Claroscuro (Parte 2)

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               ***

  ―¡Hola! La Tierra llamando a Marte, ¿se encuentra Lizzi por allí? - bromea Archi de repente, para atraer mi atención.

Cuando regreso a la realidad, sintiéndome más calmada además de menos acezosa, levanto mis parpados de nuevo y, antes de guardar mi teléfono en el bolsillo trasero de mi Jean, giro sobre mi propio eje y finjo como toda una experimentada actriz de Hollywood que no está ocurriendo nada de nada, que soy Alicia en el país de las maravillas.

En cuestión de segundos, un nuevo pitido me avisa de otro mensaje conforme camino hacia el mostrador dispuesta a seguir con mi trabajo y charlar otro poco con el bombonazo de Archi; quien de inmediato, al ver que paso del texto, no pierde oportunidad y me pregunta.

―¿Todo bien con mi suegrita adorada?

―Si -  sonrío, sin poder ocultar del todo el nerviosismo que me sale por los poros.

―¿Segura? -  insiste, al mirar como seco semejante a una maniática compulsiva una de las copas usadas para servir los helados.

¿Por qué tiene que ser tan metiche?

Y, sin saber muy bien a qué se debe mi necesidad de ocultarle al mundo entero y a él la repentina aparición de Luifer, recompongo un poco mi torcida expresión y, mirándolo a los ojos para infundirle más veracidad a mi mentira, le afirmo sin titubeos.

―Ya te dije que sí. Solo es mamá siendo ella, atormentándome con lo de mis medicamentos y la consulta con el doctor Arias.

Él, no muy convencido de mi respuesta, ya que por ser un maestro de las artimañas las huele a kilómetros, enarca una de sus cejas acusador y, tras pasear sus ojos por cada milímetro de mi rostro, murmura ponzoñoso.

―Bien. fingiré que te creo. Solo espero que lo que estés ocultándome no sea lo que me estoy imaginando -  y, para reforzar su indirecta e intensificar mi tortura interna, me dedica una sonrisa maliciosa en la que veo materializarse un claro ‟estás pillada niñita".

Sin extrañarme de su suposición, pues su perspicacia salta a la vista tanto como su buen rollo, lo miro darle un sorbo al capuchino que, Francesca, le ha servido y espero otro de sus paternales sermones, que no tarda en llegar.

―Solo espero que pongas en práctica esta vez mi sabio consejo, recuerda, guerra avisada no mata soldado y si lo mata es por descuidado.

Más razón no puede tener el condenado.

Sin nada que agregar a sus palabras, sonrió en asentimiento y le tiendo el platillo rebosado de torta tres leches que ha ordenado, que comienza a devora enseguida sin ningún tipo de remordimientos. ¡Es un goloso! Y mientras, todas esas calorías entrar sin freno en el cuerpo de atleta de mi amigo, continuamos hablando sobre los detalles del fulano torneo de Voleibol, lo que agradezco infinitamente, ya que mantener mi mente ocupada impide que, tanto esta como mis ojos, sucumban a la rubia tentación de ojos petrolizados que imagino a punto de un derrame cerebral dentro su auto. Conociendo al personaje, debe estar que echa espuma por la boca de la rabia, y no sé por qué estar segura de aquello me causa un doloroso regocijo en el cuerpo.

Pasado el mediodía, el negocio parece un desierto, por lo que, una vez las chicas se marchan a disfrutar de sus horas de almuerzo, ayudo a la Tía Roberta a cerrar el negocio antes de subir a su apartamento y unírmele en otro de sus episodios Master chef". Mientras bajo la Santamaría la tentación por fin me gana, no puedo evitarlo, ya son muchas horas resistiéndome a esta, y para mi sorpresa, noto que el automóvil de Luifer no está por ninguna parte, lo que logra angustiarme todavía más.

IRREMEDIABLEMENTE ENAMORADOS (Devuélveme Tu Amor) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora