Capitulo 8:

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Elín se relacionó durante las dos horas restantes mientras Teitur la esperaba aún en su cama. Tuvieron que aguardar hasta que el último invitado se fuera de la fiesta para finalmente escabullirse en la oscuridad hacia la camioneta. También Elín quería que su madre se durmiera, sabía muy bien, que lo peor que podía hacer era mencionarle de una fiesta aparte de la que ella había organizado y controlado. Pasaron a buscar a sus amigos y luego se internaron en un bar-club.

Sunna enredó su brazo alrededor del de su amiga en dirección a la barra. Ambas sabían a lo que iban y también sabían qué los ayudaría a los cuatro a ser más persuasivos a la hora de relacionarse ya que, de por sí, había cierta tensión entre Elín y el amigo de Teitur. Ese chico le generaba una vibra negativa la cual no quería que la afectara. Como era su cumpleaños, ambas utilizaron sus encantos para lograr que los barman les dieran un par de bebidas gratuitas.

—¡Feliz cumpleaños, amiga!— gritó Sunna descorchando una botella de sidra. La espuma se desparramó por toda su pollera, pero rápidamente se sirvieron para no perder ni un solo trago— Brindo por una noche única

En ese momento, Teitur le guiñó un ojo como si ambos supieran que esto era justamente lo que necesitaban. Su piel se erizó y para refugiarse de su mirada, bebió rápidamente su copa, lo que generó gritos y aplausos de sus amigos.

—Si vas a beber así, mejor te dejo la botella

—No podría— dijo Mirk a la vez que ella rechazaba el obsequio de su amiga. Las palabras del chico generaron que su humor cambiara, como el primer día que lo conoció— ¿Nunca tomas riesgos, verdad Elín?

—Salir esta noche, ya de por sí, lo es— habló firme mirando a Teitur que sonreía contra su bebida.

—¿Vamos a bailar o nos quedaremos charlando?— Sunna tomó el brazo de Elín y se incorporó entre todas las personas.

Bailaron durante lo que parecían horas, también compraron más tragos, pero ya sin el privilegio del cumpleaños. En la pista, ambas movieron sus caderas al ritmo de la música, disfrutando cada momento de su adolescencia. Los chicos se movían, de forma mucho más disimulada. Sunna trataba de animarlos a bailar con movimientos ridículos, aunque parecía divertirse incluso más que el resto, como si cierta droga estuviera en su interior y la hiciera hacer cosas que no solía hacer fuera de la pista de baile. Elín por el contrario, se sentía un tanto nerviosa y mareada,. Sabía lo que significaba estar en un bar-club bebiendo y junto a un chico que lentamente comenzaba a atraerle. Además, los indiscretos ojos de Sunna, le indicaban una y otra vez que se acercara al chico, porque de más estaba decir, que era obvia la situación entre los cuatro miembros del círculo, aunque no tanto la situación entre los agregados a la reunión. Es por ello que Sunna, tomó la iniciativa de hacerle la segunda a su amiga, empujó su cuerpo contra el de Elín que cayó sobre Teitur y gritó un "lo siento", antes de alejarse con el otro chico diciendo "buscaremos más tragos".

La música ensordecedora y la multitud de personas la hizo perder de vista a su amiga. Se sentía mareada y acalorada, pero tampoco era algo que la molestara. Aunque sí comenzó a desesperarse por no verlos. A pocos metros de ella, unos chicos que revisaban el lugar en busca de chicas a las que acercarse, la divisaron. Entró en pánico y bajó la cabeza, no le gustaba ese tipo de actitudes, la hacían sentir un pedazo de carne innecesario. Repentinamente, unas manos tomaron su cintura por detrás y la giraron. Estaba dispuesta a golpear a su atacante, dispuesta a luchar con todas sus fuerzas, pero se encontró con un rostro familiar, uno que le estaba comenzando agradar ver seguido.

Teniéndola agarrada contra su cuerpo, se empezó a balancear. Inaudibles palabras se modularon en su boca y aún así, ella supo que quería que le siguiera el juego. Siendo sincera consigo misma, no podía negar que le gustaba la idea. Subió sus brazos hasta enroscarlos en su cuello y se dejó llevar por la música house. Se sentía hipnotizada flotando entre sus brazos, al punto en que creyó olvidar por completo las miradas indecentes de los desconocidos. Teitur hundió su cabeza en el cuello de la chica rozando levemente la punta de la nariz contra su piel, su aroma lo embriagaba. Ambos se sentían en el cielo.

Mi porción de sangre (Elín y Teitur)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora