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Kang Daniel

La sostuve todo el tiempo. Ella buscaba ir tras él, pero la retuve. Gritó su nombre y yo no supe qué hacer en aquel escenario. Solo la consolé, lo que hizo que se calme poco a poco, pero no lo suficiente para que  dejara de llorar. La solté cuando el chico desapareció de nuestra vista. Al momento de hacerlo, ella cayó al piso mostrándome que tan afligida se encontraba con todo. Me arrodillé a su lado, pero dudé en tocarla. Yo sentía que la iba a romper por completo si lo hiciese. La miré y me sentí tan pequeño e impotente, no podía hacer nada. Desvié mi mirada evitando verla así... de nuevo. Cuántas veces la he visto llorar, cuántas veces tuve la oportunidad de acabar con su llanto, porque yo era la razón de ello. Pero esta vez no era así, la razón era Ong, y yo no sabía qué hacer. 

Después de segundos, me miró con esos ojos rojos. —Voy a ir a mi habitación. —dijo y se paró limpiándose el polvo de su ropa. Me regaló una sonrisa. —Yo te voy a llamar.

Aún arrodillado en el piso la vi irse del lugar. Yo también quería ayudar como él lo hizo cuando tú llorabas por mí. Sin dudar fui hacia su habitación, ignorando lo que me había dicho. ¿Quién desea estar solo en este tipo de situaciones, Doyeon? Yo necesitaba la ayuda de alguien todo el tiempo que no estaba contigo. No puedes hacerte creer de que estás bien para sostenerte tú sola, eso era imposible. No te mientas en este tipo de situaciones. No estoy ciego como para no darme cuenta de que estás sufriendo, no soy tan egoísta como para ignorar el amor que sientes o sentías hacia él. Tengo la oportunidad por fin de curarte ese llanto, déjame ayudarte.

Todo el camino estuve siguiéndola. Veía todo lo que hacía, se abrazaba a ella misma. Yo podía darle ese abrazo, pero dudé de ello porque así, Doyeon, me diría que me fuese. No quería dejarlo sola por más que ella me lo haya dicho. No quiere estar sola. No deseaba dejarla aún mas confundida mostrándole cualquier muestra de afecto mío.

Ella ya había decidido.

Ese era mi mayor impedimento. Ayudarla sin tocarla.

Llegamos a su habitación, la vi a lo lejos desde la oscuridad. Entró a su cuarto tras cerrar la puerta y me acerqué para escuchar lo que podía estar haciendo. No creí que seguiría llorando, las lágrimas derramadas fueron demasiado para un chico. Qué hipócrita. Recuerdo haber llorado casi el doble de eso cuando terminé con ella. Acerqué mi oído a la puerta y sí, pude escuchar su sollozo que lo escondió al principio.... Ella no trataba de hacer bulla, incluso en este lugar donde se encontraba sin nadie a su alrededor.

Mi teléfono vibró en ese momento, lo saqué y noté la notificación de un mensaje nuevo de un número desconocido. Lo abrí y me topé con una foto de Doyeon junto a Ong. Me sacó una sonrisa, acaricié el rostro de la hermosa chica en la foto. Viéndola reír me hacía feliz, incluso al lado de un chico que no era yo. Me comenzó a mandar unas cuantas fotos en la que solo aparecía ella en la que se mostraba alegre.

Número desconocido
Tú le quitaste sus sonrisas y yo fui el que se las devolvió. Ahora regresaste y se las quitaste de nuevo.

¿En serio la quieres?

Fue suficiente leerlo una sola vez para que dudé en entrar a su cuarto para consolarla. Guardé mi celular viendo lo que había escrito Seongwoo por última vez para irme de aquel lugar. 

Quería hacer al menos un recuerdo que te haga sonreír después de crear tantos que solo te hicieron llorar insaciablemente. 

Esa misma noche llame a Seongwoo pidiendo reunirme con él. Casi corta la llamada al instante que escuchó mi voz, pero mencioné a Doyeon y como no había dejado de llorar después de que él haya dejado el lugar. A los segundos me dijo el lugar y la hora. 

Esto estaba sucediendo. Llevé la rosa  que cuidé todo este tiempo. La sostuve entre mis manos y le di un beso para observarla mientras sonreía.

Llegué al lugar tarde a propósito, porque me gustaba ver enojado a Ong.  ¿A quién no le sacaría una sonrisa ver enojado a su enemigo? Saqué mi celular y llame a Doyeon, escuché su voz a través de la línea.

—No cuelgues. —dije.

Fui hacia la mesa en donde Ong me vio con una cara de pocos amigos y observé como señaló  la silla al frente con sus ojos. Me senté dejando el celular  en el medio de la mesa y dejando la rosa en mi regazo. Seongwoo no le interesó y solo alzaba las cejas pidiendo que le expliqué todo. Me callé, quería que él inicie.

— Si no hablas, puedo golpearte en este momento. —reí para luego decirle con una sonrisa.

—He lastimado tanto a alguien que ya no puedo seguir amándome o darme la oportunidad de amarla. —miré el celular por unos segundos para luego desviar mi mirada hacia otro lugar.

—Entonces deja a Doyeon.

—No. —respondí al instante.

—¿Quién ha estado con ella todo este tiempo? Acaso tienes la mínima idea de cuánto lloro por ti.

—Ahora llora por ti.

¿Qué clase de idiotas eramos? Solo hacemos llorar a Doyeon. Vi a Seongwoo y creo que pensaba lo mismo que yo.

—¿Me extraña? —soltó.

—¿Qué parte de que llora por ti no te quedó claro?

—La quería tanto y no se dio cuenta. —yo también lo hice. —  Y lo sigo haciendo, no tengo nadie quien me anime. ¿Qué voy hacer, Daniel?

Miré a Ong por primera vez sin odio y con lástima. ¿Por qué me recordaba a mí? Quise ayudarlo. Él también la necesitaba.

—¿Cuántas veces se besaron? —preguntó. Cogí el celular y corté la llamada. "Solo dos veces" contesté. — ¿Solo? —me miró con desagrado. — Las dos veces fue Doyeon, ¿Cierto?

—¿Qué?

—Doyeon fue la que inició el beso.

—No, no. Fue un impulso mío, el segundo beso fui yo. Yo la busqué.

—Un impulso consentido. —dijo casi en un susurro.

—No. —negué. Se formó un nudo en mi garganta. — Mientras ya la besé, ella, ella no sonrió. Es más ella casi nunca sonrió conmigo, nunca me dio una sonrisa sincera.

Ong me miró sorprendido de mi respuesta. Sonreí, lo había logrado. Saqué la rosa de mi regazo para dejarlo encima de la mesa, él lo notó y cogió la rosa después de que yo la señalará con mis ojos. Después de todo, se lo dije. —Está en las habitaciones de la universidad.

Se paró al instante provocando que su silla cayera, volteó para empezar a correr. Pero sin antes mirarme y decir un gracias, y salió corriendo del lugar con aquella rosa entre sus dedos. La rosa con la que inició todo mi sufrimiento y también representaba el final de este.

Más que ayer.  »KangDanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora