Capítulo 4

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Podríamos adentrarnos juntos a este caótico amor...
Pero juntos...
Siendo uno solo...
Juntos...

Bakugou observó más tiempo la ventana y el transcurso del día a las personas que, persistentes le iban a visitar

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Bakugou observó más tiempo la ventana y el transcurso del día a las personas que, persistentes le iban a visitar.
Nunca en su vida se había cansado de gritar, en realidad era un autorreflejo ya establecido en su ser. Sin embargo, por alguna extraña razón las palabras ya no salían de su garganta.
Su madre había encendido la televisión, logrando así que el abrumador silencio envolvente entre ellos se disipara un instante.
Hasta que una noticia le llamó al atención: Un héroe caído.
Así le habían colocado de renombre a la trágica nota del héroe: Kirishima Eijirou.
Su madre intento cambiar las noticias, pero antes de encontrar el control ésta ya había terminado. Se quedó observando perdidamente el televisor .
Así que era verdad.
No lo había soñado.

-¿Tienes mi celular? -comentó con una voz tan gélida que a su madre le dió un escalofrío.

-No lo necesitas.

-Lo quiero, dámelo -exigente, Bakugou extendió su mano hacia ella. La mujer le miró y negó.

-No lo tengo yo -Bakugou casi le miró con fastidio.
Ya no tenía todos los cables que al principio le habían conectado, el cuerpo le pesaba, pero eso no lo detendría. Se levantó desconectando todo, ya no era la misma desesperación con la que lo había hecho sino, una tranquilidad tan pronunciada que asustó más a su madre.
Cuando estuvo a punto de salir de la habitación una mano le detuvo de su hombro, giró un poco su cuerpo para verle. Su padre le extendía el aparato telefónico. Lo recibió observando que no encendía.
Suspiró pesadamente.
-Katsuki -la voz del hombre le pareció lo más lejana posible -Por favor, ten cuidado.

Le observó un instante, como si él estuviese roto. Su padre transmitía un poco de su dolor a su cuerpo, tragó en seco.

-Puedes ir a tu hogar -comentó quedito, Katsuki asintió. Miró un instante a su alrededor y tomó la ropa que habían dejado en una de las mesas de la habitación -Tus mascotas... Están bien, los encontraron y por el momento los tienen uno de tus amigos.
Gato... El perro... Eijirou lo mataría por no haberlos alimentado.
Lo que resultaba ser una cruel broma... Porque Eijirou era el que se había largado.
Y mientras se vestía las palabras de su padre seguían retumbando con un terrible eco en su cabeza.
¿Su hogar?
¿Podría llamarle así a un lugar tan vacío?
¿Su hogar? ¿Era hogar sin Kirishima?
Hogar...
No sentía que los últimos días eso fuera.
⭐🔥
Se quedó observando la puerta de entrada bastante tiempo, no escuchaba ningún ruido proveniente de aquel lugar. Dejó fluir el aire y con lentitud la abrió.
Se quedó de pie observando todo detenidamente.
Esperó recibir el grito de siempre que venía acompañado de una enorme sonrisa y un abrazo asfixiante.
Pero... No lo hubo.
No hubo nada.
Tragó en seco.
Ojalá Eijirou no hubiera elegido una casa tan horrible y solitaria cuando él y los animales no estaban.
Aquel lugar no tenía un aroma a comida quemada o tostada, como cuando a Kirishima le tocaba prepararla... Es decir, había mejorado bastante, aunque a veces le fallaba. Pero si Bakugou prestaba atención el olor de su pareja estaba ahí, impregnado silenciosamente...
Siguió caminando por el pasillo de entrada, y observó detenidamente los detalles que habían en las paredes, algunas quemaduras que Eijirou había convertido en obras de arte con fotografías.
Y se molestó.
Le jodió con todas sus fuerzas que ese imbécil hubiera hecho eso y sin poder controlarlo explotó el comedor.
El humo se expandió por todo el lugar, tan espeso que era difícil respirar aunque estuviese acostumbrado.
¿Estaba mal pensar en lo... fácil?
Sus pulmones le comenzaron a exigir oxígeno. Caminó hacia el ventanal y lo abrió.
La lluvia escupía con furia en el exterior. Tanta molestia contenida y expandida hacia el mundo se aglomeraba fuera de su ventana. Tosió un poco más y se arrastró sin pensarlo al balcón.
A Eijirou siempre le gustó la lluvia.
Nunca entendería su obsesión por mojarse con esta.
Pero en ese momento, deseó con todas sus ganas que aquello le diera una respuesta incierta. Aunque falsa, de lo sucedido.

Aviones de papel |En edición|Where stories live. Discover now