A ti

1.4K 53 3
                                    

+Me pediste que te ayudara.

-Pero si hasta ahora no te había contado nada de esto.

Aitana tiene miedo de hablar y que la tache de loca, pero en realidad todo se ha tornado tan surrealista que le empieza a dar igual.

+¿Tú crees en los sueños?

-Sí, mi madre siempre me decía que eran la fuente de su inspiración al componer. Los sueños son mágicos.

Aitana toma aire antes de proceder.

+El día que nos conocimos, cuando me choqué con el cristal y me hice esta herida en la frente – dice levantándose el flequillo.

La herida hace mucho que ya no sangra, pero la cicatriz es algo todavía bastante visible.

+Aquella noche soñé que me chocaba contra un espejo, haciéndome exactamente la misma herida. Pero lo más raro de todo es que había una voz que me llamaba, pidiéndome ayuda. Era tu voz.

Vuelve a tomar aire profundamente.

+El día del centro comercial, había tenido el mismo sueño extraño, pero esta vez podía verte claramente a través de aquel espejo. Me pedías que te encontrara. De repente vi una sombra detrás tuya, y aunque intenté avisarte, me desperté.

Entre cada sueño que recordaba hacía una breve pausa que envolvía la estancia en un silencio sepulcral.

+El día de nuestro primer mes – hace una breve pausa para pronunciar la siguiente palabra que sale con más dificultad de la que le gustaría admitir – juntos, tuve otro de esos sueños. Bueno, en realidad este llevaba repitiéndose un tiempo. Me decías que eras el mismo que conocí, que las personas no cambian. Yo pensé que hablabas del Cepeda chulo y prepotente que conocí en el insti, no del que conocí cuando tenía cinco años.

Empieza a llorar.

+Joder, ¿cómo no me di cuenta antes? ¿Cómo no te reconocí nada más verte? Todo ha sido por mi culpa.

Tira de su pelo con fuerza, mientras no puede evitar agachar la mirada. Luis se acerca despacio y la abraza.

-Ey, tranquila, no digas eso. No es tu culpa vale – le besa el pelo sin dejar de apretarla entre su ser con todas sus fuerzas – Luis es un nombre muy común, además, tú eras más pequeña y yo he cambiado muchísimo, era imposible que me reconocieras, no tiene sentido que te tortures ahora por eso.

Aitana intenta recomponerse un poco para seguir hablando.

+Antes, mientras estaba inconsciente, tuve el último de estos sueños. Esta vez atravesabas el espejo y volvíamos a ser nosotros cuando nos conocimos, pero me enseñabas tu colgante, ¿por qué no lo vi todos estos meses?

-No lo tenía puesto. Cuando volví a Galicia lo dejé en el llavero de esta casa, y hasta ahora no me acordé de él. Pensé que quizá podría ayudarme, y no iba desencaminado al parecer. Lo siento... pero no podía ver nada sin que doliera más de lo necesario.

+No me tienes que pedir perdón por nada, tonto. No has hecho nada – se separa del abrazo y posa su mano en la mejilla, haciendo que levante la cabeza hacia ella para mirarla.

Aitana tenía una tímida sonrisa entre sus labios, se sentía mejor ahora que habían podido hablar las cosas. Sus ojos centelleaban como estrellas. Luis tenía el semblante bastante más apagado. Baja la mirada.

-Lo siento, pero yo todavía no puedo sonreír.

Aitana borra esa pequeña sonrisa.

+¿Por qué?

-Es cierto que he recuperado una parte de la memoria, pero... hay algo que todavía no he recuperado...

+No te preocupes por lo que todavía no recuerdas, juntos seguro que lo logramos y descubrimos todo lo que hay detrás.

Luis la mira de nuevo, esbozando una sonrisa de medio lado, pero sigue incompleta.

-No es eso lo que me falta por recuperar...

+¿No? ¿Qué es entonces?

-A ti – roza con suavidad sus labios mientras la sujeta por la nuca.

Aitana no tiene tiempo ni de hablar. Como respuesta envuelve sus dedos entre los rizos del chico, profundizando el beso.

En un segundo aquel beso cambia de ser dulce y delicado a salvaje y apasionado, y es que ambos estaban deseando aquello con todas sus fuerzas.

Cuando se dan cuenta, están ambos tirados en la cama que se encontraba en aquella habitación. Aitana debajo, Luis encima, saboreando cada parte de su cuerpo como si fuera la primera vez.

La noche se había hecho en aquella casa de las paredes oscurecidas por culpa del pasado incendio, pero ningún incendio puede compararse con el que se acaba de producir hace unos pocos minutos.

Ahora yacen los dos tumbados. Aitana apoya la cabeza en su pecho, que sube y baja despacio al compás de su respiración.

+Me quedaría así para siempre.

-Y yo... salvo por la parte de que seguimos encerrados – estalla en una carcajada a la que la chica no tarda en unirse.

-¿Sabes? – dice mirando al árbol que asoma por la ventana – Cuando era pequeño amaba subirme a ese árbol. Soñaba con construirme una base secreta en su copa algún día. Al fin y al cabo, desde él podía acceder a mi cuarto, así que era el lugar idóneo.

Aitana se levanta de golpe.

+¿Cómo que podías acceder a este cuarto desde ese árbol?

-Sí, ¿qué pasa? ¿Quieres que nos construyamos ahora la base y que vivamos allí para siempre? Con lo que peso seguro que la rompo – se ríe.

+No tonto – dice pegándole flojito en el pecho.

-Ay, agresiva. Joh, seguro que me sale un moratón – se soba esa zona.

+Si podías subir a tu cuarto desde él, también podemos usarlo para bajar, ¿no?.

Más allá de un sueño - AITEDAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt