Capítulo 18:

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Ese viernes, Elín descubrió que a su jefa se le hacía costumbre la tardanza. Suspiró profundo y la observó estacionar frente al local. Cargó su bolso al hombro y le sonrió abriéndole la puerta.

—Elín, ¿podrías sacar la basura?— la muchacha se giró abruptamente. No quería ser descortés, pero esto la demoraría aún más. Respiró hondo, bajó su bolso al suelo y corrió escaleras abajo a sacar la bolsa del tacho e hizo lo mismo con el de la planta baja.
En lo más profundo sentía que era un abuso por parte de su jefa, pero para ella, todo lo que podía cruzar por su mente era reprenderse por no haberlo hecho antes. Corrió el micro casi una cuadra para poder llegar a tiempo. Pero el día aún no acababa. Su madre la esperaba en la puerta con los brazos cruzados.

—No necesito explicaciones, Elín. Sabes que tu deber es el estudio y luego el trabajo. Puedo mantenerte sin problema

—Ese es el tema, no quiero que me mantengas— los ojos de Freyj se achicaron como si una brisa de viento helado la hubiese abrumado de repente. Respiró hondo nuevamente y se dijo a sí misma que su madre debía afrontar la realidad. Ella ya tenía la edad suficiente como para poder analizar y trabajar su futuro- presente.

Freyj cerró la puerta detrás de ambas al entrar en el gran pasillo del colegio. Caminaron a la par en silencio durante un largo tramo, sin embargo, antes de llegar al aula, la directora volvió a hablar.

—No me importa quién sea esa señora, pero no puede abusar de ti como si nada. No es correcto que, sabiendo que tienes una obligación con horario, te tenga más tiempo del que debes estar y cobras, porque apuesto lo que sea a que no te paga ese tiempo extra

Y de ello no estaba segura Elín, pero tampoco lo consultaría con su jefa. Siendo novata, era una ferviente creyente de que cualquier comentario fuera de lugar generaría la molestia de la señora y esta la despediría. No podía perder su primer trabajo después de tan poco tiempo trabajando en el local. Necesitaba ahorrar cada moneda que pudiera juntar.

En la entrada de su aula, se giró hacia su madre y extendió su mano.

—Deberías pagarme las tareas de Tei

—¿"Tei"?— las mejillas de la muchacha se enrojecieron en menos de un segundo, pero eso pareció no notarlo su madre— La semana que viene te daré todo el dinero junto para que lo gastes en lo que quieras



Aunque el día transcurrió como si fuera el día más lento de su vida. Elín decidió prolongar su estadía en lo de Teitur con tal de evitar a su madre.

—Espero que te gusten los omelets porque no sé cocinar muchas cosas— le sonrió asintiendo —¿Sabes que en parte tu madre está en lo correcto?

—No quiero hablar de ella ahora— giró sobre la silla mientras lo miraba desplazarse por la cocina en busca de cada ingrediente.

—Perfecto, porque yo ando necesitando con urgencia una buena distracción— Elín mordió sus labios inconscientemente a la par en que él caminaba hasta su silla. Apretó con una mano su mentón separando sus labios y la besó lentamente. Su delicadeza hizo, que de alguna forma, las heridas sanaran quedándose en el olvido, su alma se elevó fuera del cuerpo en un suspiro. Apretó descaradamente su nuca tirando de ella para poder chocar sus pechos sin cortar del todo la distancia entre sus bocas.

—Mueve tus piernas un momento— una de sus largas manos rozó su rodilla sobre las medias de lana causando una corriente eléctrica que derritió el centro de sus piernas. Pero la intención del muchacho era sólo distraerla un poco, se agachó y tomó de la mesada una lata de arvejas. Elín no podía hablar de los nervios y ansias que manejaba. Lo vio caminar por la cocina para volver a concentrarse en su omelet— Cierra la boca así no tendré que mojártela de nuevo

Mi porción de sangre (Elín y Teitur)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant