12.- Descubriendo la verdad.

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Joshua era un demonio joven, nacido hace tan solo 900 años aproximadamente, tenía muy poca experiencia con humanos u otras criaturas, es más, no tenía nada de experiencia, nunca había tocado suelo humano hasta aquel día.

Los demonios no necesitaban conocimientos, pues eran esclavos y lo único que necesitaban saber era cómo hacer un buen trabajo, solo eso se les enseñaba desde que eran unas cosas feas pequeñas. Los demonios experimentados y que eran invocados por los humanos o criaturas mágicas, llegaban al infierno para contar de sus experiencias, solo así se podía saber sobre la existencia de los seres que no vivían en el infierno.

Cuando algún demonio era llamado a la tierra de los humanos, eran llevados a lo que nosotros llamaríamos un curso intensivo, solo lo necesario para que un demonio supiera cómo actuar ante los humanos. Las reglas y normas básicas, algunas advertencias sobre qué no hacer, o como hacer ciertas cosas y evitar castigos al regreso, con la mente perversa que tiene cada demonio, debían prevenir tener tantos castigados.

Joshua fue sacado de su labor para ser entrenado, horas después, Jun se encontraba haciendo la ceremonia para que Joshua hiciera su aparición en su habitación. Estaba contento de al fin visitar la tierra de los humanos, cuando su invocador quedó profundamente dormido después de varias horas, seguro por el trauma que le había causado la apariencia de Joshua, salió a conocer el mundo, no muy lejos, claro, tenía que estar cerca de su invocador, según le dijeron en el entrenamiento.

Los días iban pasado y se sentía más contento de lo que normalmente estaba en el infierno, a pesar de que nuevamente era esclavo de una rutina que ni era suya, aun así encontraba momentos para divertirse, y darse pequeñas escapadas para conocer el alrededor y la vida de otros humanos que fuesen más interesantes. Pero lo que ocurrió en esa noche, nadie le había advertido que pasaría, ni cómo debía actuar.

Se sintió débil, sus pesadas piernas comenzaron a temblarle, sintiendo como en cualquier momento caería arrodillado al suelo. Mientras que su invocador iba animadamente hablando, utilizó su único poder, volviéndose invisible. Jun comenzó a llamarlo al no verlo, se limitó a no hacer ningún ruido parado junto a él.

—¿JeongHan?— había dejado de pronunciar su nombre para decir otro.

Notó como su cuerpo cambió drásticamente a todo lo contrario de lo que era él, ya no era grande, estaba delgado y ¿que eran eso? ¿Alas?

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Jun acompañó a JeongHan hasta su casa, no eran vecinos, pero vivían relativamente cerca, ambos hablaban de cómo les estaba yendo en su primera semana de vacaciones. JeongHan contaba lo relajado que había estado después de olvidarse de las tareas de la escuela y del próximo viaje que haría, mientras que Jun hablaba sobre su trabajo.

El grupo de amigos sabía sobre la situación en la que vivía Jun, a veces lo apoyaban con cosas simples como tareas cuando él no podía realizarlas debido al trabajo, o lo ayudaban a estudiar y ponerse al día cuando faltaba a clases porque su hermano menor había enfermado, incluso iban a su casa a cuidar de su hermano cuando eran necesario para el chino. Jamás aceptó una ayuda monetaria por parte de sus amigos y ellos lo respetaban, pero en su cumpleaños, se daban el lujo de regalarle dinero en lugar de algún objeto que seguramente nunca usaría o terminaría abandonando en algún rincón de su casa.

Llegaron hasta la casa y JeongHan abrió la reja del jardín —¿Puedo preguntarte una cosa?

—Claro, ¿qué es?

Se quedó callado por un momento —Será más bien un concejo— vio como Jun ladeaba la cabeza dudoso —cuídate, ¿sí? El mal puede estar muy cerca y no quiero que nada malo te pase.

Mi pequeño Loto  [JiCheol]Where stories live. Discover now