THE STORYBOOK

H1: PARTE 6 (SPANISH)

- "¿ y? ¿ Qué has descubierto?" - preguntó Bas nada más ver entrar en el salón privado a Kimmon.

El joven, que se encontraba sentado frente a Singto en la mesa del salón comedor, dejó el panecillo de frutas que estaba comiendo sobre el platillo ya vacío y, tomando la taza de té que tenía a su lado, se dedicó a tomar pequeños sorbos del líquido caliente mientras esperaba por una respuesta.

Kimmon, viendo que Kong también había dejado de comer y lo miraba con expresión preocupada, procedió a contarles todo lo que había ocurrido. Sin reparar en detalles.

- " Entonces es obvio que tu madrastra está pensando en librarse de ese tal Krist" – dijo finalmente Bas tras escuchar todo el relato – " o al menos en evitar que pueda ganar ese concurso".

- " Pero no entiendo qué tiene que ver el cazador en todo este asunto" – dijo Kong mientras fruncía el ceño

- " Por lo que tengo entendido es el pretendiente de una de sus hijas" – musitó Kim mientras tomaba uno de los bollos con relleno de kitkat – " aunque parece ser que fue rechazado por la madre cuando fue a proponerle a la joven matrimonio".

Singto asintió mientras sentía que las piezas por fin comenzaban a encajar. Ahora sólo tenía que ver qué iba a hacer con la información y si era buena idea decirle a su padre pues, lo último que el joven deseaba, era generarle un disgusto.

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Los días comenzaron a sucederse sin que nada fuera de lo normal ocurriera hasta que, una mañana, Krist notó que alguien le observaba desde el camino que llevaba a la pequeña arboleda.

Pensando que era su nueva amiga, se dio la vuelta con un saludo en los labios. Sin embargo su voz se congeló cuando, en vez de encontrarse a la campesina que le acompañaba a casa todos los días, observó a un hombre que reconoció en segundos. El cazador estaba frente a él y, en su mano, había un cuchillo grande y afilado lleno de sangre seca.

El joven no lo pensó y echó a correr , dejando que la cesta con las frutas cayera sobre el suelo derramando todo su contenido.

El cazador, que hasta ese momento no se había movido del lugar, comenzó a perseguir al joven mientras se recordaba a sí mismo que ésta era la única forma de conseguir lo que deseaba. Y que lo único que tenía que hacer para lograrlo era lo que siempre había hecho, cazar y matar. Solo que en esta ocasión debía hacerlo pasar por un accidente. Tan simple como eso.

Krist corría por entre los árboles, con mucho cuidado de no tropezar y sin atreverse a mirar hacia atrás pues sabía que, detenerse un simple minuto, le costaría la vida.

Finalmente, cuando llevaba ya más de media hora corriendo y sus cansadas piernas no podían más, se detuvo en una zona frondosa. Comprobando que estaba en el corazón del bosque y que los árboles en esta zona eran mucho más robustos y frondosos, pensó en esconderse y qué mejor lugar que en la copa de uno de los árboles.

El joven, sin pensarlo dos veces, se encaramó a la rama más baja y comenzó a ascender. Con cuidado de no hacer ruido.

Llevaba ya más de diez minutos subiendo por el tronco del árbol cuando un tonto resbalón hizo que perdiera el pie.

Krist había quedado colgado de una de las ramas del árbol, a varios metros por encima del suelo.