𝖉𝖎𝖊𝖟

194 31 11
                                    

siendo sinceros, renjun no tiene ganas de hacer nada, no quiere comer, ni dormir, ni trabajar, ni siquiera de irse a jilin

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

siendo sinceros, renjun no tiene ganas de hacer nada, no quiere comer, ni dormir, ni trabajar, ni siquiera de irse a jilin. le quedan menos de veinticuatro horas para embarcarse en un vuelo que le llevará hasta la nueva vida llena de soluciones que tanto ha buscado, y aún así, no es feliz. 

podría agradecer que ya no hay nada que lo ate, porque el cumpleaños de jaemin fue hace un par de días y él ni siquiera llamó a la señora na... pero no puede. se sintió tan débil e impotente, ¿y qué iba a decirle, «felices veintitrés, disfrútalos sin mí ahora que puedes»? obviamente no. 

obviamente lo mejor es pasar página, respirar hondo, olvidar, recomponerse, seguir con su vida. 

su vida no va sobre na jaemin, demonios. él se llama huang renjun: su vida va sobre huang renjun. 

pero es un argumento tan simple y vacío, para él no hay nada de interesante, no iría al cine a ver esa película ni leería ese libro. está hecho un desastre, y todo es su culpa por centrarse siempre en lo mismo, y no dejar espacio para el resto. 

habían cosas muy bonitas en su vida cuando era más joven, como su amistad con su primo donghyuck y mark, su ilusión por su trabajo de becario, y los libros que podía devorar. hoy es incapaz de terminar ninguno, salvo el que ha estado ojeando con jaemin. 

pero ese es el libro especial, el primero después de que despertara: por eso lo ha terminado. 

por eso le gusta tanto. 

es un libro que refleja todo lo que él fue años atrás. pero siempre hay algo tras los finales felices, no siempre es bueno, no siempre es malo. 

—¡vecino! —los golpes de ten en su puerta y la voz animada le sorprenden. 

cuando abre, se encuentra a los dos chicos, arreglados y emanando un olor a colonia barata pero elegante, y muecas de impaciencia. lo miran con lentitud, porque renjun sólo viste un desarreglado chándal negro que le entra desde los quince años, porque sigue siendo igual de pequeño y delgaducho. cosas de la pubertad. 

—¿si? —pregunta algo desganado.

—vístete. vamos a salir —el mayor ordena.

—no estoy de humor, ten —responde, rozándose la ceja izquierda con la mano. 

—no era una pregunta —le interrumpe, y su mirada es tan penetrante e insistente, que es como si renjun no pudiera negarse. 

diablos, es su última noche en seúl, en corea. en su hogar. si realmente todo se termina allí, pues que termine bien. 

jaeno está junto a ten, con la cabeza ladeada y las manos en los bolsillos. no dice nada. 

suspira sonoramente.

—de acuerdo, mierda —los deja pasar y rebusca la ropa más cómoda que encuentra -que no sea un chándal, claro-. 

y así es como llegan al sitio que renjun habría evitado de estar solo o acompañado por donghyuck, tan solo en la calle ya puede escuchar la música del interior, e incluso hay gente con pulseras fluorescentes cantando frente a la entrada. desde luego, no se parece a nada que él haya visitado antes. 

𝓭𝓸𝓷'𝓽 𝓯𝓸𝓻𝓰𝓮𝓽 ♬  [𝑗𝑎𝑒𝑗𝑢𝑛]Where stories live. Discover now