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El descanso había finalizado y todos volvieron a sus respectivas zonas. Reconectaron la pantalla y esta se tornó verde. Lýkos y Gyen sonrieron al unísono, era el momento que habían estado esperando. Bajaron corriendo al campo y, sin esperar a que se diese inicio al combate, se golpearon mutuamente.

—¿Qué hace? ¡Va a empeorar aún más su imagen!—Winich ya no sabía dónde meterse.

—¿Nadie va a decirles nada?—preguntó Dakeo con mala cara. Ninguno de los dos participantes le simpatizaban.

—Dejad que se peguen un poco, están en la edad.—contestó Zytara quitándole importancia.

Lýkos y Gyen intercambiaban golpes violentamente, no les importaba hacerle daño al otro. Gyen tenía más fuerza que Lýkos, así que cuando se veía acorralado por el Dragón, lo separaba con un gran muro de piedra. A Gyen no le llevaba mucho tiempo derribar el muro.

—¡Ataca, joder! ¡No te escondas como el cobarde que eres!—le gritó Gyen.

—¡Cállate, yo no me escondo!—Lýkos le dio una patada con toda su rabia.

—Las habilities de los Geist de Tierra son muy strong, ¿why Lýkos no las usa?—Hisia no entendía por qué mantenía una pelea a puños en la que tenía la desventaja.

—Es muy tonti, cae súper fácilmente en las provocaciones del aún más tonti~. Solo piensa en hacerle pupa directamente~.

—Gyen es más rápido y más fuerte físicamente, si Lýkos no se calma y sigue sin usar sus habilidades acabará perdiendo.—pensó Daliva.

Tras un rato peleando, Lýkos se miró a sí mismo, estaba lleno de pequeñas quemaduras. Miró hacia donde Winich estaba, pudo ver la vergüenza en su cara. Aquel ridículo que estaba haciendo le pasaría factura a su maestra, no le parecía que mereciese la pena solo por darle un par de puñetazos a Gyen. Tampoco le interesaba convertirse en Edustus, consideró que era momento de retirarse.

—Menudos incompetentes estos putos Edustus.—se quejó Gyen haciendo crujir sus dedos. Pronto sus puños se cubrieron de fuego. Se le veía cansado y lleno de incipientes magulladuras, pero no estaba tan herido como Lýkos.—Hay que ser subnormal para meter a alguien como tú aquí, desde luego la Edustus de la Naturaleza es una jodida inútil.

—No le hagas caso, tu chico no es el mejor candidato, pero eso no significa que hayas hecho mal trayéndolo.—Dakeo trató de animar a Winich, que se veía claramente desanimada ante esas palabras.

—Tú tranquila, el chaval Dragón tiene la cabeza completamente hueca, no te lo tomes en serio.—Zytara también mostró apoyo.

No vieron cómo ocurrió, pero cuando volvieron a mirar Gyen estaba herido contra la pared. Lýkos le había lanzado, empujándole al controlar la tierra del suelo. Le miraba con ira, más que normalmente.

—Gilipollas, a mi familia no la metas en esto. ¿Quieres que te mate, cabrón?

—¿Qué cojones te pasa? ¿Quieres que te desfigure la cara?

Gyen se acercó corriendo hacia Lýkos, quien decidió aplicar lo aprendido con Winich y cubrió el campo con una tormenta de arena. Parte de la arena entró en los ojos de Gyen, dejándole a Lýkos una oportunidad para golpearle con todas sus fuerzas.

—¡¡¡Go Lýkos!!!—Hisia animaba a pleno pulmón, lanzando otro vaso aunque no pudiese ver dónde estaba Lýkos.

—Hisia, sabemos que tu intención es buena, pero no creo que esto le anime...—dijo Jambo, sintiendo pena por su amigo.

Agobiado por la falta de visión, Gyen cubrió su cuerpo en llamas y embistió a ciegas contra todo lo que pilló en su camino. Cuando alcanzó a Lýkos la tormenta de arena cesó. El Geist trató de anular a su rival con una avalancha, pero Gyen tenía fuerza suficiente para hacer añicos las rocas. Si se alargaba mucho más, Lýkos se quedaría sin fuerzas.

Decidió apostar por su último as bajo la manga. Tenía que ser muy rápido usando sus habilidades o Gyen escaparía del truco que había pensado. Hizo brotar grandes y gruesas raíces que se enredaron alrededor de las extremidades de Gyen. Empezó a quemarlas, tal y como Lýkos supuso que haría, pero siguió apresándolo con nuevas raíces. Al mismo tiempo, puso sus manos sobre el suelo y, reuniendo toda la energía que pudo, provocó el mayor terremoto que había creado en su vida. El suelo quedó separado por amplias y profundas grietas, y a consecuencia del temblor algunos pedazos de piedra de los muros más altos cayeron sobre Gyen, quien no pudo esquivar a tiempo. El público empezó a murmurar, temían que el Dragón hubiese muerto bajo los escombros.

—¿Ha ganado, verdad?—preguntó Ruang, también preocupado.

—Eso parece...—contestó Manawa.

Cuando el árbitro iba a declarar a Lýkos ganador, Gyen se levantó, apartando las rocas sobre él. Nadie más se hubiera levantado con las heridas que él tenía, pero parecía dispuesto a luchar hasta el final. Miró hacia una de las grietas, si se hubiera caído por un de ellas no creía que fuese capaz de volver a salir.

—¿Todavía quieres más hostias?—provocó Lýkos, aunque sabía que había llegado a su límite.

—¡Hijo de puta, no creas que puedes ganarme con un truco de mierda como ese! ¡No pienso dejar que un retrasado como tú me gane!

Gyen lanzó un gran llamarada contra Lýkos y, mientras él trataba de apagar las llamas a su alrededor, Gyen le dio un puñetazo con todas sus fuerzas. Lýkos no tenía fuerzas para seguir, por lo que se quedó tirado en el suelo, pero Gyen todavía quería seguir. Se puso sobre el y le dio repetidos golpes. El árbitro trató de detener el combate, pero fue alejado por la fuerza por Gyen.

—¿Nadie va a pararle? ¡Va a matar al chaval!—Flitcka estuvo a punto de bajar a detener a Gyen, pero el Dragón fue empujado con fuerza por las habilidades magnéticas de Dakeo.

—Suficiente, ya has ganado. ¿Quieres ser descalificado por violencia gratuita?—regañó estrictamente. Gyen solo resopló y se fue de mala gana.

—Jo, lo ha hecho bastante bien, pero ojalá hubiese ganado. Qué mal que hayamos perdido está apuesta, ¿verdad, Zytara?—dijo Winich.

—"¿Hayamos?"—Zytara rió pícaramente. Mostró el papel de su apuesta, tenía escrito el nombre de Gyen.—Lo siento, yo he ganado.

—¡¿Qué?! ¿No apostaste por Lýkos? ¿Por qué no me lo dijiste?

—Parecías muy emocionada con tu chaval y no quería desilusionarte. Al principio iba a apostar por tu chico, por habilidades podría ganar ya que el otro no puede transformarse en Dragón. El pobre es más tonto que una piedra, pero eso ha sido la ventaja para él, es lo que le ha hecho luchar como un animal salvaje acorralado, sin pensar y sin rendirse cuando esté en las últimas.—Zytara le puso una pegatina a su apuesta, señalando que estaba ganada.—No te preocupes, aunque haya perdido, Lýkos tiene mejor entrevista, mejor trabajo en equipo y no es tan estúpido, seguramente sea él el que se convierta en Edustus... ¿Winich?—mientras hablaba, Zytara no se dio cuenta de que en algún momento su amiga había desaparecido.

Lýkos se retiró del campo y se quedó un rato en un pasillo vacío. Se sentía humillado, se habían metido con lo que él más quería y no había podido defenderle. No solo no había podido, sino que la había avergonzado incluso más, no se sentía capaz de mirar a Winich a la cara, pero esta apareció frente a él.

—Me ha costado encontrarte, ¿qué haces tan escondido?—le preguntó. Lýkos desvío la mirada.

—Lo siento, te he decepcionado.—dijo avergonzado. En condiciones normales nunca hubiese dicho algo así.—No pude defenderte.

—¿Pero qué dices? Lo has hecho genial, estoy muy orgullosa de ti.—felicitó Winich con un gran sonrisa, abrazándolo.—Gracias por no rendirte.

Lýkos abrazó a Winich torpemente, tal vez fuese la primera vez que lo hacía, pero por algún motivo que no entendía también le parecía la última vez.

Konteyner 0Where stories live. Discover now