1. Milady?

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Estoy sentado en el café, sostengo mi taza con ambas manos, en cualquier momento ella llegara, aun no se si estoy preparado para verla. Justo en ese momento ella llega, su cabello es tan hermoso como lo recordaba, ella me observa atenta por unos segundos y luego simplemente dice:

-No puedo creer que seas tu! Te he investigado por tanto tiempo que... wow... no puedo creerlo.

La observe por unos segundos, ella hablaba sin parar, tan solo veo sus labios moverse, es ella, realmente es ella... Recuerdos nuestros vienen a mi mente, de pronto escucho un chasquido, pestañeo y la veo chasqueando sus dedos frente a mi cara.

-¿Que te ocurre? ¿Por que pones esa cara de idiota?

-¿Tiendes a ser tan odiosa? -Dije algo irritado.

-Solo con las personas que no me prestan atención cuando hablo. -Dijo ella.

Puse mis ojos en blanco y añadí:

-¿Que quieres saber?

Ella me observo con sus grandes ojos verdes por unos segundos, luego sonrió algo picara y simplemente dijo:

-Todo, lo quiero saber todo! Tu origen, tus padres, T O D O. -Dijo deletreando la palabra.

Definitivamente era ella, la chica de la cual me había enamorado tanto tiempo atrás. Medite por algunos segundos y simplemente inicie mi historia.

3000 años atrás.

Nací en la antigua Grecia, cuando los dioses del Olimpo deambulaban por la tierra teniendo sexo desenfrenado con las mortales. Mi primer recuerdo es mi madre, sentada en un taburete afilando un hacha mientras me contaba historias grandiosas de mi padre, tenia varios amigos con los cuales jugaba todo el tiempo, sin embargo, mi carácter y problemas de ira hacían que mis amigos se alejaran de mi.

Mi madre, Gracia, solía decirme que los demás niños simplemente tenían enviada de mi, comprendí eso cuando fue demasiado tarde, cuando el daño ya había sido hecho.

Por algún motivo mientras mas crecía, mas me interesaba la guerra, mas me interesaban las armas, la violencia me apasionaba, era como un hobby, mi madre, oh pobre de ella, siempre detrás mio, cuidándome, protegiéndome, si tan solo le hubiese hecho caso.

Presente.

-Okay, okay... Entonces eras un peleonero? ¿Que hizo que "cambiaras"? - dijo ella haciendo comillas con sus dedos.

-Crecí - dije - cambié, madure... Mi vida no ha sido fácil.

-Pero... -empezó ella.

-¿Quieres que continué o no? -dije mientras observaba molesto a un tipo extraño

3000 años taras.

Mi furia me consiguió enemigos, aunque también valiosos aliados, el general del rey fue mi más valioso aliado, gracias a él obtuve mi trabajo como guarda real, y desde ese momento fue que mi vida cambio, ahí fue cuando la conocí, su nombre era Kara, princesa Kara, hija legitima de mi rey. No ha existido unión más pura y odiada que Afrodita haya hecho...

Presente.

-Entonces te enamoraste de la princesa, el pueblo se enojo y ya?

Le di una mirada algo molesta, era algo intensa y no permitía que los demás hablaran.

-No me lo tomes a mal, suena muy romántico y todo... Pero no era la historia que estaba esperando.

-Si dejaras de interrumpirme... desde hace un tiempo iría por la"parte interesante" de la historia.

Ella rodó los ojos y simplemente dijo:

-Okay!

3000 años atrás.

Nuestra historia comenzó un día de verano. Habian príncipes y princesas por todo el castillo, aparentemente era el cumpleaños numero 18 de la princesa Kara, nunca la había visto pero muchos guardas decían que su belleza se podía comparar con la diosa Afrodita, al igual que su inteligencia, podía dejar boquiabiertos a muchos de sus tutores, su inteligencia sólo se comparaba con la propia Atenea.

Un día mientras caminaba por el castillo realizando mi guardia normal vi unos jóvenes besarse, aparte mi rostro, sin embargo, algo hizo que me detuviera y regresara escuche a la chica pedirle a su compañero que se detuviera y tuviera respeto por su cuerpo, algo que siempre despertaba mi ira era escuchar que alguien irrespetaba a otra persona, esa ocasión no fue la excepción.

Regrese sobre mis pasos y de una manera bastante gentil dije:

-Disculpe caballero, pero creo que la dama le dijo que no.

El tipo con cara de pocos amigos dijo:

-A ti quien te llamó? Nadie ha pedido ayuda! Mucho menos tuya!

-Lamento interferir caballero, sin embargo, me parece inapropiado que no respete la voz de la dama.

Él me dio una mirada de odio, vio a la chica con deseo y sólo dijo:

-¿Cuál dijiste que era tu nombre, soldado?

-Theo, caballero.

-Muy bien Theo, espero hayas disfrutado de tu patética vida, por que YO, Alexander, príncipe de Roma, me asegurare que TU vida tenga un pronto fin.

Supe de inmediato que había cometido un grave error, el príncipe camino dejándome allí con aquella noticia.

-Espero este feliz soldado, perderá su vida por una estupidez!

Observe a la chica y encontré a la mujer más hermosa que mis ojos alguna vez habían visto.

-Lo siento milady, creí que necesitaba ayuda. Mis disculpas.

Me incline y seguí mi camino.

-No sabes quien soy, cierto?

-Milady? -Pregunté confundido.

-Yo, soy la princesa Kara. Tu! Trabajas para mi! -Añadió ella.

-Lo lamento majestad, no la reconocí, le pido me disculpe.

Sus grandes ojos verdes penetraban los míos, ella abrió la boca y dijo:

-Agradezco su ayuda, sin embargo, intente no volver a hacerlo, o habrá consecuencias fatales.

Los días transcurrieron con normalidad o casi con normalidad, el príncipe Alexander hizo mi vida difícil, mientras que la princesa Kara, me pidió como su guarda.

La Maldición De AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora