Atrapado y sin salida

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Esa mañana, Luis había salido pronto de casa de Aitana.

Sabía que, si Aitana se despertaba, le iba a ser imposible escapar sin ser bombardeado por un sinfín de preguntas. Por eso había salido con 6 horas de antelación.

Decidió ir a su casa, como le había dicho a la abuela de Aitana cuando esta le había abordado por el pasillo justo antes de salir. Al fin y al cabo, tanto no había mentido, ¿no? Al menos eso se decía él para autoconvencerse de que estaba haciendo lo correcto.

No tenía nada que hacer allí, pero mató el tiempo ordenando todo aquel desastre que le habían causado cuando entraron a por el diario de su investigación.

Y justo cuando termina de colocar los últimos detalles en su sitio, unos golpes insistentes se oyen en la puerta. Se acerca cuidadosamente a la entrada y mira por la mirilla, pero no ve a nadie. Decide rápidamente entre volver hacia el salón o abrir la puerta para asegurarse de que no hay naidie, y opta por esto último. Agarra el manillar y justo cuando está a punto de girarlo, oye su voz perfectamente clara.

+Lorena.

Es Aitana, lo ha encontrado. Se maldice en silencio por no haber buscado una excusa mejor al hablar con su abuela, pero le pilló desprevenido, y ahora es demasiado tarde.

Su cuerpo se paraliza al instante y vuelve a debatir internamente qué hacer, pero piensa que lo mejor es no salir, hacer como si no estuviera. Por eso vuelve hacia el salón intentando ser lo más silencioso posible y se sienta en el sofá.

El corazón se le está rompiendo en mil pedazos al escucharla llorar al otro lado de la puerta, pero no puede hacer otra cosa. No piensa ponerla en peligro, por eso es mejor que no sepa que él está ahí.

Pasados unos muy largos minutos, escucha la voz de Lorena junto a la de ella. Al parecer, Aitana la ha llamado para que la ayude a buscarlo. Al menos eso es lo que logra deducir él desde ahí, ya que a pesar de que escucha sus voces, no es capaz de descifrar que están diciendo por la lejanía a la que están.

Empieza a escucharlas cada vez más bajo e intuye que se están yendo a buscarlo a otro sitio. Mira su reloj. Son solo las 13:30, así que va bien de tiempo todavía. Suspira de alivio.

...

Vuelve a mirar su reloj. Las 15:50. Ha llegado a tiempo, aunque ha tenido que ir con mucho cuidado para no encontrarse de frente con Aitana y Lorena por el camino.

Diez minutos más tarde, la puerta se abre, y de ella sale alguien que le resulta tan conocido como molesto.

Joel.

Le está indicando con la mano que entre dentro, y él obedece, pero nada más cruzar la puerta, dos personas que estaban escondidas en los arbustos de fuera, entran, abalanzándose sobre él y tirándolo al suelo. Del golpe se queda inconsciente.

...

Cuando abre los ojos, se encuentra enfrente un hombre. Lleva gafas de sol. Lo reconoce en seguida, es el mismo que le preguntó a Marta por él en aquella fiesta. Aquel que dijo que se conocían de antaño. Tiene pinta de ser el que está detrás de todo esto.

Joel se encuentra a su lado, recostado sobre la pared y con los brazos cruzados. Sin olvidar la odiosa sonrisa de oreja a oreja que no intenta reprimir.

Su cabeza le da una fuerte punzada en un lugar concreto, y se da cuenta de que tiene una herida bastante abierta que le ha manchado parte del rostro de sangre. Intenta gritar, pero se percata del trozo de cinta aislante que le han puesto. Se toma unos minutos para darse cuenta de la situación.

Está sentado en una silla, con las manos hacia atrás atadas mediante una cuerda. A su espalda puede notar la presencia de los dos individuos que hace rato lo han noqueado. Decide mantenerse quieto y calmado. Sabe que, aunque consiguiera soltarse, esos hombres lo cogerían antes de que pudiera atravesar la puerta y huir.

El cabecilla le ordena de un gesto a Joel que se le acerque.

-No te va a doler tanto como me gustaría, créeme – suelta quitándole la cinta de la boca de un tirón fuerte y seco.

Piensa un momento en gritar, pero también sabe que por la zona no vive nadie, así que sería inútil. Decide mantener la calma como buenamente puede.

-¿Qué quieres Joel?

El cabecilla empieza a hablar.

-Joel y yo compartimos algo. Tu mera existencia nos molesta, por eso le pedí que te trajera hasta aquí.

Le extiende en la mano a Joel un fajo de billetes y este se dispone a salir de la estancia.

-Os dejo a solas, yo tengo un asunto que zanjar con una chica bastante molesta.

El corazón le da un vuelco al darse cuenta del peligro que acecha a Aitana.

-Eres escoria inmunda, ¡me prometiste que la dejarías al margen de esto!

-¿Y quién te ha dicho que yo sea un hombre de palabra? Esa mocosa me las va a pagar muy caro – ríe de la manera más ruin posible.

-¡Detente ahora mismo! Ni se te ocurra ponerle un pelo encima.

-¿Y si no quiero, qué? Vamos Cepeda, no estás en situación de dictarme lo que puedo o no hacer.

Y tras esto, Joel sale de la casa. Luis arde de rabia, pero tal y como se encuentra no puede hacer nada, así que decide centrar su atención en el hombre que tiene delante.

-¿Quién coño eres tú? – suelta Luis con un tono un tanto despectivo.

-¿Ya no te acuerdas de mí? – dice quitándose las gafas – Es normal, hace 13 años que no nos vemos, sobrino.

-Tío Ezequiel.

Más allá de un sueño - AITEDAWhere stories live. Discover now