32 RECUERDOS QUE DUELEN

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Sally fue obligada a punta de pistola a atar a Mario de las manos y pies con cinta canela. Deliberadamente hizo la atadura floja pensando que tal vez el padre de su medio hermano pudiera liberarse en algún momento e intentar escapar...

--¿Qué fue lo que te hice para que me odies tanto, Salomón?

Mario estaba sentado en el piso, recargado en la cama. Sus largas piernas las tenía dobladas y sus manos atadas con cinta canela descansaban en ellas.

--Demasiadas cosas -contesta sin dirigirle la mirada, volviendo a sentarse en el piso, recargado en la pared junto a la puerta de salida.

--Es que no entiendo cuáles cosas... si yo te quise como si fueras mi hermano... incluso ahora mismo, a pesar de todo el daño que nos has hecho... no puedo sentir odio por ti -mintió Mario esperando que esas palabras suavizaran el corazón de su ex amigo.

-¿Que no me odias, dices? ... ja.. ja... ja... pero si casi violo a la mujer que amas. Y vieras que me quedé con las ganas... Es una belleza de mujer -contesta burlón y relamiéndose los labios.

Murillo sintió ganas de levantarse y enfrentarlo aunque fuera arrastrándose pero Salomón no dejaba de apuntar a la chica con la pistola. No podía arriesgarse. Además tenía que ser más inteligente que él y seguir con el juego de frases. Tal vez si lo hacía recordar la amistad que tuvieron desde niños... Quien sabe... tal vez podría lograr que por lo menos dejara libre a la muchacha.

--Oiga... ¿puedo ir al baño? -preguntó Sally a su verdugo, interrumpiendo la conversación de los hombres.

--No -contesta.

--Pero es que debo ir... -insiste la chica.

--He dicho que no -comienza a enfurecerse pero ella insiste.

--He dicho que necesito ir al baño y eso voy a hacer... si quiere dispararme... hágalo, no me importa -le grita- ¿me escuchó? me importa una mierda si dispara o no.

Sally se levantó y se encaminó al baño pero su padre la alcanzó a medio camino. Iba a obligarla a regresar cuando vio que el lugar donde ella estaba sentada se encontraba manchado con sangre. Recordó que la chica estaba menstruando.

--Está bien... hazlo... pero no tardes -luego volvió a su lugar. Tomó el celular y llamó a Silver poniendo el altavoz.

--¿Todo está bien ahí adentro? -contesta con esa pregunta el agente.

--Estaría mejor si me hace llegar pollo Kentucky. Aquí tenemos hambre -dice sonriendo y mirando a Mario.

Por un momento Silver pensó que Preys se había dado cuenta del plan pero parecer todo iba bien.

--Correcto -mintió el agente- en 20 minutos estará aquí lo que has pedido.

Fin de la llamada.

--La chica se parece tanto a tu madre, Salomón!!! -afirma Mario.

--No lo había notado -responde haciéndose el distraído.

--Pero si tiene los mismos ojos... ese color gris tan peculiar. Y el color de la piel. Cuando la vi por vez primera me quedé tan impresionado. Sabía que se parecía a alguien pero en ese momento no la relacioné con tu mamá.

--No vuelvas a mencionar a mi madre -le ordena Salomón inquieto.

Dentro del baño Sally terminaba de asearse cuando escuchó un ruido extraño... miró por la ventanilla pero no vio nada raro. Cuando a punto estaba de salir, cayó un tornillo al piso y pudo ver una sombra que se reflejaba por encima del tornillo. Miró hacia arriba y pudo ver a un hombre que levantaba el tragaluz. Era el policía Sanders quien con un dedo en la boca indicaba a la chica que guardara silencio. Ella obedeció. El hombre quitó por completo el tragaluz y entró al baño. Portaba dos armas pequeñas incrustadas en el chaleco antibalas. En el pantalón traía navajas, balas... y otro tipo de armamento que la joven no supo identificar.

Mario y... ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora