2.

3.5K 191 63
                                    

Narra Agoney •

Glenda me espera sentada en una de las mesas más alejadas de la barra, por lo que antes de ir me pido un Cacaolat. Mi hermana me mira con el ceño fruncido y yo le sonrió inocentemente.

- Que no sabía dónde estaba esto, al final me ha tenido que ayudar un chico.- Me arrepiento al segundo de decirlo.

- ¿Un chico?- Sonríe maliciosamente y yo niego con la cabeza.

- Sí, un chico, con su hijo.- A mi hermana le cambia la cara y yo sonrió victorioso.- Bueno, ¿qué tal el viaje?

Mi hermana vino ayer de Adeje, Tenerife, para venir a verme. Lo que la quiero yo... desde que murió nuestra madre estamos más unidos, y si ya lo estábamos antes, ahora más.

-Muy bien. ¿Y tú qué tal por aquí, encontraste trabajo?

No debí contarle a mi hermana que me habían echado de aquella tienda, pero bueno gracias a dios encontré trabajo en un bar del centro y ahora me va bien.

- Tengo trabajo, turno doble en un bar, cerca de la plaza mayor, pero mis compañeros son comprensivos y nos organizamos bien los turnos.- Mi hermana sonríe.- ¿Te quedas en mi casa no?

- Hombre, si me dejas .- Espero que lo diga en broma. Porque odio vivir solo, aunque me estoy acostumbrando poco a poco (bueno poco a poco, llevo bastantes años).

- Claro, ¿cuánto tiempo vas a quedarte?

- Pues... Cómo mucho una semana- Me desanimo un poco al oír eso, pero sé que Glenda tiene su vida en Adeje y no la voy a obligar a que se venga solo por mí.

- Vale... 

- Va Ago, sabes que no me puedo quedar más.

- Ya lo sé, ya lo sé, que da igual no pasa nada.- Sonrío para tranquilizarla y por fin me traen el Cacaolat. Me lo bebo de un trago para intentar tranquilizarme y evitar hablar más.

Porque creo que ha quedado bastante claro que si hablo de más, la lío.

******

Sobre las 7 de la tarde llegamos a casa, y ayudo a Glenda a subir las maletas por las estrechas escaleras de mi piso. Me costó un montón encontrar un sitio barato pero que no fuera una mierda. Y lo encontré. Aunque sea en un tercero sin ascensor.

He preparado una noche de película y palomitas para pasarlo con Glenda pero creo que está muy cansada y no querrá. Aun así se lo pregunto.

- Oye Glenda, ¿te apetece ver una peli conmigo? Después de cenar.

- Ay Ago, yo pensaba irme a dormir... Pero bueno si tu...

- No no, tú duerme, otro día, no pasa nada. Es que como mañana solo voy de tarde a trabajar pues pensé que podríamos quedarnos toda la noche hablando y recordando. Pero estás cansada, lo entiendo.

Glenda hace una mueca triste pero yo la sonrió para que no se preocupe.

Soy demasiado dramático a veces.

Cenamos compartiendo anécdotas del pasado, y recordando a mamá. Glenda sabe que me pone triste hablar de ella, pero también nos ayuda a no olvidarla. Al fin y al cabo, ya hace 8 años, y lo tengo más o menos superado. 

******

A la mañana siguiente me levanto antes que ella. Decido ir a comprar el desayuno a la cafetería donde trabajo, ya que está cerca y tiene los mejores cruasanes de chocolate del mundo.

PABLITO • Ragoney •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora