Capítulo Treinta y uno La Familia el Mayor Tesoro

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Jazmin invito a Sole a pasar el día con ella y Milly. Tenía programado llevarla a almorzar, pasear y luego comer helado. Su agradecimiento por la mujer que durante dos años se había convertido en la persona que cuidaba a su princesa con tanto amor y dedicación como lo hacía ella, merecía mucho más que su afecto y consideración. Sole era dulce, amorosa y muy especial con todo aquel que visitara la casa de Jazmin, ella no podía estar más que feliz teniéndola cerca, su apoyo incondicional iba más allá de ocupar un trabajo y desempeñarlo a cabalidad.

─¡Sole! ¿Puedo pedirte un favor?

─¡Sí! Señora Jazmin.

─¿Podes de ahora en adelante no llamarme más señora?

─Será difícil quitarme la costumbre.

─Yo sé que vos podes.

─¿Y cómo quiere que la llame?

─Por mi nombre. Simplemente Jazmin o Jaz. Como tú prefieras.

─Ok. Lo intentare.

─No quiero que te sientas incómoda. Ya nos conocemos hace tanto que eres parte de mi familia. No creas que por llamarme como te pido yo sienta que se está perdiendo el respeto y el cariño que nos tenemos.

─Está bien Jazmin.

─¡Buena esa Sole! Viste que sencillo resulta. Gracias por ser mi apoyo todo este tiempo. Mi hija y yo lo valoramos mucho.

*******

─Florencia despertó sobresaltada y llorando por un sueño revelador que le reflejo una verdad que debía afrontar. Su madre Teresa y su hermano Javier eran los protagonistas junto a ella. Ambos en el sueño la esperaban sonrientes pero con lágrimas en sus ojos y con los brazos abiertos. Solo ella mostrando su arrepentimiento y reconociendo su error sería quién hiciera ese sueño realidad. Decidida salto de la cama y busco su teléfono celular para llamar a su cuñada.

─¡Hola Vir! Perdón por molestarte un domingo tan temprano. Por favor no digas que soy yo.

─¡Hola! Ok. Tranquila. Esperaba tu llamada. ¿Estás bien?

─Si lo estoy. Te llamo para pedirte tú ayuda.

─Decime, te escucho.

─¿Podes hacer que mi hermano vaya a la casa de mamá hoy en la tarde?

─Haré lo posible.

─Vir, necesito que vos también estés. ¿Será pedirte mucho?

─Conta conmigo allí estaré.

─Gracias. Lo que tengo que decirles no pude esperar más.

─Lo sé. Créeme cuando te dijo que ellos te están esperando. Te aviso cuando este en camino.

─Gracias otra vez. No vemos allá.

Florencia más calmada luego de hablar con su cuñada, se ducho y se fue a la cocina a preparar el desayuno. Su cabeza albergaba miles de recuerdos la mayoría dolorosos. Su estupidez la condujo a valorar aquello que al final le produjo la peor de las decepciones. Durante dos años dejo a un lado el amor y la preocupación de su familia por ella; dejo de compartir lo que más atesoraba un abrazo, un beso, una palabra de aliento. Ahora sumida en su miedo a ser rechazada se sentía perdida y atormentada.

─¡Buen día Flor! ¿Pudiste dormir?

─¡Buen día Loly! Dormí poco y cuando logre hacerlo tuve un sueño con mi familia. Estoy decidida, hoy hablare con ellos.

El destino tiene otros planes  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora