03. Afonía

99 23 3
                                    

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que el enfermo me secuestró, y desde el momento en que comenzó a mutilarme lentamente. Al inicio sentía que donde estuvo anteriormente mi pie, palpitaba, estremeciéndome en intenso dolor y llanto; y que en acto de costumbre intentaba moverlo, solo para saber que ya no existe un completo, sino una parte.

Ahora estoy de nuevo en el centro de tortura, no sé que hará de nuevo conmigo, pero el final para mí será el mismo.

Morir. Morir mutilada sin sentido. Atrapada en una jaula, como una idiota. Sin poder hacer nada, solo quedarme observando cómo los restos de mi cuerpo son extraídos poco a poco.

Todos estos años de vida, ¿para qué? Tener muchos amigos sin contenido, vestirme y comportarme de una manera solo para ser aceptada, distanciarme de la única y verdadera amiga que tenía porque no «cumplía con los requisitos sociales», discutir de forma continua con mis padres porque no me otorgaban todo lo que «deberían darme». Nunca tuve en mi vida algo realmente valioso. Bueno, sí que lo tuve... hace tanto tiempo que ya ni lo recordaba. Observo el tatuaje a blanco y negro en mi talón derecho y recuerdo cómo dejé de ser yo misma, para ser complaciente. Me transformé en algo que ni reconozco.

El hombre alto y delgado, abre la puerta maciza de hierro. Aparece una sonrisa fugaz al verme, y luego me da la espalda para atraparnos en su lugar favorito. En su usual caminar, se aproxima hacia donde me encuentro. Sus ojos color almendra se encuentran con unos negros brillantes. Algo cambia en su mirada, se acerca de manera abrupta hacia mi cara, y apretando su mano sobre mi cuello, logra que cierre los ojos con agua salada brotando de ellos. Siento que un líquido moja toda la camilla.

-¡¿Qué fue eso?! -exclama con duda y emoción- Abre los ojos, pequeña -luego de unos segundos lo hago-. Estuvo allí -comenta alegre-, solo unos segundos, pero estuvo allí, estoy seguro, estoy seguro -repite para sí mismo. Me libera de su fuerte agarre y continua-. Vengo a cambiarte el apósito -siento dolor cuando lo retira-. Ohh, veo que está cicatrizando bien. Estos días te has tenido un buen comportamiento, has comido todo lo que te he dado y no has gritado. ¡Hump! Como si alguien fuera a escucharte. Bueno, tengo que salir por un día, tal vez dos. Una reunión de negocios, ya sabes, soy un importante cirujano a quien la jefa necesita para su búsqueda de financiación -dice mientras me cambia el vendaje-. Falta poco para tu conversión, no te preocupes. Dicho esto, me despido, cariño.

»¡Ah! Se me olvidaba, aquí te traje un poco de agua para que no te deshidrates mientras no estoy. Toma -acerca el pitillo a mi boca y me da de beber-. Perfecto, ahora sí. Me voy -deja el vaso sobre la mesa y aleja ésta de mi. Se voltea y me guiña el ojo. Luego, sin decir palabra, abre y cierra la puerta con llave.

Grito hasta quedarme sin voz, y derrotada me duermo.

Despierto exaltada y muevo los ojos de un lado a otro observando mi entorno, para luego darme cuenta que realmente estaba soñando y seguía viviendo este horrible tormento. Dejo caer mi cabeza nuevamente. Creo que es de noche, pero no sé si han pasado horas o un día completo. No puedo determinar si es de día o de noche, si llueve o es un día caluroso. Todo está herméticamente cerrado. No puede saber nada. No existe ni una mísera ventana que pueda mostrarme el exterior. Eso me hace pensar que he estado en un sótano todo este tiempo. Un sótano insonorizado.

Dios... ¿voy a morir así? Ni siquiera le he hecho algún daño a ese hijo de perra. Esto no puede acabar así. Yo, no puedo acabar así. Desvío la mirada a ese parajillo plasmado en mi piel, que vuela hacia lugares no conocidos, hacia donde quiere volar, en libertad.

El solo pensar que esa parte de mi cuerpo también se irá, me duele, me entristece, y me molesta. Es una promesa que hice con Elena hace unos años. Cuando en acto de valentía, decidimos dar eternidad a nuestros ideales más profundos. «Volaremos, como aves en el cielo, en libertad. Sin nadie que nos indique qué camino seguir, si no es el nuestro. Porque sabemos lo que somos». Rabia comienza a emerger dentro de mi... intensa. Aprieto mi puño hasta que se vuelve rojo y abro mis ojos con determinación. Tiene que pagar. Al menos tengo que hacerle algún daño. No puede irse de rositas.

Miro mi mano y trato de liberarla sin resultado. Vuelvo a intentarlo esta vez con mas fuerza, pero nada. Sigo y sigo por no sé cuánto tiempo, veo cómo mi piel se ha desprendido de mi muñeca... sangre brotando de ella, pero continúo, hasta que lo logro y grito con gran emoción:

-¡Si! Ahora solo desátate todo antes de que él llegue, ¡vamos! -digo con mi corazón tamboreando mientras miro la puerta con nerviosismo.

Estoy quitando todos los amarres de mis extremidades, solo me falta desatar un poco la pierna izquierda... cuando escucho un ruido. Me quedo sumamente quieta a la vez que pongo suma atención a escuchar mientras miro la puerta aterrada.

Una llave hace contacto.

¡Dios mío, está aquí!

Trozos de belleza [COMPLETA] #PGP2023Where stories live. Discover now