33 Sally, una chica buena

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El fuerte dispositivo del cual era encargado el agente Silver, comenzó a movilizarse. Había dos ambulancias esperando el desenlace del rescate, por si había alguien a quien atender médicamente y trasladar al hospital. Y efectivamente así fue.

--Este hombre tiene perforado un pulmón -decía un paramédico refiriéndose a Mario-necesita un respirador.

Murillo estaba semiinconsciente, le costaba demasiado trabajo respirar. En cada inhalación que daba se le iba la vida y el dolor que tenía que soportar era inhumano.

Fue colocado en una camilla y trasladado hasta una ambulancia donde en ese momento perdió el conocimiento.

--Aún tiene pulso... rápido... al hospital a toda velocidad-ordenó el paramédico encargado al conductor.

Mientras la sirena zumbaba por las calles de San Francisco, dentro del cuarto del secuestro otro paramédico atendía a Salomón, quien estaba encima de un charco de sangre... de su propia sangre. Tenía la mirada perdida y su corazón se resistía a dejar de latir.

--¿Se salvará? -preguntaba Silver, inquieto.

--No lo sé, agente -contesta el paramédico sin dejar de hacer su trabajo. Inmovilizaba al herido ayudado por dos colegas. Taponeaban los orificios de las balas con gasas y luego ponían vendas apretadas para evitar que siguiera perdiendo sangre.

Sally estaba en la entrada del Motel...

Cuando escuchó los disparos casi justo cuando a ella la sacaron del cuarto, se quedó paralizada. No quiso que la llevaran a ningún hospital para ser atendida... en el fondo deseaba saber si ese hombre que tenía por padre había muerto.

Pudo ver cuando sacaron a Mario para auxiliarlo. Y esperó nerviosa que sacaran a su padre... vivo o muerto... no sabía.

Justo cuando sus pensamientos trabajaban a mil por hora y su corazón latía con nerviosismo, vio cómo salían varios hombres del cuarto. Dos paramédicos cargaban una camilla mientras el otro corría hasta la ambulancia. Sobre esa camilla se encontraba el hombre que más había odiado en su vida, el hombre que fue causante de su primer dolor de amor al enterarse que él también era padre del chico que amaba. El cuerpo inerte de Salomón pasó ante sus ojos... estaba tan quieto que parecía no tener vida.

--Suba, señorita -le dijo un paramédico a la chica- usted también necesita atención médica.

Sally tenía un ojo hinchado y aún había restos de sangre en su cara a causa del último golpe que su padre le dio.

--No, no , no... será mejor que ella no suba a la misma ambulancia que ese hombre -afirmó Silver.

--Quiero subir ahí... -dijo la joven casi sin pensarlo.

--Señorita, yo mismo la llevaré en mi auto -insistió el agente pero sus palabras fueron tiradas al vacío pues Salomé ya estaba con un pie en la ambulancia.

--Déjela que vaya ahí, señor -dijo el que entró por el tragaluz- el secuestrador es inofensivo en estos momentos... tal vez ni siquiera salve la vida.

Silver rodó los ojos y se dirigió a su auto para dirigirse también al hospital. Ordenó que la mitad de sus elementos siguieran a la ambulancia y otros tantos se quedaron en el motel.

Sanders lo seguía de cerca y antes que su jefe subiera a su auto le dijo:

--Es extraño que mis armas estuvieran descargadas, ¿no le parece, jefe?

--Debes tener más precaución en tu trabajo -le dijo en tono serio- me sorprende de ti, Sanders... pensé que eras un elemento ejemplar.

Subió la ventanilla de su auto y dejó al policía boquiabierto. Él estaba seguro que había cargado sus armas antes de salir de la estación.

Mario y... ValentinaWhere stories live. Discover now