"Mi Querido Lindo Gatito" [Katsudeku] 18+ [Finalizada]

6.-"kacchan en peligro"

Totalmente estremecido por la acción del rubio, midoriya se apartó de este inmediatamente, podía sentir como sus mejillas ardían, era una sensación extraña.

—¡nya!—maulló, lanzándose encima del pecoso, provocando que ambos cayeran al suelo, quedando el rubio arriba del peliverde.—

—k-kacchan... ¿Q-que haces?—los nervios juntos con esa extraña sensación en el estomago, no dejaban pensar con claridad el pecoso. Con solo ver los labios del contrario, le daban ganas de lamerlos, ganas de que esos labios se juntaran con los de él.—

—nya...—el rubio se apartó del peliverde, dejándolo tirado en el suelo mientras él salía de la cocina.—

El pecoso se sentó en el suelo al ver que el rubio no estaba cerca, puso ambas manos en sus mejillas, sintiendo ese calor que emanaba su gran sonrojo.

¿Que es esta sensación?—pensó.—

De pronto, su celular comenzó a vibrar y con bastante desgano, tomó su celular y observó el nombre de quien lo llamaba

Eijirō kirishima

—contestó— ¿hola?
—¡midoriya! ¿Como va todo? ¿Bakugō se encuentra bien?—
—está todo bien, no te preocupes kirishima-kun.-
—uff... Que alivio ¿y como es que no te ha Destruido en mil pedazos?
—n-no lo sé...—rió leve—
—bueno, eso quería saber, adios midoriya, cuidate.—cuelga—

Dando un gran suspiro, se levantó y caminó hacia el sofá, una vez allí, se sentó y cerró sus ojos, quedando profundamente dormido.

4:32 am

El rubio dormía plácidamente en su cama, una tenue luz entraba por la ventana que había al lado de su cama, llegando hacia su rostro e iluminándolo levemente. El viento que entraba a través de aquella ventana parecía jugar con las cortinas. Una temperatura más baja de lo normal le causó escalofríos al susodicho, y así despertándolo.

—nhm... —abrió sus ojos y observo aquella ventana que no recordaba haber dejado abierta, eso le extrañaba.— ¡¡nya!!

Una mano con una tela húmeda se posó en su rostro y tapó su nariz junto a su boca, dejándolo repentinamente inconsciente.

Por otro lado, el pecoso se despertó de golpe al oír el fuerte maullo del rubio.

—¿¡kacchan?! —no oyó respuesta alguna, así que se levantó y corrió rápidamente hacia la habitación del rubio. Al llegar, se percató de que no había nadie en la habitación y que la ventana se encontraba abierta.— ¡¡¡kacchan!!!