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Hoy es el día. Estamos empacando para irnos dentro de media hora, Daniel dijo que un chofer nos pasará a buscar. Por último tomé mi libreta y la entre en la mochila que llevaría puesta. Antes de lo previsto una bocina toca en la parte de abajo, en eso escuchó a mi madre llamarme, ya era hora de irnos, nos subimos y ya no había vuelta atrás. Iba distraída mirando todas estas casas grandes y las personas con dinero que deben de vivir en ellas, que de la nada habíamos llegado, me saqué los audífonos y los puse al rededor de mi cuello dejándolos caer por encima de mi pecho, salimos del auto y antes de dar otro paso observé la casa detalladamente por un minuto. Sentí calor en mi hombro, volteó por encima de este y es la mano de mi madre.

— ¿Estás bien? — Suspire.

— Sí, de maravilla. — Dije con una sonrisa. Me sonríe de vuelta. Caminamos hasta la entrada, mi madre toca y nos habré una mujer que parece ser la ama de llaves.

— ¿Señora, Mildred? — dice sonriendo.

— Sí.

— Pase por favor. Yo les ayudó con las maletas. —iba a tomar las mías, pero mi reacción fue echarme para atrás.

— Yo puedo. — Ella sonríe y se lleva la otra. Enseguida sale Daniel, no tan mayor pero mucho menos joven, mi madre se le acerca y se besan. Miré todo lo que había dentro de la casa y a decir verdad es hermosa, muy delicada y limpia.

— Ella es mi hija, Samantha. — irónico, porque ya nos habíamos visto. Preste atención cuando escuché mi nombre, sonreí por no parecer nerviosa.

—Mucho gusto señorita. Un gusto por fin verte físicamente.

— Gracias. — Dije sin más.

— ¡James, baja un momento! —Dijo casi gritando el señor. «Oh mi Dios, definitivamente es el chico que me enseñó Erika», pensé cuando iba bajando por las escaleras, su rostro mostraba ni el más mínimo afecto o interés a nuestra llegada, primero posa su mirada en mi, una mirada penetrante y fija que me hizo sonrojar, el me sonríe de una manera coqueta y se dirige a su padre.

— ¿Recuerdas que te conté que vendrían a vivir a la casa? — El asiente sin dejar de mirarme, cosa que me puso muy incómoda y baje la mirada. — Son estas hermosuras. Mildred y su hija, Samantha. — nos señaló con la mirada.

— Bienvenidas. — dijo con la voz ronca.

— Enseñale la habitación a Samantha, por favor.

— Con gusto. Vamos. — Se acercó y tomó mi maleta, le seguí el paso y subí junto a él. Deja la maleta en la entrada y se detiene para mirarme.

— Mi habitación está al frente, si necesitas algo más — Dijo muy seguro de sí, solo sonreí. De la nada y como si él tuviera la confianza de hacerlo, me toma de la barbilla levantando así mi mirada.

— No tengas miedo. — Reaccioné de una manera que pensé que nunca era capaz. Hice una mueca de desagrado hacía su persona.

— ¿Quién te crees? no tengo diez años, estúpido. — Después de lo dicho me quedé sorprendida por lo que le había soltado, él sonríe mucho más y a la vez se sorprende de mi respuesta, agarra aún más fuerte mi barbilla y la alza hasta su rostro, puse mis manos por encima de las de él haciendo fuerza para que me soltará.

— No seas una malcriada, estas en mí casa ¿entiendes? — acerca demasiado su cara a la mia, hasta que podía sentir su respiración.

— Gran cosa. — Las palabras fluian de una manera impresionante, que nunca me había pasado, y menos con un chico. Y cabe aclarar que nunca he tenido un novio en mis dieciocho años de vida. Me safe de su agarré, le mostré una cara de asco y entre a la habitación cerrándole la puerta en la cara, puse seguro. Tome mi tiempo para desempacar y poner mis cosas y ver donde esconder mi libreta, había una pequeña abertura en el closet y ahí la puse. Escuché que tocaron mi puerta entonces me levanté del escritorio para poder abrir.

— ¿Si?

— Ya esta la comida. — me dice la chica de la entrada. Le di una sonrisa.

— Voy en un segundo. — Cuando iba a salir me fijé en la habitación de James, disimulando lo vi tumbado en su cama escuchando música con las luces apagadas, una forma rara de relajarse, lo vi moverse y me espanté, seguí mi camino. Bajando las escaleras siento que alguien esta bajando junto conmigo ya sabía quién era así que ni me moleste en girarme a ver. Por desgracia me senté al lado del estúpido que se cree mejor que todos.

— ¿Cómo se llevaron? — Nos pregunta Daniel, deje de comer y casi me ahogo después de su pregunta, James se adelanta para hablar.

— De maravilla, ¿no es así hermana? — «¿Pero que le pasa?»

— Sí. — Ya que no me queda de otra que decir asentir a todo. — Tengo una duda sobre mis estudios. — pregunté mirando a Daniel.

— Eso ya esta arreglado, James te enseñará el Instituto. — O sea que estaré con él, genial, lo que quería. Miré a mi lado y lo vi sonriendo plácidamente lo cual me molesta aún más. Es tan ingreido.

— ¿Podrían venir unas amigas a la casa?, será breve.

— Obvio, estás es tú casa. — Perfecto, al menos podrán venir cuando sea. Terminé de comer y de inmediato las llame y aceptaron venir, por mi no, más por James, cuando se enteren de que es un ogro que solo piensa en si mismo seguro lo van a odiar tanto como yo ahora mismo. Aunque es un comentario apresurado para ser el primer día.

Les estoy diciendo todo lo que me pasó cuando llegue y no se lo pueden creer, mucho menos Erika que lo pintaba de otra manera, y en eso se asoma James en el marco de la puerta, noté que Erika se puso tan roja que se podía confundir fácilmente con un tómate.

— ¿Te puedo ayudar? — Pregunté.

— Que linda eres hermanita, hablas muy delicado. — Dijo sarcásticamente.

— Habla. — sentencie.

— Sólo pasaba a saludar y conocer a tus amigas, ya que somos hermanos.

— Hermanastros. — Dije entre dientes. Sin permiso entra hasta donde estamos sentadas, sentándose a mi lado.

— ¿Cómo se llaman?

— Erika.

— Viviana. — Dijeron cada una. James no dejaba de mirar a Erika cosa que era inevitable para todos, estaba muy sonrojada y nerviosa.

— ¿Su amiga es tan malhumorada todo el tiempo o solo soy yo que lo veo? — me mira.

— No, ella es una dulzura.

— Con las personas que me caen bien. — Dije después de Vivi.

— ¿No te caigo bien? — Dijo con tono ofendido.

— Siento mucho decepcionante, pero no, ni un poco, y ahora ya vete.

— Que mala eres, luego yo soy el malo. — Se levanta, me acaricia la mejilla antes de estar complemente arriba y se va, seguido me levanté y cerré la puerta con seguro.

— Es un fastidió. — Mencioné entre dientes.

— Pero si es un amor. — Dijo Vivi. Tenía la boca entre cerrada sorprendida por lo que dijo.

— ¿Perdona?, es el mismísimo demonio.

— Es más hermoso de lo que pensé. — Dijo Erika mirando a la nada y cambiando el tema.

— No pues, se te ve desde narnia que te encanta.

— Es un Dios griego. — Dijo. Reí ante su comentario.

— Ya dejemos de hablar de ese engendro del diablo. ¿Que piensan hacer mañana?

— Nada. — Viviana dijo desanimada.

— Iba a salir pero cancelaron el viaje. — dice Erika.

— ¿Nos juntamos de nuevo?

— Yo, con gusto.

— Eso ya lo sabemos. — Reímos.

Mi Primer Amor, Mi Hermanastro. Where stories live. Discover now