Capítulo 3

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Tamaki se acerca al equipo policial para poder informarse de la situación. Demora minutos eternos decidiéndose si hablar o no con el jefe del grupo, cuando finalmente puede entablar conversación con el hombre uniformado lo hace con un tono de voz bajo y tímido, jugueteando con sus dedos nerviosamente.

El jefe explica que un hombre se ha metido a robar a aquella casa que está rodeada por la policía, teniendo como rehenes a la pareja que dentro se encuentra. Están tratando de convencer al ladrón, pero éste es terco y algo inestable, ocasionando que la situación se vuelva difícil pues tienen que actuar cautelosos para evitar que la pareja sea dañada y para poder atrapar al criminal sin inconvenientes.

Amajiki comprende lo que está ocurriendo y pide que continúen intentando llegar a un trato con el hombre dentro del establecimiento mientras él se escabulle por la puerta trasera para llegar a él y así capturarlo. Todo eso lo tiene que hacer sigilosamente, procurando no hacer ruido y no llamando la atención. El grupo policial acata sus órdenes.

Entonces, el pelinegro observa la casa de dos pisos, respirando profundamente mientras el jefe de policías habla a través del megáfono. Se arma de valor y avanza hacia la residencia con cautela, yendo por donde no pueda ser visto y cubriéndose perfectamente con su capucha. Atraviesa el patio trasero y llega a la puerta de atrás, siendo una corrediza de papel y madera. Con mano temblorosa, la abre lentamente para no producir sonido alguno y asoma la cabeza por la abertura, observando el interior. La sala luce vacía así que se adentra sin inconvenientes, observando a todos lados.

Escucha ruidos provenientes de la cocina por lo que sus ojos se clavan en la entrada de ésta, expectante. Comienza a acercarse con pasos pausados y ligeros, agradeciendo que el suelo de madera no cruja bajo su peso y manteniendo su atención concentrada unicamente en aquella parte de la casa. Se asoma y vislumbra una figura de un hombre vestida con una sudadera negra y unos vaqueros, notoriamente armado con una pistola que Amajiki no puede clasificar. El hombre observa furioso a través de la ventana que da a la calle, maldiciendo a la policía que ha llegado y manteniendo asustados a la pareja que yace sentada sobre el suelo, abrazándose con fuerza y esperando que nada les pase, porque no importa si tienen quirks pues éstos don inútiles en tal situación.

Tamaki entonces da otro paso y la tabla de madera se reciente por su peso, chillando y quejándose sonoramente, ocasionando que se quede quieto inmediatamente, esperando que no se hallan percatado de eso. Sin embargo, ha sido escuchado y el criminal, como la pareja, se gira a mirarle con suma atención, abriendo los ojos como platos y alzando el cañón del arma en su dirección.

Amajiki manifiesta tentáculos en sus brazos que se dirigen hacia el hombre en cuanto éste jala el gatillo, alertando a todo mundo y causando caos.

...

—¡Tamaki!— exclama Fatgum al entrar por la puerta de la habitación de hospital donde yace el mencionado—. Santo cielos, muchacho, ¿cómo te encuentras?

—Estoy bien— dice el joven azabache, encogiéndose en la cama ortopédica donde se encuentra recostado, pues el criminal con quien ha batallado hace rato, le ha disparado en el muslo derecho, ocasionando una herida que los médicos ya han tratado—. Lamento haberlos preocupado.

—Tamaki-senpai, ¿seguro qué se siente bien?— pregunta Kirishima, acercándose al aludido junto a su jefe; ambos con cara llena de angustia.

—Sí. Los médicos dicen que no tengo nada urgente. Ya han curado mi pierna y la han inmovilizado con una venda. Dicen que no debería moverla hasta que sane la herida por completo.

—Ya veo— dice el adulto, suspirando con alivio—. Por favor, ten más cuidado, Tamaki. Pudo ser peligroso.

—Lo siento— responde cabizbajo el mencionado, comenzando a jugar con el borde de la manta—. Fue algo tonto.

—Pero hizo un buen trabajo, senpai— dice el pelirrojo, sentandose al borde de la cama y sonriendo con sus dientes afilados—. Es un gran héroe.

Tamaki le observa en silencio unos segundos para luego dirigir su atención a sus manos, ocultando el sonrojo de su rostro con su cabello y conteniendo una sonrisa.

—Gracias...

—Y, ¿cuando te darán el alta, muchacho?— indaga Fatgum.

—Mañana a medio día. Así que faltaré a clases.

—Informaré a tus profesores.

El pelinegro asiento con la cabeza, agradeciendo quedamente a su jefe que se preocupa por él como si fuese su padre.

...

Mirio está preocupado porque Tamaki no llegó a su habitación el día anterior y hoy no se ha presentado a clases. Ha procurado no pensar mucho en ello, pero es obvio que algo le ha pasado a su mejor amigo y eso lo mantiene realmente inquieto, incapaz de concentrarse en sus clases. Nejire se da cuenta de inmediato, pero, sorprendentemente, no dice nada, menos cuando el rubio se queda estático en su asiento cuando el receso comienza. Saca su celular del interior de su mochila y navega por su lista de contactos hasta dar con el del pelinegro.

Mirio le manda un mensaje mostrando su interés y preocupación por él. Amajiki responde rato después.

"Lo siento, estoy en el hospital. Llegaré después de la hora de la salida."

Y el rubio abre los ojos con sorpresa por el texto, angustiandose aun más y deseando saber detalles del asunto, pero sabe que eso sería algo que presionaría a Tamaki y por el momento no parece ser lo mejor.

Mirio no contesta al mensaje.

Sentimientos por la LunaWhere stories live. Discover now