Capitulo 20

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Capítulo 20

Isaac

Reconocería esos chillidos donde sea. La verdadera pregunta era como había entrado, o más importante, ¿Cómo sabía que estábamos aquí? Escuchaba los golpes contra la puerta e instintivamente me coloque frente a Vera, y antes de pensar algo más la puerta se abrió de golpe y una cabellera rubia entró hecha una furia.

-Alana…- su nombre se escapó de mis labios con tanta frialdad que sentía a Vera estremecerse tras de mí.

-¿Cómo pudiste?- lo sabía. Estaba ebria. ¿Cómo no lo vi venir? –te di los mejores años de mi vida, ¡los mejores!

-estas ebria,- apreté los dientes y me acerque a ella con las manos extendidas para asegurarme que no intentara nada, -vete a casa. Ahora.

-no me iré,- me gruñó con ira, -no puedes obligarme.

-Alana,- murmuré con cansancio asegurándome de que Vera estuviera lo suficientemente alejada. –se acabó, no perteneces aquí. Si viniste por la estúpida sesión de fotos, ya te lo dije, no lo hare.

-¿Cómo pudiste hacernos esto?- sollozó antes de que las lágrimas empezaran a caer por sus mejillas. Su rostro estaba cada vez más pálido y sombrío. –yo te amo. Íbamos a casarnos y luego ella aparece… y- antes de decir alguna otra palabra se desplomó sobre la alfombra y fue entonces cuando salió a relucir el corte de su muñeca. No otra vez.

-Vera…-susurré mientras tomaba a Alana en brazos, -una ambulancia. Ahora.

Llevaba dos horas en el Hospital Nacional, con una mancha de sangre en mi camiseta blanca del tamaño de un balón de futbol y totalmente descalzo. Los médicos me habían asegurado que estaba fuera de peligro, pero necesitarían tenerla en observación durante un par de horas más. Su psiquiatra estaba con ella en este momento pero había algo dentro de mí que me impedía irme.

-¿Qué tal un capuchino?- murmuró Karla acercándose. Tenía un vaso de café en cada mano, y una bolsa de masitas que había traído de la panadería de su edificio.

-no deberías estar aquí Max,- musité con pesar, aunque si había una persona a la que necesitaba en este momento era a ella.

-no deberías llamarme Max,- me respondió con voz acida mientras se sentaba a mi lado. La observe con la confusión plasmada en el rostro mientras arrancaba uno de los vasos de sus manos. –deberías marcharte Isaac, su hermana viene para aca, ella ya no es tu problema.

-Alana siempre será mi problema y lo sabes,- le respondí tajante.

-no,- me gruñó de vuelta, y por un minuto creí que me arrojaría el café en la entrepierna o algo peor, -eso es lo que te has dicho a ti mismo desde que la nena caprichosa aprendió que lastimándose te mantendría cerca.

-ella no…- me fulminó con la mirada haciendo que me callara al instante.

-si lo hizo a propósito y lo sabes,- finalizó tragándose una de las masitas. Observé a mí alrededor a la espera de que Alice apareciera y luego me concentré en Karla otra vez. –No puedes cambiar su pasado Isaac. No fue tu culpa, no podías saberlo.- fue lo último que le escuche decir antes de que el mono trajeado apareciera con Alice por la puerta de urgencias.

Alice corrió hacía mí por instinto y se abrazó a mi cintura. A sus escasos veinte años no debía lidiar con cosas como esta, pero al tener una hermana como la que tenía y una madre siempre ausente le obligó a crecer de golpe y a aprender como recoger los pedazos.

Ramiro se movía de una manera incomoda. Quizás en busca de algún paparazzi que se hubiera enterado de la noticia del año, Alana Victoria otra vez en rehabilitación. Me observó con rabia y sus ojos se deslizaron al anillo que ahora portaba en mi mano izquierda.

Fame [Rosa Metálica #1]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang