H4: PARTE 5 (SPANISH)

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Cuando los labios de Kong dejaron los suyos, Arthit comenzó a darse cuenta de dónde estaban.

Los sonidos volvieron a sus oidos y el joven, aún algo confuso, se volvió hacia los asistentes con el rostro completamente sonrojado.

¡Felicidades!

¡Os deseamos lo mejor!

Las palabras de alegría de todos los presentes hicieron que una pequeña sonrisa tímida asomara a sus labios.

"Al menos no parecen rechazar nuestra unión...", se dijo el joven mientras deslizaba su mirada por el salón.

Sin embargo, su sonrisa se congeló en el mismo instante en el que observó los rostros de las dos personas que estaban en la puerta de la amplia habitación.

Y es que los rostros de sus padres mostraban mil y una emociones... salvo alegría por la boda de uno de sus hijos.

"Bueno...", se dijo con tristeza Arthit, "al menos mi madrastra está sonriendo..."

Aunque tan sólo sea por el hecho de que era él, Arthit, el que acababa de casarse con el joven Suttiluk y no su adorado hijo.

Su niñito que, sin duda, se merecía algo mucho mejor que una mera boda de conveniencia.

Arthit suspiró y, con rapidez, desvió su mirada hacia Rose y Peck.

Ambos, por el contrario, sonreían felices al saber que, por fin, eran una única familia.

Que la promesa se había cumplido... después de tantos años.

Aunque...

"¿A qué precio?", pensó el joven mientras aferraba con más fuerza el ramo de flores que tenía en sus manos.

Pero ya no había marcha atrás. Ya estaba hecho.

Y ahora...

Kongpob y él estaban casados.

¡CASADOS!

"Mi marido... tengo un marido", se dijo Arthit mientras miraba al joven que estaba de pie a su lado y que, con una amplia sonrisa en su rostro, saludaba a todos los invitados y agradecía los buenos deseos de todos los que se les acercaban para felicitarles, "Parece contento...".

- "Creo que es el momento de que comience la celebración" - dijo la Señora Rojnapat mientras se les acercaba con una amplia sonrisa en su bello rostro

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- "Creo que es el momento de que comience la celebración" - dijo la Señora Rojnapat mientras se les acercaba con una amplia sonrisa en su bello rostro.

Unos segundos más tarde ya había indicado a los empleados que abrieran las puertas que daban al salón comedor donde se iba a celebrar el convite.

Allí, completamente preparado para el festejo, se encontraban varias mesas bellamente adornadas frente a una de mayor tamaño.

Allí, completamente preparado para el festejo, se encontraban varias mesas bellamente adornadas frente a una de mayor tamaño

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"La mesa principal", se dijo Arthit mientras sentía cómo Kongpob tomaba su mano, " la que vamos a ocupar Kong y yo...".

- "Vamos... no hagamos esperar a la familia" - musitó Kong a pocos milímetros de su oreja.

Arthit, sonrojándose más de lo que estaba, asintió mientras dejaba que Kongpob tirara de él hacia la estancia en la que los comensales ya habían empezado a ocupar sus puestos.



VARIAS HORAS DESPUÉS...

Los invitados bailaban en la gran pista situada en el anexo de la sala cuando Kongpob, dando un leve tirón de su mano, hizo que Arthit se volviera hacia él con una leve expresión de sorpresa en su rostro.

- "Creo que deberíamos retirarnos ya..." - musitó el joven mientras se inclinaba y posaba sus labios sobre la mejilla del muchacho.

Arthit, completamente rojo y haciendo caso omiso de los silbidos que habían comenzado a escucharse en la sala, asintió tímidamente.

Ambos jóvenes se levantaron y, tras despedirse de todos, se encaminaron al dormitorio.

"Tengo que hablar con Kong. Yo no..."

Sin embargo, Arthit no puso siquiera terminar de idear qué quería decirle cuando ya estaban frente a la puerta del dormitorio que iban a compartir a partir de ese momento.

Desde esa misma noche.

La noche de bodas.

Arthit, con el rostro completamente sonrojado, dio un par de pasos hacia atrás. Sin embargo, una mano le agarró del brazo haciendo que se detuviera donde estaba.

Segundos después, se encontró mirando el rostro de Kongpob.

De su marido.

El joven se atragantó con su propia saliva.

Kongpob, con rapidez, comenzó a darle pequeñas palmaditas en la espalda.

- "No te preocupes... ¿Qué te parece si entramos y hablamos tranquilamente de todo ésto?" 

Arthit levantó el rostro hacia Kongpob que, con una sonrisa tranquila, asintió y tomando el pomo de la puerta entre sus manos, abrió dejando que Arthit entrara primero en el cuarto para, inmediatamente, seguirle de cerca.

Instantes después ambos se quedaron completamente quietos. 

Paralizados por la sorpresa.

Y es que, sentado sobre la cama cubierta de pétalos de rosa, un joven les miraba con el ceño fruncido.

- "Nat... ¿qué haces aquí?" - preguntó Kongpob sin entender qué podía hacer el joven en el dormitorio y, mucho menos, en una noche como esa.

Por todos era sabido que nadie debía entrar antes de los novios... salvo para terminar de dar los últimos toques al dormitorio de la pareja.

Esa era la tradición.

Y nadie se atrevía a romperla... o al menos así había sido hasta ahora.

- "Os esperaba..." - musitó el joven con voz fría - "o más bien te esperaba a ti, Kong".

Éste, con una expresión clara de incomprensión en su rostro, sólo pudo dar un par de pasos hacia el centro del cuarto.

- "De verdad que no entiendo qué haces aquí... no deberías haber venido" - dijo finalmente Kong con el ceño fruncido.

Nat se rió quedamente.

- "Necesito entender por qué... ¿qué es lo que tiene él que no tenga yo?" - dijo el joven mientras volteaba hacia Arthit y le señalaba con el dedo - "sabes que te he querido siempre... que te lo he demostrado a diario con miles de regalos y mensajes... entonces, ¿por qué le has escogido a él?".

Kongpob abrió la boca para contestar.

Sin embargo no pudo hacerlo ya que alguien más entró en ese momento en el dormitorio.

Alguien que, con expresión furibunda, observaba al joven sentado sobre la cama.

- "¡NAT!"

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