Las heridas de la sociedad, la desgracia de la misma.
Un mar de prejuicios y desdicha.
Dónde no hay respuesta ni esperanza.
Hajime Hinata, tiene claro que la única manera de salir de tan frío agujero es con el proyecto de cultivación de esperanza do...
El cielo anaranjado comenzaba a perderse en medio de los pasillos, aquella luz que peleaba por mantenerse intacta, perecía en contra de un color azulado, el tiempo era su peor enemigo y probablemente también uno de los nuestros.
Ya casi nadie merodeaba por la escuela, quedaban más administrativos que propios alumnos pero, esto no era para nada nuevo en lo que respectaba para Matsuda y yo, ya que al final siempre salíamos mucho más tarde de lo que el cielo nos decía en aquel instante.
De un momento a otro, la luz desapareció, nuestras pisadas se escucharon en un solitario pero rechinante pasillo, las paredes que nos rodeaban eran la causa de acabar con la luz restante del sol y también de la intranquilidad de ambos.
En algún momento perdí la noción del camino, no recordaba que la escuela pudiera ser un laberinto colosal en medio de pasillos, sin embargo, nuestro vagar sin sentido, al fin terminó al ver que Koichi se detenía de golpe. Se giró para vernos unos momentos, como si con ese gesto estuviera tomándonos la palabra para pasar al otro lado de la puerta de madera que resguardaba a su espalda.
La puerta se abrió de forma tormentosa por su peso, no pude ver nada por su gran tamaño hasta que, esta estuvo totalmente abierta, dejando ver lo que había estado protegiendo; se veía una sala de conferencias con una lujosa mesa ovalada alumbrada por un traga luz que dejaba pasar la delicada luz de la luna, sin embargo, al ver que Kizakura se ponía de nuevo en movimiento, supe que estábamos aun un poco lejos de nuestro objetivo.
Entramos con cautela a la sala de juntas, al poco tiempo, nuestra atención se desvió a una de las esquinas de la misma donde Koichi nos invitaba a seguirlo, caminamos dudosos y con cierto ambiente de misterio rodeándonos, nos detuvimos ahora en una puerta escondida de acero, tan silenciosa y sigilosa que al abrirse no hacía ni un solo ruido, sin embargo, a pesar de poder llegar al otro lado de la nueva puerta presentada, nuestras expresiones cambiaron rotundamente a una sorpresa llena de terror, en aquel momento sabía que retroceder podía costarme más de lo imaginado.
- Los trajiste hasta acá, parece que es más difícil convencerles de lo que aparentan – una voz desgastada por el tiempo, unos lentos pasos pero, seguros se escucharon en aquel silencio.
En medio de la oscuridad de la habitación, poco a poco se dejó ver una de las personas más importantes del instituto, Kazuo Tengan.
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Tanto Matsuda como yo, retrocedimos sorprendidos, mi boca no fue capaz de dejar de temblar o decir algo al respecto que no fuera saludar con formalidad estricta al ex director de la escuela ahora consejero de Kibougamine.
- No es necesaria tanta formalidad, más bien una disculpa por hacerles perder valioso tiempo, deben de estar ocupados con su proyecto ¿No es así? – Tengan sonreía tranquilo como un hombre de su edad, se veía una extraña bondad de su parte en sus gestos.
- Los traje para que pudieran ver el verdadero propósito del proyecto, sé que pueden ayudarnos pero, parecen tener una mente bastante cerrada, tal vez con hechos puedan ver realmente el valor de todo esto – comentó Koichi bastante tranquilo y confiado, algo tan dispar en el ambiente.
