84.- HARRY POTTER (NEVILLE LONGBOTTOM)

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Olivia siempre había estado enamorada de Neville, se conocieron en el Expresso de su primer año y enseguida se llevaron bien. Ella era su mejor amiga, siempre estaba ahí para ayudarle, y siempre se preocupaba cuando algo malo le ocurría, como aquella vez que se cayó de la escoba en su primera clase de vuelo.

La chica había visto lo que nadie más había sabido vislumbrar, el León que el chico llevaba dentro.

Y ahora, unos años más tarde, ese enamoramiento aún persistía.

Se encontraban en la Sala de Menesteres, escondidos para que los seguidores de Voldemort, que ahora eran los profesores de Hogwarts, no les encontraran. Neville tenía la cara llena de heridas y moretones, y Olivia estaba intentando detener las hemorragias.

- Agh- Se quejó de nuevo el chico.

- Si dejarás de moverte quizás podría terminar.- Le dijo ella.

- ¿Porqué estás enfadada?- Preguntó preocupado, Neville tenía un serio enamoramiento por su mejor amiga, y verla triste o enfadada le dolía mucho.
Ella relajó el gesto al ver la preocupación de su amigo. Luego suspiró.

- No es nada, es solo que estoy preocupada por mi padre, ya sabes, por ser hijo de muggles...- Y era cierto, pero había algo más que rondaba su cabeza, pero no podía decírselo porque él era el culpable.

- Tranquila, sabes que la Orden de Fenix tiene protegidos a tus padres, no va a pasarles nada.- Intentó consolarla, por lo que ella le regaló una débil sonrisa.

Cuando terminó de limpiarle las heridas y curarle regresó a su litera, desde donde podía ver las literas de los de primer año. Enseguida se percató de dos niños que lloraban abrazados.

- Hey, ¿estáis bien?- preguntó, aunque era obvio que no lo estaban, los niños se separaron y negaron con la cabeza. - ¿Queréis ver algo genial?- Preguntó con una gran sonrisa, la niña sonrió y se incorporó un poco en la cama asintiendo enérgicamente con la cabeza, en cambio, el niño se escondió levemente tras su amiga. Al verles, Olivia sintió algo de nostalgia, pues le recordaban a Nev y a ella en su primer año. La mayor sacó su varita y conjuró su patronus. No lo había usado desde las clases con Harry. Una luz plateada salió desde la punta de su varita, iluminado toda la sala. Todos se giraron a mirar las silueta que había aparecido en el centro de la sala, con la forma de una leona. El animal recorrió la sala lentamente y, como si de un gato se tratara, empezó a jugar con una sábana que se encontraba en el suelo.

- Ala, que guay-Exclamó la niña emocionada, y Olivia se sintió algo mejor al ver como los ojos del niño perdían algo de miedo y brillaban con alegría.

La chica regresó a su cama, donde se encontró con Neville, pues la cama del chico era la contigua.

- Nunca había visto tu patronus.- Habló él desde su cama, ambos estaban tumbados mirando hacia el techo.

- No suelo usarlo, no desde nuestras clases con Harry.

-Es una leona.

- Lo sé.

- Mi patronus es un león- El tono de voz del chico hizo que Olivia girara la cabeza para mirarle, luego sonrió feliz.

- Eso también lo sé.- Neville le devolvió la sonrisa.

Cuando la batalla de Hogwarts terminó, todos se sentían divididos, no sabían si celebrar por la derrota del Mago Tenebroso, o estar triste por las vidas inocentes que se habían perdido en dicha guerra.

Los superviviente habían llevado todos los cuerpos a lo que quedaba de lo que antes era el Gran Comedor, para que las familias pudieran llorar por sus seres queridos.

Olivia no quería entrar allí. Ella se encontraba en los jardines cuando todo acabó, y no podía soportar ver a toda aquella gente inocente que habían dado sus vidas por el bien de los demás.

Se encontraba sentada junto al lago negro, de espaldas a la destruida fachada del castillo que había sido su hogar durante siete años. Las lágrimas rodaban por sus mejillas hasta precipitarse al suelo. Su madre le había enviado una carta hacía un par de horas, antes de que toda la batalla empezara. Los Mortífagos encontraron a su padre cuando salía de su casa para ir a búscarla.

En lo que no había pensado era en lo que podían estar pensando todas aquellas personas que la querían al no verla en el comedor, entre todas esas personas estaba Neville Longbottom, que al no verla, se recorrió todo el castillo corriendo para buscarla. Estaba realmente preocupado, no podía ni imaginar que la había perdido para siempre, y sin haberse declarado siquiera.

- ¡Olivia!- Escuchó que gritaban su nombre, pero no se movió de su sitio- Olivia, ¿Donde estás?- Volvió a gritar el chico con desesperación. Al escucharle esta vez, se levantó de donde estaba y corrió hacia donde se encontraba su mejor amigo, lanzándose a sus brazos.

Cuando la sintió junto a él, suspiró de alivio. Aunque estaba herida y llorosa, eso no importaba, porque estaba viva.

- Olive, me tenías muy preocupado, creía que te había perdido- Murmuró él, abrazándola más fuerte, como si quisiera asegurarse de que realmente estaba allí con él. Ella no respondió nada más que con más sollozos.

- Tranquila, ya se ha acabado, todo ha acabado. - Ella se separó levemente para mirarle a los ojos.

- Mi padre...- Pero no pudo terminar la frase por un nuevo sollozo.

- Lo sé, lo se, tranquila- Volvió a murmurar, frotándole los brazos a modo de consuelo. Olivia volvió a abrazarle.

- Gracias- Susurró.

- ¿Porqué?

- Porqué siempre has sabido protegerme, a tu manera, pero lo has hecho. - se separaron nuevamente, y como si del sol tras una tormenta se tratara, ambos sonrieron a la vez.

- Gracias a tí por siempre creer en mí- Y se besaron, tal y como si sellaran el momento.

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Un poco corto, pero intenso. :3

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