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Kagami, 19 semanas.

—Kagami-kun ―habla Kuroko repentinamente, provocando que el alfa de un salto―, ¿Sería inoportuno si hoy voy a tu casa? ―pregunta inexpresivo y Kagami sujeta la cabeza de Tetsuya con una mano, apretándolo.

―Deja de aparecer de la nada ―regaña con molestia, y Kuroko hace mueca adolorida. Kagami lo suelta unos segundos después.

―Entonces, ¿Puedo ir hoy? ―pregunta nuevamente, después de unos minutos de silencio en que Kagami se ponía una chaqueta.

―Claro que sí, tú siempre eres bienvenido en mi casa, eres parte de mi manada. ―Le da un ligero empujón y el omega sonríe agradecido―, Podrías quedarte a cenar o incluso podrías quedarte a dormir, no lo sé, has lo que quieras. ―Se encoge de hombros y acomoda una bufanda alrededor de su cuello.

―Kagami-kun, ¿Hasta cuándo seguirás viniendo a la práctica? ―Kuroko observa fijamente al alfa, y su nariz pica cuando el aroma a resignación y tristeza, llega a sus fosas nasales―, ¿Kagami-kun? ―Ladea la cabeza, y Taiga exhala un suspiro.

―Hoy fue el último día, supongo. ―Mete ambas manos en los bolsillos de la chaqueta y Kuroko aprieta los labios―, En realidad el doctor no me ha prohibido jugar aún, ¿Sabes? Pero lo he estado pensando y no quiero correr ningún riesgo. Correr es más cansado, y me da miedo que alguien me golpee de forma accidental…, me conformo con botear el balón o incluso mirar…, realmente no me lo perdonaría si algo le pasa a mi cachorro. ―Le dedica una sonrisa amable y Kuroko traga en seco, asintiendo.

―Por cierto, ya te queda muy poco para entrar en tu quinto mes de embarazo ―comenta―, ¿Has pensado en algún nombre para el bebé? ―pregunta con una expresión en blanco. Kagami se queda pensativo y silencioso.

―Aomine y yo estuvimos mirando algunos por internet el otro día, pero aún no nos ponemos de acuerdo, tenemos gustos distintos. 

―Ya veo. ―Se queda silencioso un momento―, ¿Qué opina Aomine-kun sobre tu decisión de dejar el baloncesto durante un tiempo?

―En un principio se puso algo triste porque ya no tendríamos juegos a media noche, o en la tarde, o a la hora del desayuno ―exhala un suspiro y Kuroko piensa que ambos son unos ‘idiotas del baloncesto’―, Pero luego me apoyó, es obvio que ambos queremos que nuestro bebé esté bien.

― ¿Y cómo se ha comportado él? Hace poco me llamó para que lo acompañara a la biblioteca, y pasamos toda la tarde leyendo libros sobre paternidad. ―Kuroko sonríe al sentir el aroma a goma de mascar y mira a Kagami―, Pero claro, se suponía que tú jamás debías enterarte de eso, por favor olvídalo.

―Se ha portado… bien. ―Las mejillas de Kagami se tornan ligeramente rosadas―, Supongo que gracias a los libros ya sabe cómo comportarse, porque ya no me hace enojar tanto. Me ha estado haciendo masajes en las piernas y siempre pone aceites con olores raros en mi estómago, y hasta le lee cuentos al bebé, es un estúpido. ―Ríe divertido y Kuroko suspira con ilusión, porque tener un cachorro es algo muy bonito, pero que tu pareja se dedique tanto a cuidarte a ti y al bebé, es realmente un sueño hecho realidad.

―Estoy seguro que, si Aomine-kun hubiese sido el embarazado, tú serías el doble de precavido que él ―dice con voz suave y Kagami asiente, con una enorme sonrisa. ¡El aroma a limones frescos y tiernos ha llegado al fin!

― ¿Te lo imaginas? Yo realmente quiero que Aomine sea el que lleve a nuestro siguiente bebé ―comenta con ilusión, y mejillas sonrojadas. Kuroko le observa unos momentos y luego extiende su puño.

―Esfuérzate en tu siguiente celo, Kagami-kun ―pide como si nada, y Kagami le da un zape en la frente. Pero de todos modos choca puños con él.

rayito de sol; aokagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora