tenía la suya encima de la mía, obviamente sobre su pantalón.
La obra había terminado, y nosotros dos nos perdimos literal toda la historia. Solté una pequeña risita, y un par de camareros ya se habían colocado a repartir la cena de esta noche, un par llegaron a nuestra mesa, tenía miedo de que alguien se diera cuenta de lo que hacíamos, pero cuando estaba a punto de sacar mi mano de su pantalón, él me detuvo, me brindo una sonrisa de picardía. Estaba muerta de nervios, los camareros pasaron, dejaron nuestro primer plato con la entrada y una sopa que al parecer era de calabaza, por el color que esta emanaba. Thomas aún no me había soltado, apreté con algo de fuerza su miembro, y por fin mi mano estaba en libertad, me levanté de mi asiento, debía ir al tocador para lavarme ambas manos.
Algunas personas me observaban, pero trataba de ignorarlas, a todas, llegué al hermoso baño, camine hacia uno de los lavamanos, coloqué mis manos debajo de la llave, el agua salió gracias al sensor, me apliqué un poco de jabón, el cual olía a menta con avena, el olor era embriagador, pero mi paz y tranquilidad, se esfumaron gracias a los gemelos que aparecían en el libro de Alicia en el país de las maravillas.

—Hay muchas criadas esta noche—Comentó Katty, mientras se acercaba al lavamanos que estaba al lado derecho de mí.

—Aunque hay algunas que no están haciendo su trabajo—Dotty hizo exactamente lo mismo, pero a mi lado izquierdo. Traté de ignorarlas, pero fue imposible.

—No sé qué le vio Thomas a esa andrajosa—Soltó una pequeña risita, suspire.

—Jamás se casará con ella—Comento Katty—Le hizo exactamente lo mismo a la hija de aquel panadero—Agregó y las dos comenzaron a reírse.

—Evelyn fue la primera que cayó en las mentiras de aquel casanova—Aquel nombre literal se me había olvidado, pero gracias a ellas había vuelto a resonar en mi cabeza.

—Queridas—Llamé la atención de ambas— ¿Saben que es esto? —Señale la pequeña tiara llena de diamantes que tenía en mi cabeza.

—No es de diseñador—Contestó Katty, la que, al parecer, es la más estúpida de las dos.

— ¿Una tiara que hiciste con diamantes falsos? —Habló Dotty, y ambas soltaron una carcajada.

—Queridas—Suspire, sonriendo lentamente—Esta tiara le pertenecía a la Reina Anne-Lise—Ninguna de las dos se lo podía creer—Y ahora es mía—Les lancé un beso por el aire—Que disfruten la velada—Salí del baño, y me sentía diferente, mejor, ya nadie podía hacerme sentir inferior.

Pero sinceramente no quería quedarme en aquel lugar lleno de personas aburridas, así que tomé mi móvil, y empecé a enviarle miles de mensajes a Thomas, hasta que este por fin decidió revisar el móvil, volteó a verme y le hice un par de señas para que viniera a buscarme. Observé como él hablaba con un par de hombres que estaban sentados a nuestro lado, y en menos de unos quince minutos, apareció, con una cara no tan agradable.

— ¿Que estás haciendo? —Preguntó confundido.

—Ya me aburrí—Contesté, tomé su mano y salimos corriendo por el inmenso pasillo.

Me di cuenta que un par de camarógrafos, comenzaron a seguirnos, debíamos esquivarlos, cueste lo que cueste, así que no podíamos perder demasiado tiempo. Llegamos a unas escaleras y sin pensarlo las subí con rapidez, Thomas no preguntaba nada, ya que al igual que yo, estaba muy aburrido con todo lo que sucedía en ese enorme salón. Pequeños letreros que encontrábamos al subir, nos indicaban que estábamos a punto de llegar a la azotea, "Jamás lo he hecho en una azotea", fue lo primero que paso por mi mente. Los camarógrafos no se habían dado cuenta de que habíamos subido las escaleras, los habíamos perdido, y nosotros llegamos a la aclamada azotea.

—Debemos encontrar una llave—Comenté y él confundido, comenzó a hacer lo mismo que yo.

— ¿Por qué una llave? —Preguntó más confundido.

—Porqué la puerta no se puede abrir desde allí fuera—Sonreí al encontrar lo que estábamos buscando.

Abrimos la puerta, y el aire frío invadió nuestros cuerpos por completo, los edificios, carreteras y demás cosas se veían realmente pequeños, estábamos literalmente en el piso número veinte, de un inmenso edificio, el más importante de Lymveur. Me acerqué hacia donde se encontraba Thomas, con una sonrisa de picardía, le di un beso lleno de pasión y excitación, este lugar me estaba colocando realmente caliente, y sabía que a él también lo estaba prendiendo.

—Jamás lo he hecho en una azotea—Sonreí para volver a besarlo.

—Te amo—Me beso, comenzamos a desvestirnos, dejamos la llave a un lado y nos unimos en uno solo, nadie podía encontrarnos en este lugar, nadie literal sospechara absolutamente nada.

AfterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora