11 | Fantasmas del pasado.

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"El peligro se viste de belleza"

Kate

Hemos tardado veinte minutos en encontrar un lugar donde estacionar el coche después de reírnos durante un buen rato de la cara de póquer de Dominic Parker.

— Estoy segura de que es la primera vez que una chica lo rechaza y le pega — admite Mila, bajando del Jeep.

Me dedico a negar con la cabeza y rodar los ojos mientras también bajo del vehículo.

— Vamos, no puede haber sido su primera vez. Creo que es esa clase de chicos que tenéis idealizados, probablemente han sido rechazados muchas más veces y vosotras seguís creyendo que todas las mujeres se abren de piernas para ellos — digo, una vez he bordeado mi coche y me he plantado junto a ella frente al maletero.

La chica ya ha conseguido su maleta y mientras paso un pie por debajo de mi Jeep negro metalizado para activar el mecanismo automático que abre la puerta del maletero, ella me mira, arrugando los labios y frunciendo el ceño.

Está dudando de mí. Me encojo de hombros al ver que probablemente no me crea, no es fácil vivir en un mundo elitista y no salir. La observo por el rabillo de mi ojo por un momento. Está observándome con detenimiento. Clavo mi mirada en sus bonitos ojos miel. Ella me repasa minuciosamente desde la punta de los dedos hasta el último cabello rubio de mi cabeza.

— Deberías andarte con ojo — me aconseja.

Elevo mis cejas.

      — ¿A qué te refieres?

Ella se encoge de hombros esta vez.

      — Bueno... mírate — me señala con su mano — eres alta, rubia, delgada pero con curvas y llevas tacones de aguja como si fueran zapatos de deporte. Ellos no dudarían en escogerte.

Más que alagada, en este preciso instante me siento ofendida. Sueno a la típica chica guapa sin neuronas que siempre sale en las películas de los domingos por la tarde y acaban asesinando mientras va corriendo en bañador.

— Vamos, no digas tonterías — resoplo, intento restarle importancia a sus palabras con un ademán de mis manos. Saco mi carpeta llena de documentos del maletero y vuelvo a observarla — no soy más que una chica normal, y quiero pasar desapercibida el resto de mis días aquí.

Por el rabillo del ojo veo que sigue mirándome. Sonríe. Provocándome un escalofrío en la espalda.

— Eso habrá que verlo... — dice, volviendo a hablar segundos después — por cierto — ladea la cabeza, pensativa. Frunzo el ceño — ¿Cual es tu nombre?

Mis ojos se abren. No recuerdo que en ningún momento nos presentáramos. Estoy a punto de abrir la boca y corregir mi falta de educación en el momento en el que me quedo en blanco. Mi mente se queda intentando recordar mi nuevo nombre. No lo recuerdo. Cierro el maletero de mi coche con lentitud, en mi empeño por ganar tiempo para recordar.

Oh, sí.

Giro de golpe sobre mis pies, mi cabello se mueve hacia atrás y le doy la mejor de mis sonrisas.

— Soy Late, digo... Kate. Kat, para ser más precisos.

Ella también me sonríe.

— Encantada, Kat. Yo soy Mila Kerrington.

Asiento y le ofrezco una mano, imitando su gesto. Es un momento un poco extraño. Silencioso y agradable. Nos separamos segundos más tarde, ella me pregunta si quiero esperarla para que me enseñe cual es el edificio de secretaria, al parecer no está muy lejos de aquí, así que prefiero ir por mi cuenta.

Deseos Prohibidos ©Where stories live. Discover now