Capítulo 8

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Narra Violette

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Narra Violette

El silencio reinó al otro lado de la linea telefónica, estaba casi segura que sonreía arrogantemente.

Mmm, no lo sé, déjeme pensarlo

—Me está tomando el pelo, Señor Williams —respondí un poco colérica, estaba desesperada y él lo sabía.

No, para nada. La llamaré después, justamente ahora no puedo seguir hablando, estoy entrando a una reunión muy importante.

Sin dejar que yo respondiera cortó la llamada. Frustrada tiré mi celular al escritorio y me recosté en mi silla giratoria.

Unos toques sonaron en mi oficina.

—Adelante.

Wilson, uno de mis mejores modelos, entró con unos papeles en mano.

—¿Qué se te ofrece Wilson? —pregunté inquisitiva, era raro que él viniera a mi oficina.

Él se rascó la nuca, notablemente nervioso, causando que mi curiosidad aumentara. Caminó hacia mi escritorio poniendo unos papeles sobre mi escritorio, los cogí inmediatamente para leerlos.

Con sólo leer el titulo hizo que mi corazón latiera más rápido de lo normal y que poco a poco mi cuerpo se fuera invadido por la ira.

—¡No puedes renunciar! —exclamé

—Si puedo, notablemente esta marca se irá a la quiebra y cuando eso suceda no quiero formar parte de ella. Con la experiencia que obtuve aquí facilmente puedo conseguir un buen empleo.

No creía lo que estaba ocurriendo, me negaba a aceptar que uno de mis mejores modelos masculinos se fuera, esto significaría una gran baja para la marca.

—¡Bien! —solté un sonoro suspiro, cerré los ojos por unos milisegundos tratando de hallar tranquilidad al cerrarlos, los abrí y le observé seria —Pero una cosa te advierto, no has querido ser parte de esta marca en sus malos momentos así que no pretendas regresar cuando ella vuelva a ser lo que era antes o aun mucho mejor. Porque si, esto solo es un mal momento, algo pasajero.

Él sólo permaneció callado, tomé un lapiz tinta y firmé la carta de renuncia.

—Un gusto haber trabajado en esta marca —contestó tomando el papel cuando lo deslicé hacia él.

—Sal de aquí, ya no eres parte de Virromi, no tienes derecho de seguir en mi empresa.

Se dio la vuelta yéndose y cerrando la puerta tras de sí. Lancé el lapiz a esta y debido a la fuerza que lo tiré al chocar se hizo pedazos.

¡¿Por qué la vida es tan injusta?!

Tenía que aprender a elegir mejor a las personas que me rodeaban y dejar de depositar tanta confianza sobre ellos.

Destruido CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora