008. La desconfianza de Yukio.

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En aquel pequeño parque ya había caído la tarde tiñendo de un color naranja opalescente los juegos que allí estaban

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En aquel pequeño parque ya había caído la tarde tiñendo de un color naranja opalescente los juegos que allí estaban.  Hace ya rato casi todos los niños se habían ido pero, por alguna razón,  en la caseta que daba a un gran tobogán rojo estaba todavía un niño de gafas esperando impaciente mientras abrazaba sus piernas,  hasta que unos ruidos secos en la caseta de al lado llamaron su atención y supo que al fin ella había llegado.
Una pequeña Kaede de nueve años estaba subiendo las pequeñas escaleras hasta la caseta amarilla y pasó a la roja a través de una malla que había a modo de puente y se sentó al lado de Yukio con las rodillas llenas de tierra y con algún que otro raspón y moretones.

—Kaede-san ¿qué  te pasó? —preguntó el niño mirándola preocupado.

—Nada—contestó la peliblanco sonriendo mientras se sacudía la tierra—. Apareció un molesto duende de la nada y me caí pero no te preocupes,  lo mandé bien lejos de aquí.

—Te estaba esperando desde hace rato y creo que ya tengo que irme...

—Owww pero Yuu-chan ¡acabo de llegar! —se quejó Kaede haciendo un puchero mientras jaloneaba la camisa de Yukio—. ¿Sabes qué?  Vamos a los columpios antes de que llegue tu padre,  entonces.

—¡Pero dijiste que jugaríamos aquí!

—Cambio de planes,  cuatro-ojos ¡y como castigo bajarás por las escaleras!

—¡Sabes que me da miedo pasar por esa malla! 

—¡No seas cobarde!

Ambos comenzaron a jalonearse mutuamente al principio en forma de pelea pero luego comenzaron a reírse hasta que la mano de Yukio accidentalmente dio con el elástico del parche que cubría el ojo izquierdo de Kaede y éste se deslizó por el tobogán hasta quedar en el suelo.

—¡Ah!  ¡Oye,  no! —exclamó Kaede asustada mientras se alejaba del ojiazul tratando de cubrirse el rostro pero ya no había nada que hacer,  Yukio ya había visto su ojo.

—Oye...tu ojo...es rojo—musitó Yukio mientras la veía todavía sorprendido.

—Y-yo pues...mi papá...dijo que es un problema genético ...no veo con el ojo izquierdo... ¡y ya sé que es rojo! —Kaede estaba a punto de echarse a llorar mientras localizaba su parche en el suelo, pero se contuvo y resolvió que solo tenía que irse—. Bueno,  supongo que esto es todo.  Fue un gusto conocerte,  Okumura Yukio.

La peliblanco se posicionó en el tobogán y se impulsó para deslizarse pero la mano de Yukio la frenó.

—¿Qué?  ¿por qué dices eso?

Kaede No Himitsu | Ao No Exorcist Fanfic |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora