Capítulo 40

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Luego del incidente con el autobús, Tamaki regresa a la agencia de Fat Gum  en donde escribe un reporte de los acontecimientos durante su patrullaje.

Tomando su tiempo, teclea en un computador mientras, procurando no tirar migas en el teclado, ingiere algunos bocadillos dulces. El reporte es corto y conciso, nada realmente genial que mencionar exceptuando el accidente con aquel transporte público. Una vez que termina, imprime el documento y, luego, se dirige a la oficina del héroe robusto.

Sus nudillos golpean la puerta y casi de inmediato recibe el pase de entrada del hombre al otro lado. Al abrir, asoma su cabeza primero y observa al rubio sentado detrás de un escritorio, con su complexión delgada por no estar haciendo uso de su quirk, lo que Amajiki entiende. Hoy es uno de esos días en los que Fat Gum se encuentra todo el día sentado frente a su escritorio de vidrio, manejando documentos y muriéndose de fastidio y aburrimiento, pero es algo que todo dueño de una agencia de héroes debe hacer; mantenerse al tanto de la situación del establecimiento y de la seguridad pública.

El joven de 20 años se acerca calmado hacia su superior que, sin levantar la mirada, continúa revisando hoja tras hoja, en total silencio y con una mueca de seriedad absoluta.

—Traigo el reporte del día— habla Tamaki, con suavidad y extendiendo los papeles al otro héroe que, finalmente, le clava la mirada encima.

—¡Ah! Tamaki— sonríe el rubio, recibiendo el reporte y revisándolo superficialmente antes de dejarlo de lado junto a una montaña de carpetas color crema—. ¿Todo bien?

—Sí... Y, ¿usted? ¿Tiene mucho trabajo?

El mayor entonces suspira con derrota, señalando la mesa llena de documentos y cosas de esa índole.

—Eso me pasa por dejar todo el papeleo de último minuto— comenta Fat Gum.

—Ahm... ¿Quiere ayuda?

—Oh, no. No te preocupes, Tamaki. Estás son cosas que tengo que hacer por mi cuenta— asegura, dejándose caer contra el respaldo de su acolchonada silla—. ¿Cómo te encuentras?

Una pregunta recurrente en los últimos años, sobre todo luego de empezar su terapia. Fat Gum realmente parece preocuparse por su bienestar físico y mental.

—Estoy bien— dice el morocho, jugando nerviosamente con sus dedos—. Aunque aún no me acostumbro a la atención que me han estado brindando.

—La verdad es que nunca te acostumbras— responde el mayor, con una risita para tranquilizar a Amajiki—. Pero me alegra que te estés esforzando. Pensé que querrías ser algo así como Eraser Head, un héroe sin gloria ni fama.

—Al principio... Sí...

Al ver que es todo lo que el menor dirá, Fat Gum se aclara la garganta y prosigue.

—Las cosas cambian— piensa, en voz alta y serena—. Bueno. Gracias por tu trabajo hoy. Puedes ir a casa a descansar.

—Gracias por su trabajo— repite Tamaki, haciendo una reverencia antes de dar media vuelta y salir por la puerta.

...

Nejire se deja caer contra el sofá de la sala de estar mientras Tamaki yace en la cocina, preparando un poco de té para acompañar las galletas y bizcochos que la fémina ha llevado a su casa.

—¡Ah!— expresa la peliazul, con una enorme sonrisa en el rostro—. Estoy tan orgullosa de ti, Amajiki-kun.

—Ahm... Uhm... Gracias...

—Hablo en serio. Quién iba a creer que tú, con tu corazón frágil y tus nervios, ibas a ser uno de los héroes más populares del momento— explica ella, llevándose una galleta de arándanos a la boca y mirando hacia la cocina donde el morocho vacía el té en dos taza robustas—. ¡Todo el mundo ha estado hablando de ti desde hace tiempo! Te has ganado fama muy rápido.

—La verdad es que hasta yo estoy sorprendido— afirma, acercándose al mueble y sentándose junto a su mejor amiga a quien entrega una taza de flores con té de menta—. Pensé que me costaría más tiempo ganar su atención...

—Es que tienes mucho talento— asegura Hadō, antes de darle un sorbo a su humeante bebida—. Y mucha gente cree que eres guapo. Yo incluida. Pero supongo que lo que más llama la atención de la gente es tu actitud tímida y sensible. Eso suele gustarnos a las chicas. Aunque incluso los niños te adoran. ¡Te vi en las noticias hoy! Estuviste genial deteniendo ese autobús y pudiste saludar a aquel pequeño. En otras circunstancias te habrías escondido.

—Supongo... Supongo que sí he mejorado en algunas cosas...

—¡Claro que sí! — asegura ella, llevándose una mano al pecho y mirando con cariño al morocho—. Me siento como una madre viendo a su polluelo dejar el nido.

—Una comparación curiosa— sonríe Tamaki—. Creo que somos más como hermanos, Hadō.

—Has entendido mi punto, ¿no?

—Sí... Pero tú también has captado la atención, Hadō.

—Es verdad— dice ella, pensativa—. La otra vez me llegaron a la agencia solicitudes de entrevistas. Pero creo que aún no es el momento de aceptarlas. ¿Tú qué piensas?

—Es lo que quieras hacer. No creo que tengas problemas con responder preguntas. Eres muy agradable y conversadora.

—Sí— ríe—. La verdad es que me encanta hablar. No puedo evitarlo. Y tampoco quiero hacerlo. Aún me cuesta  creer que ya han pasado varios años desde que salimos de Yuuei. Sigo sin creer que ya somos héroes y adultos. Me siento vieja. Creo que tengo la crisis de los cuarenta.

—Tienes veinte años. Aún somos jóvenes.

—Sí, pero ya no somos los mismos chiquillos de hace tres años, Amajiki-kun. Hemos crecido y cambiado. Para bien. Sabes, tengo una idea.

El varón entonces le mira curioso y algo asustado, teniendo en cuenta que la muchacha es una persona impredecible y bastante enérgica, con ideas a veces descabelladas.

Sentimientos por la LunaWhere stories live. Discover now