2. En boca de todos

24 3 3
                                    

Se había pasado la noche en vela hablando con Jano, como era de costumbre. El muchacho vivía tan lejos que el huso horario de ella le llevaba dos horas de ventaja y por poco no habían nacido en continentes diferentes. Estiraban las horas al máximo, por lo que normalmente los primero rayos del sol ya habían aparecido cuando se despedía de él, y esas eran las raras veces en que llegaba a hacerlo antes de dormirse con el móvil pegado al pecho.

Le había conocido de la manera más inesperada en que podrías conocer a alguien, pero que en ese momento, hacía cuatro años atrás, había resultado de lo más normal.

Pero yo no sé nada de ese videojuego, Nic —Le había dicho a la imagen de su mejor amigo en la pantalla pixelada, mientras usaban Skype. El muchacho no le prestaba atención mientras ponía en marcha otro de sus extraños planes que solo funcionaban en su cabeza y a ella le ponían los pelos de punta.

—Siempre te estoy hablando de él, no puedes decir eso —Era cierto. El Nicolás de once años vivía, comía y respiraba por el maldito Assassins Creed y todas sus variantes, lo que provocaba que su chat de Facebook se llenara, por tandas, de párrafos llenos de teorías e historias en los que hablaba solo. Al principio, ella se empeñó por leerlos, pero con el tiempo se dio cuenta de que lo único que necesitaba Nic era un bloc de notas en el cual desvariar y Lola se lo concedió sin problemas—. Aparte, vas a abandonarme y me debes una grande por eso.

Tanto Lola como Nic se habían enterado hace unas semanas antes de esa noche de diciembre, que el que empezaba sería el último año de ella allí. El muchacho se había mostrado entristecido, pero su mente maquiavélica ya había empezado a cobrarse algunos favores con el noble corazón de su mejor amiga.

—¿Y cómo pretendes que lleve esto adelante? Solo sé que el prota es un bombón y... eso, para de contar —Se encogió de hombros viendo angustiada cómo él no le prestaba atención a ella, sino que escribía a toda velocidad.

—Ya lo he arreglado todo, Paloma —Le dijo usando su nombre completo. Lo había conocido antes de desarrollar la preferencia por el apodo "Lola" y ya resultaba imposible quitarle la costumbre—. Tú solo debes... ser una chica, básicamente. Es todo lo que quieren.

Hacía días que Nic se había metido en una "prestigiosa" página de fans del bendito videojuego de asesinos y se pavoneaba como si hubiese sido admitido en la más exclusiva de las logias. Ya no solamente rendía culto al juego, sino que el centro de su vida se veía dividido entre el juego y la página que administraba (y sus respectivos administradores). Si un administrador más antiguo le pedía a Nic que le vendiese su casa, ahí iba el idiota a entregar todo. Y más o menos algo así pasó cuando a alguno de esos se le ocurrió preguntar si no conocía a alguna muchacha que quisiese administrar con ellos, ya que eso le molaba a los muchachos y subiría los likes

En solo unos minutos Lola se enteró que hasta ya había sido aprobada. Los administradores habían dado sus propuestas e incluso se habían montado alguna especie de casting con las fotos y los perfiles. Para su sorpresa, el rostro de Lola no solamente había pasado entre ellos sino que había sido seleccionada como una de las favoritas. Lo único que debía hacer era hablar con uno de los administradores con "más rango" y estaría dentro.

—ESTÚPIDO NIC —Le gritó acercándose al micrófono y observó con suficiencia cómo se estremeció. Siempre llevaba los audífonos a tope. La miró confundido y mosqueado—. Me acaba de llegar una solicitud de uno de tus idiotas ¡Y ni siquiera puedo ver su cara! Tiene la foto de un bebé ¿y se ha apellidado como el prota? Nic, tengo miedo —Dijo cada una de esas palabras a toda velocidad, muy furiosa. No solo se sentía usada, sino que le aterraba cómo la estaba vendiendo a la velocidad de la luz. Nic tendía a ignorar todas las reglas que provenían de la misma raíz de "no hables con extraños".

Lola Besando SaposWhere stories live. Discover now