Capítulo 19

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El día era perfecto; el cielo estaba despejado, el sol brillaba con intensidad y una suave brisa soplaba juguetonamente. No había habido un día tan hermoso en todo el verano como aquel o tal vez habían sido así todos los días pero esa mañana la diferencia se hallaba en un pequeño detalle: ella y Robert eran amigos.

Aún no encontraba un motivo de peso para comprender porqué el hecho de ser amigos la hacía tan feliz, su trato no había cambiado mucho, pero tal vez era la simple idea de sentirse aceptada, y de alguna forma apreciada, por el joven que hacía que su corazón irradiara felicidad.

- Lía, las dianas ya están colocadas- decía Kathryne mientras le alcanzaba a su amiga el arco y flecha, pero esta no dejaba de ver hacia la puerta principal, expectante - ¿sucede algo?
- No, no, es solo que… ¿está todo bien con Robert? No bajó durante el desayuno…
- Bueno es normal puesto que aún su tobillo no se ha recuperado del todo, pero sé que la señora Beans le subió una bandeja con el desayuno esta mañana - dijo tranquila, aunque no comprendía turbación de Lía.
- Pero ayer prometió que vendría…
Lía agradeció el que sus palabras no llegaran a oídos de su amiga y en vez de seguir esperando al muchacho decidió ir tras Kate e iniciar la lección junto con la instructora.

Debido al amor por la caza que profesaba Lord Vieuxford, Lía decidió mantenerse alejada de todo tipo de armas y decidió ocultar su buena puntería del ojo de su padre. Odiaba tener cosas en común con su progenitor, no podía hacer nada al respecto con su aspecto físico, había heredado el cabello negro y ojos verdes de él, pero podía cambiar su personalidad. Fingió durante todo un año el ser mala con el arco y la flecha hasta que su padre se dio por vencido, fue entonces cuando se inclinó por aprender a tocar música y al ver el desdeño que su padre mostraba a tal práctica se sumergió de lleno en ello.

Sin embargo, a veces temía al notar ciertas características típicas de su padre en su propia forma de ser, no hacía mucho Fanny había admitido que padre e hija compartían la misma mirada desdeñosa cuando alguien no les agradaba, así que no, hoy no iba a ser el día en que se volviera buena en arquería y sin duda alguna nunca cazaría un pobre animal.

***

Calvin era un ayuda de cámara muy eficiente, nunca había dudado de sus capacidades, pero ese día parecía el ayuda más lento de la historia, había hecho y deshecho el nudo de su corbata dos veces y, considerando a su dolorido amo, le había colocado lentamente la camisa y pantalones; el chaleco y saco aún reposaban en su cama y Robert ya podía escuchar a la instructora de Kathryne gritar las instrucciones para las jóvenes tiraran a los blancos.

Había sido su culpa. La noche anterior no había logrado conciliar el sueño hasta pasada la media noche pensando en ciertos ojos verdes y se había quedado dormido, sino fuera porque la señora Beans entró con la bandeja del desayuno no habría despertado, además, la visita de su padre lo retrasó aún más. En cuanto Calvin hubo terminado le dio las gracias y le pidió ayuda para bajar al primer piso, al llegar a las escaleras sintió curiosidad por ver a las damas.

Desde lo alto pudo admirar las esbeltas figuras completamente erguidas y concentradas en su misión,  bueno, al menos su hermana, ya que la señorita Lowell parecía tener dificultades sosteniendo el arco, tuvo que morderse el labio para contener una risa y sin esperar más bajó los escalones con ayuda de Cal.

- Señorito Robert, ¿qué hace aquí afuera? Debería estar descansando - preguntó la canosa señora James.
- Solo he venido a tomar un poco de aire fresco y admirar la práctica de las damas-  respondió cortés, aunque lamentaba tener otra interrupción ahora que estaba a tan sólo unos metros de Lía - ¿y que hace usted en los jardines? - preguntó interesado, era raro ver a la gentil mujer fuera de la cocina.

El disfraz de una dama ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora