Capítulo 3. Estaré justo aquí esperándote

13 1 0
                                    


Apartados por los océanos, día tras día

Y lentamente me vuelvo loco

Escucho tu voz en la línea

Pero no detiene el dolor

Después de que el último de sus hermanos se fue Miguel Ángel cayó en una profunda desesperación. Había dicho que no los esperaría pero no sabía a donde más ir. Cuando le conto a sus amigos ya no era una gran sorpresa. Casey solo cerró los ojos y suspiro. Abril agacho la mirada pero nada más. Ya no podía recibir siquiera la lastima de sus amigos.

Tomo el peluche entre sus manos y lo miro un momento antes de tirarlo al suelo con ira. Iba a destrozarlo en pedazos pero era lo último que había recibido de alguno de sus hermanos así que por falta de voluntad o por apego a ellos no se deshizo de él pero tampoco lo acepto en sí. Caminaba de lado a lado sin cesar, no comía, no dormía ni podía quedarse un solo momento sentado para calmarse. Contemplaba el lugar con agobio, sus ojos se paseaban por cada rincón, de esquina a esquina con pánico. El lugar era un asco: estaba sucio, oscuro, mohoso, húmedo, maloliente, faltaba oxígeno y el miasma a muerto lo volvía vesánico. Ya no podía tragarlo más. Tenía que escapar de todo esto. No era justo que el fuera el único que tuviera que quedarse en donde nadie más quiso; si sus hermanos mayores no pudieron ¿Por qué él si?

Si te veo al lado de nunca

¿Cómo podemos decir para siempre?

Dio un último paseo por el lugar. Sus plantas ya iban a morir, no había porque quedarse. La cocina no había sido usada en un tiempo; había mucha comida que ya había caducado. El dojo ya no apestaba a sudor como normalmente lo hacía. Entro y miro a su alrededor, el árbol se veía bien y eso de alguna forma le fastidiaba muy atrás de su mente. Fue al cuarto de su sensei y no había siquiera rastro del incienso que le encantaba usar; claro que no le sorprendió, aunque ahora extrañaba el aroma.

Fue al laboratorio y pudo notar que faltaban muchas cosas pequeñas; pero la moto seguía ahí, la van, algunos prototipos sin terminar entre otras cosas. Luego fue al cuarto de Donatello; algo sin usar; casi no estaba ahí pero estaba lleno de sus cosas como libros y...oh, muchos libros ya no estaban. Paso sus dedos por las pastas de estos en su estante y tomo uno al azar mientras se sentaba en suelo: era un libro infantil; su padre solía leérselos pero para Donnie era lo que más le gustaba así que él se lo quedó. Le dio unas hojeadas; tenía muchas imágenes pero no tantas como le gustaría, el libro perfecto para su hermano a los 5 años:

"A veces te echo de menos. ¿Existe un cielo más allá de las nubes? ¿Y nubes en el paraíso? Por fin, he cumplido lo que acordamos. En esta tarde de primavera, sé que tú estás.

El tiempo que pasamos juntos fue como unos fuegos artificiales, que llenan todo el firmamento, pero, en un abrir y cerrar de ojos, se desvanecen. La añoranza, en cambio, es como una semilla enterrada en lo más hondo del corazón y que lentamente germina".

Donde sea que vayas lo que sea que hagas

Estaré justo aquí esperándote

Lo que sea tome o como mi corazón se rompa

Estaré justo aquí esperándote

Al fin lo cerró y lo puso de vuelta en el estante y se dirigió a la habitación de Leonardo. Siempre fue muy limpio y le gustaba el orden. También tenía muchos libros pero casi todos era haikus que Miguel Ángel no llegaba a entender, aun así lamió su dedo y abrió uno en una página al azar:

"Despertó, solo

Y se volvió a dormir;

Ruido de lluvia"... No lo entendía... tal vez otro...

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jul 26, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

How we became lion heartsWhere stories live. Discover now