Capítulo XXI

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“Muchas son las aflicciones del justo,Pero de todas ellas le librará Jehová”.

Salmos 34:19

Ana Elizabeth vio a Cristian irse de repente del salón con una expresión extremadamente enojada, se sentía muy confundida, él era el chico que le había pedido esperarlo, el mismo a quien vio besar a su ex novia y quien tambien le confesó había decidido retomar su antigua relación; sin embargo no podía pensar en ello en ese momento, ya que Daniel se encontraba de rodillas frente a ella con un ramo de rosas para que lo tomara. Ella miro a su hermano y a su cuñada quienes sorprendidos presenciaban la escena y luego regresó la mirada a su amigo y pretendiente.

— Anelis, creo que eres la chica más maravillosa que he conocido. ¿Quieres ser mi novia? —le propuso Daniel.

Ana Elizabeth tomó las rosas cuidadosamente, eran rosas rosadas, sus favoritas. Miró a su alrededor buscando en algún lugar la respuesta de qué debia hacer pero la unica respuesta estaba en ser justa y ser honesta.

— Greg, Patty ¿nos dejan a solas por unos minutos por favor?—solicitó a los presentes.

Gregorio y Patricia salieron de la habitación obedeciendo a la petición de la encargada del club. Daniel luego de levantarse siguió a Ana Elizabeth y tomaron asiento.

— Sé que dijiste que me darías una respuesta luego, pero quise hacerte algo especial — explicó Daniel.

— Gracias Daniel, ha sido muy dulce de tu parte —dijo con una sonrisa pero su mirada delataba un sentimiento en contra.

— ¿He hecho algo mal?

— No, nada Daniel, las rosas son hermosas y me halaga que me consideres de esa manera, sé que cualquier chica se sentiría afortunada de que le pretendieras.

— ¿Pero?

Ana Elizabeth le miro apenada y suspiró.

— Pero no siento lo mismo por tí. Lo siento. Eres un buen amigo.

— ¿Es por Cristian verdad? Creo que te estás haciendo daño, el ahora tiene pareja.

— Aún así, no voy a ser hipócrita y jugar con tus sentimientos, te amo Dan, pero como amigo, ha sido maravilloso conocerte, pero lo que quieres de mí no puedo dártelo. En cuanto a Cristian, sé que tengo que ordenar mis sentimientos, no pensé que me enamoraría, al principio fue un primer amor inocente de niños, pero algo en el me hizo ver su bondad y sin darme cuenta lo quería.

— Entiendo —dijo levantándose algo irritado—, adiós Anelis.

Ella se levantó de repente y lo detuvo. Se acercó a él y le abrazó. El aceptó el abrazó y abandonó el lugar.

***

Ana Elizabeth se levantó de su escritorio al escuchar el sonido de unos dedos que tocaron repetidamente su puerta. Gregorio estaba del otro lado con dos tarros de helado

— ¿Puedo entrar?— dijo alzando los tarros al nivel de su rostro.

— Claro —contestó sonriendo con voz apagada, se dirigió al extremo izquierdo de la cama y se sentó en el borde. Gregorio la siguió ocupando un lugar cerca de ella y le entregó su helado favorito de chocolate y macadamia.

— ¿Cómo estas nena?

— Estoy bien – dijo encogiéndose de hombros y tomando un poco de helado del tarro con la pequeña cucharita dentro de él.

— Eli, no me engañas, siempre quieres hacerte la fuerte frente a todos, pero con mi vista de rayos X de hermano mayor, puedo ver a través de ese caparazón tuyo. ¿Es por el beso que Nancy le dio a Cris?

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