Capítulo 9

162 9 0
                                    

Capítulo 9

Vera

-¿Cómo es que siempre terminó a tu lado, intoxicada en una cama?- espeté con algo de vergüenza luego de que su historia terminara. Me sorprendió no haberlo recordado antes o que Alecia no haya tocado el tema luego de haberse casado con Gabriel hacía ya un año.

-es una señal,- musitó él con una sonrisa socarrona. Isaac lanzó una mirada por la ventana y con una seña me indicó que entrara al aparcamiento de los apartamentos. –Imagino que no querrás volver a tu departamento si hay una pequeña posibilidad de que el mono trajeado este allá.

-imaginas muy bien,- murmure ausente mientras estacionaba el auto junto al Audi rojo de Isabel. Isaac cerró mi puerta de golpe en cuanto intenté abrirla, ganándose una de mis miradas de incredulidad, mientras el me observaba con enfado.

-Me insultas Verónica,- musitó con una sonrisa, -yo también puedo ser un caballero cuando me lo propongo.- puse los ojos en blanco mientras el  cerraba la puerta de golpe y abría la puerta para mí.

-gracias Isaac,- musité sosteniendo fuertemente su mano.

-de nada, nena.

Subimos al elevador desierto otra vez, y en cuanto se cerraron las puertas me atrajo con fuerza hacia su cuerpo, tensando sus brazos alrededor de mi cintura y aprisionando los míos contra su pecho.

-¿Qué demonios crees que haces?- exclamé con sorpresa, tratando de zafarme.

-hay algo que quiero intentar.- susurró inclinándose cada vez más cerca. Podía sentir su suave aliento rozar mis labios, mientras me observaba con ojos de deseo. Mi cuerpo se fue relajando cada vez más hasta que no era más que una muñeca de trapo.

Me sentía hechizada, no podía evitar la curiosidad que subía como electricidad y se esparcía por mi cuerpo. Sus manos recorrían suavemente mi espalda, hasta que una se posicionó delicadamente sobre mi nuca.

-Isaac…- prácticamente gemí su nombre. Maldito, sabía el efecto que tenía en mí.

-sshhhh, tranquila…- susurró, recorriendo con su dedo índice una línea a lo largo de mi mandíbula, -tu piel es muy suave… lo note la otra noche pero… wow.- antes de que pudiera responderle, las puertas se abrieron de golpe y un carraspeo incomodo hizo eco en el pequeño espacio del departamento.

-Señor De Obaldía,- me volteé solamente para ver a Bobby de pie junto a una señora de unos setenta y tantos que sostenía un perro chihuahua contra su pecho.

-Roberto,- murmuró Isaac sin moverse un centímetro, -señora Castrejón, que bueno verla.

-Isaac, querido,- le sonrió la mujer con dulzura, se notaba que la tenía en la bolsa, -no sabía que tenías una nueva novia, mi sobrina estará destrozada.- Abrí los ojos como platos y me separé de un empujón, golpeándome en la parte trasera de la cabeza con la pared del elevador.

-Dígale a  Sofía que ella siempre será mi favorita,- sonrió él devuelta, observando con burla como frotaba mi nuca -que dentro de diez años cuando cumpla los dieciocho no dude en tocar a mi puerta y enviaré a mi mujer por la borda.

-no lo dudo, cariño,- mi rostro era un poema y estuve a punto de correr fuera del elevador, -¿desean que tomé el siguiente?- preguntó la viejecilla lanzándome un guiño.

-por supuesto que no,- espetó con aires de ofendido, -usted y el señor Malvaviscos pueden entrar cuando gusten.- Isaac mantuvo la puerta del elevador abierta para ella mientras que entraba con ayuda de su bastón y con perro en mano, -Roberto, como siempre un placer,- finalizó Isaac antes de que se cerraran las puertas completamente.

Fame [Rosa Metálica #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora