FINAL.

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  — Eres menos alto de lo que esperaba—  señalé separándome de Sherlock, tratando de hacer el ambiente más ameno y limpiándome las lágrimas de las mejillas. Él era como 10 o 15 centímetros más alto que yo, no estaba seguro, el abrazo que le dí fue casi un instinto que no pude contener, como si quisiera ser protegido, como si él fuera mi hogar, mi lugar seguro.

Sherlock me observó divertido, ambos recobramos la compostura y yo pregunté:

— ¿Cuál es el plan?

— Por el momento, sígueme y actúa normal— contestó dándose la vuelta, caminé detrás de él, siguiéndolo hasta donde él quisiera. Al salir del baño nos esperaban dos monjas, el director de éste infierno y Paul con una sonrisa maliciosa.

— Ahí están esos desviados, director— señaló el imbécil con tono acusatorio— Ambos estaban besándose en el último cubículo, ¡son unos sucios infames! 

 — Si eso pasó, ¿cómo lo supiste?—  contra atacó Sherlock.

  — Yo... yo... los escuché—  murmuró Paul con tono inseguro mientras el director y las monjas lo veían con una mirada acusatoria. 

— La única forma en la que es posible que nos hayas visto, según tú besándonos, es que te subieras al inodoro para espiar—  señaló Sherlock—  Seguramente querías ver a John sin pantalones, ¿no?, yo creo que el "desviado" eres tú... 

  — ¡Paul Robinson!—  exclamó escandalizado el director y yo observé a Sherlock con una gran sonrisa, ¿cómo pudo hacer eso? es fantástico... 

— ¡No es cierto, miente, miente!— gritó Paul— ¿Dije dentro del cubículo? ¡Me confundí! error mío, los vi afuera del último cubículo.

— Bueno, estábamos hablando nada más— dije yo y Sherlock asintió.

— ¿Con las bocas pegadas?— atacó el director con tono molesto.

  — Es claro que lo que dice Paul es inventado, director—  dijo Sherlock—  John y yo estábamos hablando de lo mucho que nos ha ayudado éste precioso internado para sacarnos el pecado de nuestro cuerpo, ahora cada que recuerdo los crímenes espantosos que cometí al besar a un hombre quiero vomitar, a John y a mí nos dan arcadas, ¿verdad?— me preguntó y yo asentí poniendo mala cara. 

  — No puedo creer lo enfermo que estuve— asentí.

 — Bueno, señores. John y yo tenemos que ir a la capilla a rezar un rato por el alma de Paul— continuó Sherlock caminando hacia la pequeña capilla que se encontraba al lado de la cafetería, yo lo seguí mientras actuaba normal. 

  — Paul... tenemos que hablar en mi oficina—  dijo el director con tono molesto y Paul sólo empezó a berrear y gritar mientras Sherlock y yo caminábamos sin voltear atrás.

  —Eres increíble—  le dije a Sherlock una vez que ambos entramos a la capilla, estaba completamente vacía porque las monjas estaban en el patio y en los dormitorios cuidando que nada impropio ocurriese. La capilla era grande, habían sillas y un gran escenario para las misas obligatorias del domingo y las demás de cada día de la semana que se llevaban a cabo a las 4 pm. Había santos y una figura de Jesucristo y una mesa con un mantel blanco lleno de figuras religiosas y una botella con agua bendita— ¿Es en serio que vamos a rezar?— seguí hablándole a Sherlock.

— Evidentemente no— me contestó obvio—  Y... gracias por el cumplido— murmuró tímidamente. Casi me derrito. 

 Cerró ambas puertas de la capilla y yo lo observé escandalizado. 

  — ¿Qué haces? ¡si se enteran vas a armar un escándalo! 

—  Eso es lo que quiero— respondió— Metí de contrabando porno gay y la escondí debajo de la almohada de Paul, ahora que vayan a su habitación a revisar encontrarán eso y todas las monjas van a ir a torturarlo. Por lo mientras nosotros vamos a salir por la puerta trasera de éste edificio, vamos a escalar la pequeña barda que da a la calle y seremos libres para siempre. 

Cat (Johnlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora