XIII

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Hana se consideraba a sí misma una niña inteligente. A su edad ya sabía dibujar un paisaje sin el sol en la esquina de la hoja y contar hasta el treinta sin equivocarse, pero le hizo falta toda su habilidad cognitiva para tratar de entender porque la cara de su tío Ei estaba roja cuando ella entró a la cocina.

¿Acaso estaba robando galletas? Porque si ese era el caso ella no diría nada, siempre y cuando compartiera el botín, sobraba aclarar. Pero el verdadero caso era que Kirishima estaba tratando de cocinar, aunque fuera por una vez, quería ser él el que lo hiciera, pero se estaba arrepintiendo.

– ¿Se acabaro' las galletas tío Ei?

– ¿Eh? No... Creo... Aún es muy temprano para que comas eso Hana.

La niña no estaba de acuerdo con eso, siempre era buena hora para una galleta, pero su papi le había enseñado que si su tío Ei decía algo era porque así era, por ende no discutió – Tío Ei, tu carita parece un tomate.

La sangre se acumuló aún más en el rostro de Kirishima al escuchar eso – Me tomaste por sorpresa niña, pensé que eras tu padre...

– ¿Te hizo llora' otra vez?

– No... Es que no le gusta que entren...

– A mi cocina sin autorización.

Tanto Hana como Eijiriou dieron un respingo ante la aparición de Katsuki, que se mantenía de pie en la entrada de la cocina mientras juzgaba duramente a su intento de conquista con la mirada.

– ¡Solo quería ayudar con el desayuno! Sabes que cocino bien.

– Mejor de lo que lo hago yo, eso no te lo discutiré, pero tienes un trabajo para el que alistarte así que mejor vete yendo a bañar y déjame esto a mí.

Kirishima fijo su mirada en el suelo y empezó a salir de la cocina con cierta vergüenza, se había olvidado de que ese día tenía que ir a la agencia, cuando hubo desaparecido en el pasillo Katsuki se fijó en su hija.

– ¿Qué hemos hablado de entrar a la cocina?

– No hay nada en el fuego.

– Sigue siendo peligroso cariño, ahora sal un momento, tengo que poner a calentar lo del té.

– Papi.

– ¿Mm?

– Si te casaras con el tío Ei, tú serías la esposa ¿Veda?

Fueron los tres minutos más incómodos que Hana hubiera experimentado en sus cortos años de existencia.


Sunneater llevaba exactamente veinte minutos sacándole detalles a Red Riot sobre su conversación con Bakugou, no le dejaría patrullar en paz hasta que no le hubiera dejado al tanto de absolutamente todo.

– ¡Eso es todo, Sun! No es como si hubiéramos hablado muchísimo.

– No me importa la cantidad, me interesa lo sustancial de su charla ¡Es lo que siempre has querido! Se hizo realidad, o se está haciendo.

– ¿Sabes? Me agradabas más cuando eras extremadamente callado.

– Es una lástima que haya superado mi timidez, lo sé, a veces la extraño.

Kirishima iba a rebatir eso cuando el deber hizo su llamado, jamás en su vida pensó que se sentiría tan agradecido con un maldito ladrón de carteras.


Las cosas en el jardín infantil transcurrían bastante normal, Hana se encontraba coloreando una flor-dinosaurio en la misma mesa que su mejor amigo, Ryoma Todoroki, quién antes iba a un jardín diferente pero que por cuestiones demasiado complicadas para ellos se encontraba allí.

El chico de cabello medio negro y medio blanco hacía garabatos con su lápiz verde bastante concentrado, como si fuera un arquitecto con su primer diseño de plano. La profesora encargada se paseaba por las mesas observando a los niños, felicitando a unos por sus trazos y corrigiendo a otros por portarse mal.

Le tenía especial cuidado al pequeño Todoroki debido a lo que su tía le había comentado cuando lo inscribió allí, al parecer los padres del niño estaban enfrascados en una verdadera batalle legal por la custodia de Ryoma y su hermana mayor, y no querían que nada de eso fuera a perturbar a los niños.

– ¿Qué dibujas, Todoroki-kun?

Ryoma mantenía su ceño fruncido mientras repasaba los bordes de su círculo irregular ininterrumpidamente – Una pelota.

– Que bonita ¿No vas a colorearla por dentro?

– No, es una pelota blanca.

– Oh, ya veo, sigue así.

El niño se detuvo cuando la profesora siguió a observar el dibujo de Hana, la "Flor-dinosaurio" era un montón de rayas y círculos un poco difíciles de distinguir, pero si se miraba con atención se podía ver donde empezaba el tallo y donde terminaba la garra. El hecho de que la sentaran siempre junto al Todoroki era porque esperaban que una niña tan sociable como ella trabara amistad con el chico, que era un poco callado y tendía a jugar solo.

– ¿Qué hicite, Ryo?

– Una pelota blanca.

– Yo tengo una de colores ¿Quieres verla? La traje hoy poque mi papá no le ha puesto el brazo a mi Ol Maito.

– ¿Tienes un Ol Maito?

– Sipi, y quiero un Ende-Avo, pero mi papá dice que sobre su cada... Caba... Bueno, que no me lo va a comprar.

– Mi abuelo es Endeavor.

– ... ¿Quieres ser mi mejor amigo?

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⏰ Last updated: Jun 17, 2018 ⏰

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