Estrella fugaz

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Gracias por seguir esta historia hasta el final.

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Agotado, el demonio descendió justo en el camino infinito que formaba la muralla que separaba el paraíso del infierno. El frío del lugar y su nubosidad helada hicieron que Alfred creará vahó con su agitada respiración.

Sus dedos y sus alas estaban entumecidas por el esfuerzo y el repentino momento de calma.
Soltar su carga sería bueno para descansar, pero eso, sería una de las últimas cosas que haría.
Arthur ya hacía en sus brazos, gesticulando vivir una pesadilla en sueños, mientras un rastro disperso de plumas negras se había perdido en el extenso paraíso cuando surcaban sus cielos.

A cada momento, las alas de Arthur se iban desplumando, perdiendo belleza y vida.

-Tsk.

Alfred sintió como una parte destrozada de sus alas inservibles se desgarraba y caía como algo sucio en la muralla.

Mirando su alrededor chasqueó de nuevo los dientes, furioso por ver sólo nubes.

Se suponía que estaba buscando la manera de llegar a la Tierra, pero ahí no había nada. Si "bajaba" solo encontraría la Tierra de nadie y luego ¿Qué? Alfred, comenzando a sentirse frustrado, maldijo todo lo que se le ocurrió.

-Se nota que la estas pasando bien.

Alfred dirigiendo su mirada asesina a quien había hablado, sólo gruñó al darse cuenta de quien se trataba.

-Tan fiero y temible como siempre.-Siguió hablando el demonio de impresionantes alas blancas que se mantenía flotando a unos metros de la muralla, del lado que correspondía al infierno.-Tuve el presentimiento que estaba ocurriendo algo grande en el cielo.-Dijo señalando su pecho.- Después de tanto de no sentir nada y no saber nada de ti, aquí...justo en mi inexistente corazón algo se movió y por eso vine.

Matthew despegó sus ojos amatistas del azul de su hermano y observó al ángel inconsciente. Sus pupilas se agrandaron por lo que veía.

-Admito que tienes buen gusto. Y supongo que estoy viendo la razón de tu perdición-Decía.-. Mírate Alfred, herido, con las alas destrozadas y patéticamente desesperado.

Alfred mostró los colmillos y sus alas se abrieron, pero de inmediato su ferocidad se apagó.

Matthew arqueó una ceja.

-Tienes razón hermano. Tienes tanta maldita razón que me dan ganas de vomitar. Apunte hacia una meta imposible y ahora, por haber volado tan cerca del sol estoy a punto de perderlo todo.-Alfred miró con decisión a su hermano y habló lo más claro que pudo.-Pero no me rendiré tan fácil, perderlo, no es una opción.

El amatista de Matthew se volvió oscuro y su boca se curvó con un mohín de asco.

-¿De qué mierda hablas Alfred? Ya está bien de tus juegos. Ya te has divertido, causaste caos y miseria. Debiste satisfacer tus deseos y ahora, es hora de regresar a donde perteneces.

-No.-Dijo de inmediato Alfred.-No regresare al infierno. Debo de ir a la tierra. Debo de...

-¿Salvarlo? .-Intuyó Matthew negando lentamente con la cabeza.-De ser un demonio respetable y temido has pasado a ser un simple pajarillo desplumado. Me das asco. Deja al ángel y-

-¡Jodete! ¡Jodete Matthew! ¡Aún puedo arrancarte la lengua si lo deseo! ¡Puedo mostrarte tus vísceras mientras profano tu pútrido cuerpo!

Matthew carraspeó.

-Claro, eso suena divertido.-Decía descendiendo un poco.-Intenta hacerlo y te prometo que lo disfrutaré.

Los vientos en la muralla se volvieron impredecibles, soplaban de un momento vehemente a otro furioso, arrastrando así, cuerpos voluminosos fríos que empapaban.

Mi pequeño y amado Icaroحيث تعيش القصص. اكتشف الآن