Let's escape

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El frío de la noche me calaba los huesos con brío y enrojecía la punta de mi nariz cada vez que me asomaba al balcón que daba hacia la calle principal, esperando alguna señal de él, quizás podía ser el destello que producía el capó de su auto cuando se sumergía bajo la blanca luz del alumbrado público, o los ansiosos e insistentes bocinazos que daba cada vez que no me aparecía por la terraza y que esperaba no sonaran esta vez.

Habíamos quedado de acuerdo en que llegaría un cuarto para las una, pero ya eran las dos cincuenta de la mañana y ni un rastro de él.
Me impacientaban las ideas que ahora se escurrían e intoxicaban como veneno por mi mente, contaminándome con los peores escenarios; ¿Se había arrepentido? Imposible, llevábamos planeando esto hace un año, un año eterno en el que tuvimos que trabajar como nunca, ahorrar en todo, habiendo días en los que tenía que caminar por horas sólo si así lograba evitar pagar el bus y guardar ese poco dinero que a lo largo de un año se hacía una cantidad considerable.

El reloj imaginario en mi mente movía sus manecillas que sonaban como fuertes disparos, haciéndome perder la paciencia y girándome por última vez hacia mi pequeña pero acogedora cama cubierta por el cobertor tonalidad naranja que siempre odié por su vibrante tono haciéndome burla de mi poco intensa vida, al borde de lo aburrido.
Tomé el par de bolsos hechos a la mala que descansaban sobre ésta y revisé mi móvil un par de veces antes de cruzar la puerta de manera sigilosa, evitando hacer cualquier tipo de ruido, en donde hasta mi respiración era casi inexistente.

Bajé las escaleras de manera estratégica, pues los años me habían enseñado a diferenciar los escalones que crujían al ejercer presión sobre estos, bajé y caminé en dirección a la cocina, no fue necesario encender las luces pues recordaba donde se encontraba todo como si se tratara de los pliegues en las palmas de mis manos, ahora algo temblorosas y ligeramente sudadas.
Tomé una bolsa que había ocultado ese mismo día en la mañana detrás del congelador, contenía lo necesario para sobrevivir una semana sin tener que usar nuestros ahorros durante los primeros días.

Me dirigí a la puerta de entrada y girando el pomo con parsimonia y los labios apretados como si esto me ayudara a silenciar todo sonido que pudiera llegar a producir y rezando por que la puerta no rechinara debido al desgastado y oxidado metal de las bisagras, crucé el umbral y cerré la puerta tras de mí con cuidado.
Tomé asiento en uno de los peldaños que separaban la entrada de la casa con la deshabitada calle que fugazmente era adornada de vez en cuando por los autos que rara vez pasaban ignorándome y aniquilando de a poco las esperanzas que tenía.
El frío me hacía temblar y maldije por no haberme abrigado un poco más. Abracé mis piernas colocando ahora mi rostro sobre ellas mientras mi cabello caía manejable por mis costados formando una especie de refugio, intentando conservar el calor que mi cuerpo escasamente emitía.

Percibí un motor de auto una vez más, pero ésta vez deteniendo la marcha y del que pude escuchar un pequeño silbido, que sólo por la corta distancia pude oír claramente.

— ¿Eh, qué esperas? —gritó con cuidado luego de bajar la ventanilla, a lo que yo levanté mi rostro cambiando por completo mi semblante casi rendido a uno mucho más animado al divisarlo a él.

Recogiendo mis cosas rodeé el auto por delante y me subí al asiento del copiloto tirando los bolsos en mis manos por detrás de mí, sin importarme si todo quedaba desparramado, eso no importaba.

— Creí que te habías arrepentido —dije mientras me colocaba el cinturón de seguridad, a lo que él respondió colocándome su tibia mano sobre mi muslo izquierdo, cubierto por unos jeans celestes.

— SooMin... —su voz sonaba a reprimenda— Sabes que lo único que quiero es irme de aquí y contigo... —besó mi mejilla suavemente como si tuviera miedo de que mi rostro se fuera a desvanecer por su toque, sus labios tibios calentaron mi fría mejilla. Asentí ahora dirigiéndole una dulce mirada que denotaba inocencia. Claramente yo había sido un tanto exagerada al suponer lo peor de quién se había convertido en mi mejor amigo, mi confidente y amante por un poco más de dos años.

Alias『BABE』» JHS   [+18] cancelada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora