Felicidad y terror

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Aun en sueño profundo sentía un gran ardor entre sus piernas, algo no estaba bien ¿tal vez un sueño húmedo?... a su edad, no, era imposible, se sentía tan malditamente real como para ser un sueño. Abrió lentamente sus ojos para buscar la incomodidad que yacía en su pene y no le dejaba dormir, bajo su vista y abrió sus ojos ante la sorpresa de lo captado; unos dulces y carnosos labios que conocía muy bien, le estaban aplicado una grandiosa felación a plena hora de la mañana. Deku estaba devorando su pene con enorme excitación mientras se dilataba a si mismo con los dedeos, Malditamente lujurioso.

Sintiendo como aquella lengua bajaba y subía por su erecto falo, o como aquella garganta parecía querer succionarlo, era jodidamente grandioso. Bajo una de sus manos para alcanzar los rizos verdes y acariciarlos un poco mientras se regocijaba por con la experta boca de su omega. La legua del chico era malditamente hábil, más que en el pasado y eso le enojaba un poco, sentía como el musculo utilizaba su punta para jugar con la uretra y seguidamente con la glande de su pene, suficiente para hacerle llegar al clímax y terminar derramando su semen dentro de la boca de Deku, quien por la lujuria y erotismo del momento lo trago gustoso, o eso quería dar a entender.

Ya era el segundo día de celo y apenas siendo de maña, el omega era quien estaba atacando al alfa para complacerse a sí mismo. Sin dejar que Katsuki se moviera, abrió el agujero de su trasero y se sentó sobre el erecto falo de su compañero, gimió ahogado por la profunda penetración que el mismo provoco, apoyo sus manos contra el pecho del rubio y empezó a moverse de arriba hacia abajo logrando que Bakugou pusiera una expresión de placer en su amargado rostro. El estar encima de ese alfa le encanta en exceso, una vez acostumbrado al enorme órgano de Kacchan, empezó a moverse más rápido de tal manera que sus nalgas empezaron a rebotar contra las caderas del chico y producir un lujurioso sonido húmedo y excitante para ambos.

Katsuki no podía creerlo, apenas despertaba y su omega ya estaba así de excitado, definitivamente ese no era el Deku de hace cuatro años, un rebote profundo en sus caderas lo hicieron salir de sus pensamientos.

—Concéntrate aquí abajo Kacchan. —hablo el pecoso demandante al notar la distracción del chico

Bakugou un poco enojado por el llamado de atención, tomo los glúteos del chico y empezó a moverlos más rápido haciendo que este gimiera con enormidad.

— ¡Como si algo como esto bastara! —hablo el rubio con tono ronco y explosivo mientras cambiaba rápidamente de posición, colocándo al chico por debajo de él y embistiéndole con gran fuerza.

Ambos continuaron por horas complaciéndose mutuamente, tocándose y llegando al orgasmo de una manera erótica e insaciable, pero, en el alfa empezaba a crecer la angustia, Deku siempre caía dormido al momento de terminar, por lo que era imposible tener una conversación con el chico, y eso, le aterraba de gran manera. Sabía que solo estaba ahí para calmar el celo de Izuku, sabía que solo estaba siendo utiliza, pero aun así, no podía evitar que su corazón latiera con desesperación al tocar a la persona que amaba. La felicidad y el terror le inundaron por completo. Ya estaban en la mitad del segundo día, posiblemente volverían a tener sexo y posiblemente el omega volvería a quedar dormido, mañana seria su último día y el pensar que pasaria después de eso, le aterraba.

—Dime Deku ¿Qué debo hacer? —Miro al omega y acaricio su mejilla para luego acercarse y depositar un suave beso en sus labios. Le contemplo por unos segundos y se retiró a la cocina para buscar un vaso con agua y algo de comer.

La puerta de la habitación se cerró y el omega en cama quedo en completa soledad —Yo tampoco lo sé, idiota. — Hablo Izuku con un tono lastimoso mientras tocaba su mejilla tratando de recalcar los toques que Katsuki le había dado unos segundos antes.

Era un cobarde y estaba consciente de ello, nunca había caído dormido, simplemente fingía sucumbir ante el cansancio para evitar la charla con el rubio, siempre, todo el tiempo, a cada segundo, estuvo despierte sintiendo como Bakugou tocaba su piel con gran gentileza mientras este creía que dormía y no sentía, estuvo perfectamente consciente sintiendo los amorosos toques del sujeto que alguna vez le juro amor eterno, y eso lo hacía jodidamente débil, porque le encantaban con grandeza.

Aunque quería culpar a su celo de todo el desastre que estaba ocurriendo, no podía hacerlo del todo, su cuerpo estaba sintiendo una enorme dicha al estar junto aquel alfa, más grande que cuando Dabi era su compañero. Al principio su celo era el dominante de la situación, pero después de la primera ronda, era consiente de todo los que sucedía a su alrededor, tenía la fuerza suficiente para detener todo pero no lo hacía, no quería, la adictiva piel de ese alfa no se lo permitía.

Aun acostado en cama, bajo su mano hasta donde se encontraban sus estrías recordando los toque de la noche anterior, esos suaves besos que fueron depositados en el lugar por Kacchan. Sonrió, una pequeña y alegre sonrisa escapo de sus labios al recordar la amorosa acción, ese amoroso gesto que le hizo volver a aquella época donde el rubio era jodidamente cariñoso con él en la intimidad besando con amor cada parte de su cuerpo que no le agradara, fue gracias a el que empezó a amar sus pecas y parecía ser que ahora gracias a él, empezaría amar sus estrías.

Una fugaz propuesta de perdonarle paso por su mente, su sonrisa se hizo más grande y juguetona con tal pensamiento, imagino todas las posibilidades junto al rubio; las citas que tendrían, las pelas y estúpidas discusiones, el momento en que Hina empezaría a llamarle papa, una casual salida familiar, los futuros berrinches por su celo, tal vez un hermanito para la niña, lo hermosa y tierna que se vería Hina si... si... si utilizara en un vestido de pajecita para la boda ... la boda... su imaginación dio un freno en seco, volvió a la dura realidad donde los recuerdos de ser engañado el propio día de su Boda se hicieron latentes, la felicidad y compasión por ese alfa desaparecieron.

Recordar el volver a ser traicionado, le aterraba.

Fue entonces cuando alfa en la cocina y omega en la cama, volvían a coordinar teniendo los mismos sentimientos, ambos, a la par, sentían felicidad y terror del mañana.

...

Entre tanta lujuria, pasión, egoísmo y miedo, el tercer día del celo de Izuku Midoriya, en un abrir y cerrar de ojos, había terminado.

DESGARRADOWhere stories live. Discover now