Capítulo 2

21.2K 1.9K 1.4K
                                    

Notas de la autora: La canción es un ligero vistazo a algo que en el interior de Bakugou se aglomera con fiereza. Espero puedan entender un poco más en este capítulo la punta del iceberg de sus sentimientos 🔥
Recuerden que Boku no Hero no me pertenece ni sus personajes, sólo la idea de éste fanfic.
Espero les guste mucho 💚

 Espero les guste mucho 💚

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Esperar...
Es lo único que queda...
Esperar es lo único que se puede hacer cuando el corazón duele...
Deseando que aquello fuera irreal.

🔥✈⭐


🔥✈⭐

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.




Bakugou Katsuki jamás fue una persona que se diera a notar por ser paciente, a decir verdad era tan nula como la resistencia del hielo al fuego. Era una buena metáfora, aplicada en las mejores situaciones e incluso en las peores.
Pero ahí estaba, siendo el ser humano más paciente del universo observando la puerta de su recámara mientras estaba recostado en el piso de duela. Su celular se había quedado sin batería tras estar enviando mensajes al causante de su eterna paciencia. Pero sus piernas no le respondieron, se habían quedado sin fuerzas cuando intentó arrastrarse, porque sí, no tenía una pizca de ganas para ponerse de pie.
Habían sido días enteros, junto con las noches... Pero no recordaba exactamente cuándo fue que se había levantado.
Ni siquiera al baño.
¿Eso era normal?

A Kirishima le encantaba la puerta corrediza que daba al balcón que este conducía exactamente al universo entero. Solía decir que los rayos del sol se adentraban a la perfección en todo su hogar, al igual que el canto de los pájaros y el casi nulo bullicio del mundo que sí estaba vivo.
A Katsuki solamente le gustaba ver cómo Eijirou disfrutaba de los rayos del sol, ese oxigenado se podía perder como lagartija sentado en el balcón y a él le fascinaba solamente observarlo.
Sin embargo, hoy aborrecía con toda su existencia esos rayos del sol, el canto de los animales y el ligero bullicio del mundo. No era justo, porque el mundo tenía un matiz opaco, aunque el sol saliera y los pájaros cantaran, todo estaba sumido en un eco que resguardaba lo horrible y triste de la existencia. El mundo estaba tan muerto como Kirishima Eijirou. Aunque a él le encantaría que fuera una mala broma.
Una broma que se negaba a creer.

Aviones de papel |En edición|Where stories live. Discover now