Capítulo Trece

319 40 45
                                    

"There's nothing that I wouldn't do

Go to the ends of this Earth for you

To make you feel my love"

-Make You Feel My Love, Adele

Septiembre del 2061, Cefalú, Sicilia, Italia

Al despertar, siento la brillante luz del sol que inunda la habitación. Siento cómo William me sigue tomando de la cintura bajo las sábanas, y raramente siento un pequeño de ardor y comezón en mi cuello.

Me doy la vuelta y me encuentro con mi imagen favorita de él.

Tiene su cabello castaño, el cual siempre está perfectamente bien peinado, alborotado y lo tiene aún más largo de lo que esperaba, cubriéndole la frente, cerca de tocar sus ojos cerrados. Además, sus delicadas y espesas pestañas adornan sus marcados pómulos. Está bronceado tras haber pasado semanas bajo el sol italiano. Su mandíbula está aflojada y se ve relajado, aunque a la vez se nota un poco cansado.

Se ve más joven. En las mañanas mi novio siempre parece un joven de veintitrés años que está tratando de entenderlo todo, como yo y todos sus amigos.

Algo que verdaderamente he aprendido en este viaje es que William siempre está cansado por el trabajo que tiene, pero raramente quiere mostrarlo porque piensa que debe de estar agradecido por todo lo que ha obtenido en esta vida por su título.

Alzo la mano y toco suavemente su cabello y su rostro, notando que, ante mi roce, los ojos del príncipe comienzan a pestañear delicadamente.

–Buenos días –dice en una voz ronca.

–Buenos días, William –respondo.

El heredero voltea la cabeza para ver el reloj.

–Veo que nos hemos quedado dormidos hasta tarde. No será que hayamos perdido el vuelo.

–Creo que estaremos bien–replico un poco sonrojada.

–Fue una laaarga noche –dice con una sonrisa traviesa.

–Calla –digo.

El príncipe me sigue observando divertido y yo continúo mirándolo seria.

–Mira, hasta te dejé un... –comienza a decir señalando mi cuello.

Llevo mi mano hasta mi cuello y cierro los ojos ante una sensación de ardor.

–No admitiré que lo hice a propósito, pero raramente siento una satisfacción al saber que...

Abro los ojos de par en par antes de aventarle unas almohadas.

–Engreído. No te bastó con un tatuaje de cinco centímetros –exclamo.

–Ya, lo siento –responde mientras se ríe.

Pero no le respondo y simplemente me levanto de la cama, mientras enredo la sábana en mi cuerpo de manera cuidadosa.

William me observa extrañado como si por primera vez en su vida una chica lo dejase solo en la cama, a lo cual sonrío victoriosa.

–No puedes irte, Hope –grita mientras camino hacia el baño.

Me doy una ducha y en cuanto salgo, vuelvo a encontrarme al príncipe en la terraza sin camisa.

–¿Se te ha perdido la camisa? –Pregunto mientras me acerco a él y le doy un beso en la línea de su mandíbula, poniéndome un poco de puntitas.

No se vale soñar (TERMINADA)Where stories live. Discover now